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viernes, 27 de enero de 2017

Palermo (Italia) interpreta Amoris Laetitia: "Nadie excluido de la mesa eucarística, dando primacía a la conciencia"






El Papa y la Orden de Malta: ¿una victoria pírrica? (Roberto de Mattei)

[En un artículo anterior señalé el estado de "terror" en el que se vive dentro del Vaticano. Sería interesante volver a releerlo, dada la situación actual]






La dimisión del Gran Maestre de la Orden de Malta Matthew Festing, impuesta este 23 de enero por el papa Francisco, amenaza con volverse una victoria pírrica para éste último. De hecho, Bergoglio ha conseguido lo que quería, pero se ha visto obligado a emplear la fuerza, violentando tanto el derecho como el sentido común. Y eso no sólo tendrá graves consecuencias en el seno de la Orden de Malta, sino también entre los católicos del mundo entero, que cada vez están más perplejos y desorientados con la manera en que gobierna Francisco la Iglesia.

El Papa sabía que no tenía la menor autoridad jurídica para intervenir en la vida interna de una orden soberana, y menos aún para exigir la dimisión de su Gran Maestre. Sabía también que el mismo Gran Maestre no podría resistir la presión moral que supone un pedido de dimisión, por ilegítimo que sea.

Al actuar de ese modo, el papa Bergoglio ha realizado un acto arbitrario que contrasta abiertamente con el espíritu de diálogo que constituyó el motivo central del Año de la Misericordia

Ahora bien, lo más grave es que su intervención la realizado para castigar la corriente de la Orden que era más fiel al Magisterio inmutable de la Iglesia, apoyando en su lugar la secularista, que aspira a transformar a los Caballeros de Malta en una ONG humanitaria, distribuidora, «con las mejores intenciones», preservativos y píldoras abortivas. 

La próxima víctima designada parece ser el cardenal patrono Raymond Leo Burke, que es doblemente culpable por haber defendido la ortodoxia católica al interior de la Orden y por ser uno de los cuatro cardenales que han criticado los errores teológicos y morales de la exhortación bergogliana Amoris laetitia.

Durante su entrevista con el Gran Maestre, el papa Francisco declaró su intención de reformar la Orden, es decir, de su deseo de desnaturalizar su carácter religioso, aunque en nombre de la autoridad pontificia quiera emprender la emancipación de las normas religiosas y morales. Se trata de un proyecto de destrucción de la Orden que, como es natural, sólo podrá materializarse si se rinden los Caballeros que, no obstante, parecen haber perdido el espíritu combativo que los distinguió en los campos de batalla de las Cruzadas y en las aguas de Rodas, Chipre y Lepanto. Eso sí, al obrar de esta manera el papa Bergoglio ha perdido buena parte de su credibilidad no sólo a los ojos de los Caballeros, sino de un número cada vez mayor de fieles que observan la contradicción entre sus palabras, melifluas y cautivadoras, y su modo de actuar, intolerante y amenazador.

Pasemos del centro a las «periferias», que para el papa Bergoglio son más importantes que el centro. Pocos días antes de la dimisión del Gran Maestre del la Orden de Malta, otra noticia del mismo tenor ha sacudido el mundo católico. 

Monseñor Rigoberto Corredor Bermúdez, obispo de Pereira (Colombia), por un decreto con fecha 16 de enero de 2017 ha suspendido a divinis al sacerdote Alberto Uribe Medina porque, según el comunicado de la diócesis, habría «expresado pública y privadamente su rechazo a las enseñanzas doctrinales y pastorales del Santo Padre Francisco, principalmente con respecto al matrimonio y la Eucaristía». El comunicado de la diócesis añade que a causa de su postura el sacerdote «se ha apartado públicamente de la comunión con el Papa y con la Iglesia».

El padre Uribe ha sido, pues, acusado de hereje y cismático por haber rechazado las indicaciones pastorales del papa Bergoglio, que, a los ojos de tantos cardenales, prelados y teólogos, huelen a herejía, precisamente porque parecen alejarse de la fe católica

Eso significa que el sacerdote que se niega a dar la comunión a los divorciados vueltos a casar o a los homosexuales practicantes es suspendido a divinis o excomulgado, mientras quien rechaza el Concilio de Trento y la exhortación Familiaris Consortio es nombrado obispo, y tal vez hasta creado cardenal. Cosa que probablemente espera también monseñor Charles Scicluna, arzobispo de Malta, uno de los dos obispos malteses que autorizan la comunión para los divorciados vueltos a casar que viven more uxorio. Pareciera que el nombre de la pequeña isla mediterránea guardara una extraña relación con el futuro del papa Bergoglio, menos tranquilo de lo que cabe imaginar.

¿Quién es hoy ortodoxo, y quién hereje y cismático? 

Este es el gran debate que se vislumbra en el horizonte. Un cisma de facto, como lo calificó el diario alemán Die Tagespost, o sea una guerra civil en la Iglesia, de la cual la guerra en acto que está teniendo lugar en la Orden de Malta no es sino un pálido presagio.

Roberto de Mattei

(traducido por J.E.F)

Véase también una entrada posterior de Roberto de Mattei pinchando aquí

Lo que no se ha contado del asunto de la Orden de Malta: venganzas, dinero, poder, el I.O.R., la masonería, el Papa Francisco... y el Cardenal Burke

FUENTE: CATHOLICVS


Se van desvelando nuevos datos sobre el caso de la Orden de Malta y la extraña dimisión de su Gran Maestre por petición del Papa Francisco, en el que no faltan todos los ingredientes necesarios para crear un guión para una película de Hollywood: venganzas personales, dinero, poder, lazos familiares, el Banco Vaticano (I.O.R.), la Masonería, el asunto de los preservativos, el Papa Francisco... y, por supuesto, el Cardenal Burke.

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Ayer, miércoles 25 de enero, el Papa Francisco obligó a dimitir aceptó la renuncia del Gran Maestre de la Soberana Orden militar y hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, más conocida como la Orden de Malta,Frey Matthew Festing (ver aquí). Asimismo, la Santa Sede comunicó que un delegado papal será nombrado pronto para que le sustituya, poniendo fin de esta forma a dos meses de conflicto entre la Orden y el Vaticano.

¿Qué pasó realmente para que se produjera esta renuncia?

El Gran Maestre de la Soberana Orden de Malta, Frey Matthew Festing, mantuvo una reunión con el Papa Francisco anteayer, martes 24 de enero, en el curso de la cual se le ordenó fue instado a "renunciar" -según la propia declaración oficial de la Santa Sede-, renuncia que sería aceptada por el Papa Francisco ayer mismo, 25 de enero,"por el bien de la Orden y de la Iglesia".

Con este misericordioso gesto de obligarle a renunciar aceptar su renuncia -sin esperar siquiera a los resultados de la investigación que iba a llevar a cabo la comisión papal ilegal no aceptada por la propia Orden-, se pone fin a dos meses de tensiones entre la Orden y la Santa Sede, desde que el Gran Maestre destituyera, el pasado 6 de diciembre, a su "número tres": el barón alemán Albrecht von Boeselager (en la parte inferior derecha de la foto que abre esta entrada), hasta ese momento Gran Canciller de la Orden. Dos semanas más tarde, el 22 de diciembre, la Santa Sede nombró una comisión para investigar las razones de dicha destitución, motivo por el cual la Orden de Malta denunció la injerencia de la Santa Sede, recordándole que es "soberana". Por ello, la propia Orden ordenó investigar a los miembros integrantes de dicha comisión, debido a un posible "conflicto de intereses" con varios de ellos, que les desautorizaba para realizar su labor.

Ayer mismo, la Orden de Malta emitió un comunicado en el que anunciaba la convocatoria de un Consejo extraordinario para el próximo sábado 28 de enero, en el que se deberá aceptar la renuncia del Gran Maestre, según establece su legislación.

El papel del Cardenal Burke en este asunto

El pasado jueves 10 de noviembre de 2016, el Papa Francisco se reunió con S. E. R. Raymond Leo S.R.E. Card. Burke, Patrón de la Orden de Malta -legado papal ante ella- y uno de los cuatro Cardenales que presentaron las dubia sobre "Amoris laetitia" al Papa. Durante la audiencia privada, el Papa Francisco mostró su"profunda preocupación" por lo que le comunicó el Cardenal, a saber, el asunto sobre la distribución de preservativos por parte de la Orden de Malta en sus misiones humanitarias en África. La prensa ha aireado después otros casos similares que se remontan hasta los años 90 del siglo pasado -como en los campos de refugiados de Alemania-, o el caso de Birmania en 2005. La distribución de preservativos y anticonceptivos las llevó a cabo Malteser Internacional, una ONG dependiente de la Orden, por lo que la responsabilidad recaía en el que entonces era el Gran Hospitalario de la Orden: el barón Albrecht von Boeselager.

Lo más llamativo de este encuentro entre el Papa Francisco y el Cardenal Burke vino a continuación: el Papa le pidió que "limpiara" la Orden de masones. El propio Francisco envió una carta al Cardenal Burke, fechada el pasado jueves 1 de diciembre de 2016 y que nunca se ha hecho pública, en la que insistía en que era su responsabilidad, como Patrono de la Orden de Malta, acabar con cualquier vínculo entre la Orden y grupos o prácticas contrarias a la ley moral. A los cinco días, el martes 6 de diciembre, el barón Albrecht von Boeselager compareció ante el Gran Maestre y el Cardenal Burke, y como resultado de dicha reunión fue destituido.

Pero cuando las cosas pueden enredarse más, se enredan más: tras esta destitución, nada menos que el Cardenal Pietro Parolin, el Secretario de Estado, declaró que la Santa Sede nunca había pedido específicamente la destitución del Gran Canciller. ¡Ver para creer!

Hoy mismo, Edward Pentin ha revelado que el Papa Francisco obligó al Gran Maestre, durante su reunión de anteayer, a incluir en su carta de renuncia que destituyó a Boeselager "bajo la influencia" del Cardenal Raymond Leo Burke, Patrón de la Orden.

Y ahí no queda la cosa: la sorpresiva renuncia del Gran Maestre, Frey Matthew Festing, se produjo justo ayer, miércoles 25 de enero, diez días antes del nombramiento, por parte del Papa Francisco, del hermano del barón Albrecht von Boeselager como miembro del Consejo de administración del "Instituto para las Obras de Religión" (I.O.R.), también conocido como el Banco Vaticano.

¿Por qué el Gran Maestre ha presentado ahora su renuncia tras haberse resistido durante los últimos dos meses a que la Santa Sede se inmiscuyera en los asuntos internos de la Soberana Orden de Malta?

La Orden es sujeto de Derecho Internacional, siendo reconocida su soberanía funcional -ya que no tiene territorio- y su libertad de gobierno por un centenar de países, incluyendo la Santa Sede. Su gobierno se rige por una Carta Constitucional aprobada en 1961 y por un Código.

¿Por qué entonces la Santa Sede, y en concreto el Papa Francisco, ha intervenido en este asunto si reconoce la soberanía de la Orden? La clave está en la figura del Gran Maestre. Éste es elegido de entre los Caballeros profesos de la Orden, que son religiosos, y como el artículo 62 del Código de la Orden establece que "por el voto de obediencia los Caballeros y Capellanes profesos asumen el compromiso de obedecer al Santo Padre", el Gran Maestre -sea quien sea-, al ser un Caballero profeso, pese a ser independiente de la Santa Sede en lo referente al gobierno de la Orden, debe sin embargo someterse a la voluntad del Papa -sea quien sea-, que aunque no tiene potestad alguna para relevar de sus funciones al Gran Maestre, tiene la opción de exigir su renuncia, como ha sido el caso. La consecuencia de ello es evidente: por el voto de obediencia, el Gran Maestre no puede negarse a presentar su renuncia si se lo exige el Papa.

El futuro delegado papal

Según el comunicado que hizo público ayer la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el Papa Francisco nombrará un delegado papal para asegurar el gobierno de la Orden de Malta, aunque no especifica cuáles serán sus funciones concretas y la autoridad que le asignará, lo cual podría especificarse en un próximo decreto.

En los últimos años han sido nombrados delegados papales en dos ocasiones: durante el Pontificado de S. S. Benedicto XVI, en 2010, para los Legionarios de Cristo; y ya bajo el mandato del Papa Francisco, en 2013, contrapara los Franciscanos de la Inmaculada, otorgando a dichos delegados, en ambas ocasiones, plenos poderes de gobierno y obligando a someterse a su autoridad a los superiores de ambas congregaciones.

Cabe recordar que un delegado pontificio sólo responde ante el soberano Pontífice, por lo que quien sea designado para la Orden de Malta estará por encima del Cardenal Burke, actual encargado de las relaciones entre la Santa Sede y la Orden. Vamos, que le van a puentear; como si no existiera.

Los problemas entre el Papa Francisco y la Orden de Malta no vienen de ahora

Esta no es la primera vez que se produce un tira y afloja entre Francisco y esta Orden. Ya hace casi una década, en el año 2008, los responsables de la Orden de Malta en Argentina habían planeado remover de su cargo como arzobispo de Buenos Aires al entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio, para que fuera sustituido por un Capellán de la Orden: S. E. Mons. Óscar Sarlinga, obispo de Zárate-Campana, para así intentar desbloquear las tensas relaciones que existían entonces entre Bergoglio y el gobierno de los Kirchner -Cristina Fernández de Kirchner era la presidente de Argentina en ese momento-. Finalmente, este plan fracasó, en parte debido a la S. S. Benedicto XVI. Pero muchas personas se podrán preguntar cuánto habrá de personal, hoy en día, en todo este asunto de la Orden de Malta, habida cuenta de la buena memoria de la que siempre ha gozado el Papa Francisco, según aseguran todos los que le conocen personalmente.

Miembros y actividades de la Orden de Malta en la actualidad

Para finalizar, cabe señalar que la Orden de Malta vio reducidos sus territorios a lo largo de la Historia hasta que en el año 1834 fijara su sede en Roma, donde goza de un estatuto de extraterritorialidad. A día de hoy cuenta con 13.500 miembros -no necesariamente nobles-, 25.000 profesionales sanitarios y 100.000 voluntarios, teniendo presencia en 120 países. Su actividad se centra actualmente en la asistencia humanitaria, siendo la próxima cita de la Orden la celebración, junto a otras asociaciones, del Día Mundial de la Lucha contra la Lepra, que se celebrará el próximo día 29, el último domingo de enero.

Que cada uno ate cabos. Como dice Nuestro Señor en el Evangelio, "el que tenga oídos, que oiga".

CATHOLICVS

La destrucción de la moral: divorcio > suicidio > apostasía (Bruno Moreno)

[Un extraordinario artículo de Bruno Moreno, como suelen ser casi siempre los de este autor, por la verdad de lo que dice y por el cómo lo dice y el rigor y el fundamento con el que habla. Ciertamente clarividente. De lectura imprescindible].




Padre jesuita estadounidense James Martín, asesor de Scorsese
en su película blasfema "Silencio". Según él, una obra maestra.


Durante los últimos tres años, he escrito un gran número de artículos en los que advertía que la negación de la doctrina constante de la Iglesia sobre los actos intrínsecamente malos iba a tener consecuencias desastrosas. Por desgracia, numerosos teólogos, moralistas e incluso obispos y cardenales han rechazado en la práctica esa doctrina con la excusa de un vago “discernimiento” que nunca se define, comenzando por diversos participantes de los dos Sínodos de la Familia y siguiendo por diversas declaraciones y cartas pastorales posteriores a los mismos.

El primer desastre causado por esta negación de un principio moral fundamental de la moral católica fue la asombrosa práctica “pastoral” de permitir que los adúlteros no arrepentidos comulguen, proclamada a los cuatro vientos por los obispos argentinos de la región de Buenos Aires, por los obispos de Malta y por la mismísima diócesis de Roma. Es evidente que esta forma de actuar, en la práctica, equivale a aceptar en la Iglesia el divorcio y un nuevo “matrimonio”, con lo que de hecho se abandonan tanto la indisolubilidad matrimonial como el sexto mandamiento y el propio sacramento del Matrimonio, que se equipara a cualquier unión adulterina. Asimismo, se destruye el sacramento de la Penitencia, porque se acepta la práctica de la confesión sin propósito de la enmienda, lo cual no es más que una forma de decir que el pecado no existe.

No hace mucho, pudimos observar cómo el daño se extendía a la prohibición del suicidio, que también es una doctrina perenne de la Iglesia. Los obispos canadienses de la región de la región del Atlántico escribieron una carta pastoral en la que indicaban que alguien que tomase la decisión de suicidarse podría recibir la comunión y la confesión y sería acompañado por un sacerdote en el proceso. De nuevo, asoma la cabeza la confesión sin propósito de la enmienda y la comunión sacrílega, además del acompañamiento del pecado por parte de la Iglesia y el olvido del quinto mandamiento.

¿Se quedarán ahí las cosas? Evidentemente no, porque, una vez que se ha destruido el principio moral de que hay acciones que siempre son malas (es decir, de que los mandamientos siempre son válidos), es inevitable que haya quien saque las consecuencias para absolutamente todos los pecados. La semana pasada, el P. James Martin, SJ, director de la prestigiosa revista América de los jesuitas norteamericanos, aplicó los mismos criterios “morales” a la apostasía.


[Pinchar también aquí y aquí como complemento de lo que sigue]

Según nos explica el Padre jesuita en relación con la película Silencio de Martin Scorsese, los jesuitas de la historia cinematográfica se vieron “obligados a ‘discernir’ en una situación complicada donde no hay respuestas fáciles”, aunque estaban en desventaja, porque “venían de un mundo en blanco y negro y se ven forzados a tomar decisiones dolorosas en un mundo de grises”.


¿Les suena? Todo esto ya lo hemos oído: discernimiento, decisiones dolorosas, no son cuestiones de blanco o negro sino un mundo de grises, se “ven forzados”… Igualito que en los dos Sínodos sobre la familia, en las tesis del cardenal Kasper, en las cartas de los obispos de Buenos Aires y Malta y en la carta sobre el suicidio asistido de los obispos canadienses. Pero sigamos.

En la película, los perseguidores amenazan al P. Rodrigues, un jesuita que no existió históricamente, con matar a los cristianos que tienen prisioneros si no renuncia a su fe. El jesuita, en efecto, apostata, “no solo porque quería salvar las vidas de los cristianos japoneses, sino porque eso es lo que Cristo le ha pedido que haga en la oración”. Hasta ahora, podría tratarse simplemente de una descripción de la película, en la que efectivamente eso sucede, como consecuencia de un tratamiento del tema carente de matices por parte de Scorsese, a diferencia de la incomparablemente más sutil novela original de Shusaku Endo.

El problema llega cuando el P. Martin da su propia opinión sobre la cuestión moral, respondiendo a una pregunta que él mismo se hace: “¿Cómo podemos comprender eso teológicamente?”. Aquí es donde empiezan las blasfemias.

Asombrosamente, el P. Martin SJ asemeja el hecho de apostatar con un buen fin con la muerte de Cristo en la Cruz para salvarnos. Esa apostasía se puede comprender “contemplando la experiencia de Jesús en la cruz, tal como la cuentan los Evangelios”. “Jesús no quiere morir. Pero entonces dice no se haga mi voluntad sino la tuya. Jesús hace algo a lo que todos los de su círculo se oponen y que no son capaces de comprender […] No tiene sentido para ellos. Sin embargo, Jesús acepta su destino porque eso es lo que quiere el Padre”.

Y por si no ha quedado claro, lo repite: “[El Padre Rodrigues] apostata, finalmente, porque Cristo se lo pide. Y para los que penséis que Cristo nunca pediría algo así, preguntaos cómo se sintieron los discípulos cuando Jesús les dijo que tendría que sufrir y morir”. Para el director de la revista America, Cristo perfectamente puede pedirnos que apostatemos, si es por un fin bueno, y esa apostasía sería análoga a su propia muerte en la Cruz.

Por si eso no era suficiente, el P. Martin SJ explica que la apostasía con un buen fin es el grado más alto de humildad según San Ignacio. “El tercer grado de humildad, que es el más alto, es cuando una persona puede elegir algo deshonroso porque le acerca a Cristo […] Una persona acepta ser incomprendida, quizás por todos, igual que Cristo lo fue. Esto es lo que elige el P. Rodrigues, aunque pueda resultar confuso para la Europa Cristiana, para sus superiores jesuitas e incluso para los espectadores modernos”.


Parece que al director de America no se le ha ocurrido pensar que no hay ninguna semejanza entre negar públicamente a Dios y hacer la voluntad del Padre, entre la humillación de sufrir los peores males por Cristo y el terrible pecado de cometer esos males, entre la humildad de quien hace la voluntad de Dios y la soberbia de quien hace su propia voluntad pensando que la ley de Dios está equivocada y solo él sabe realmente lo que conviene hacer.

Quizá teniendo eso en cuenta no resulte tan extraño encontrar en sus labios la terrible blasfemia de equiparar el Sacrificio de nuestra salvación con un pecado mortal de apostasía. En cualquier caso, es una muestra evidente de a dónde lleva la confusión de los principios morales a la que hemos asistido en los últimos tres años. La nueva norma fundamental es que el fin justifica los medios, aunque esos medios sean un pecado gravísimo. Si es por un supuesto bien de los hijos, puedo seguir adulterando y comulgando. Si es para acompañar a una persona que sufre, un sacerdote puede darle la absolución y la comunión aunque haya decidido suicidarse. Si es para salvar la vida de otros, apostatar deja de ser malo y se convierte en lo que Dios quiere y en una imitación de la Pasión de Cristo.

Una vez que se acepta que el fin justifica los medios, los mandamientos dejan de ser la Voluntad de Dios y pasan a ser meras orientaciones, que se pueden aceptar o no según los casos. En relación con la apostasía, se destruyen otros dos mandamientos. En primer lugar, el octavo, porque el P. Rodrigues miente de forma pública y solemne sobre el hecho más importante de la vida: su fe católica. En segundo lugar y de forma crucial, el primer mandamiento. El amor a Dios sobre todas las cosas queda subordinado al buen fin de salvar la vida a esos prisioneros, sin tener en cuenta que eso coloca el bienestar humano por encima de Dios, antepone la vida material a la vida eterna (que se pierde por el pecado de apostasía) y priva a los cristianos japoneses de lo que más necesitaban en realidad: el testimonio de fe hasta la muerte de su sacerdote.

Tampoco tiene en cuenta el P. Martin que, si fuera lógico renunciar a Dios para salvar a otra persona, también sería lógico renunciar a Dios para salvarse a uno mismo. A fin de cuentas, la propia vida es tan valiosa como la de los demás, de manera que el martirio carecería siempre de sentido. Los más de ciento cincuenta mártires jesuitas (una treintena solo en el Japón) serían unos estúpidos que no hicieron lo que Dios realmente quería, que era que apostataran para salvar la vida. La historia entera de la Iglesia carecería de sentido, empezando por la misma Redención, que podría y debería haberse evitado.

Antes de que alguien me diga que esto no tiene nada que ver con Amoris Laetitia, los obispos bonaerenses y los obispos canadienses, conviene señalar que el propio P. Martin SJ explica que esa es su inspiración: “Algunas de las discusiones en torno a esta película pueden incluso reflejar los debates que se están produciendo hoy dentro de la Iglesia sobre el énfasis que pone el Papa en el ‘discernimiento’ en el caso de personas que se enfrentan a situaciones complicadas, donde un enfoque de blanco y negro parece inadecuado”. En lugar de ese “blanco y negro”, el P. Martin considera que debemos confiar en que Dios actúa a través de la conciencia de las personas y nos ayuda a discernir el camino correcto en “situaciones complejas donde las reglas normales parece que no se adecuan a la realidad de la situación”.

Como señalé hace mucho tiempo, el abandono del principio fundamental de la existencia de actos intrínsecamente malos es una “brecha en la muralla”, porque una vez que se abandona, ya no hay forma de defender la moral de la Iglesia contra el relativismo que ha disuelto la filosofía y la ética de la época post-moderna. Si el enemigo está dentro, ya no hay nada que hacer y la totalidad de la moral de la Iglesia se derrumba.

Siempre se nos asegura que estos cambios sólo van a afectar a unos pocos, poquísimos, casos excepcionales, pero la realidad es que el nuevo principio de que el fin justifica los medios destruye por completo la moral de la Iglesia.

No hay ningún aspecto de la moral cristiana que pueda mantenerse en pie si el fin justifica los medios, porque siempre hay un fin bueno que justifique cualquier cosa, desde el adulterio hasta el aborto, desde el suicidio hasta el asesinato. Como también señalamos, la propia razón se destruye y se acepta lo contradictorio, desde la indisolubilidad que se puede disolver hasta una santa apostasía. El propio P. Martin resalta, como si fuera algo positivo y querido por Dios, que la acción del sacerdote es “contradictoria”, supuestamente a semejanza de la Pasión de nuestro Señor.

¿De dónde viene esta nueva moral? La tristísima realidad es que es muy fácil descubrirlo. Preguntemos a los miembros de un parlamento nacional, a los clientes de un bar, a los médicos de una clínica abortista o a cualquier persona por la calle y veremos que nos responden exactamente lo mismo que el P. Martin y que los obispos de Malta, de la Región de Buenos Aires o de la región canadiense del Atlántico: lo importante es la buena intención, si es para algo bueno no pasa nada, la vida es muy compleja y cada uno tiene su verdad, el aborto es una salida en situaciones complejas y llenas de sufrimiento, el derecho a decidir es fundamental, mi vida es mía y tengo derecho a suicidarme si quiero, nadie puede decirme lo que tengo que hacer… Esta nueva moral es la moral del mundo.

Lo que se nos presenta como la vía de la misericordia y del discernimiento no es más que la rendición completa e incondicional ante la amoralidad pagana, la renuncia al discernimiento cristiano y el olvido de la verdadera misericordia.

Que Dios nos ayude.

Bruno Moreno

Dubia sobre Amoris Laetitia: Francisco podría estar esperando que el Cardenal Burke desista por el "bien de la Iglesia"