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domingo, 30 de julio de 2017

Un intento para salvar el motu propio "Summorum Pontificum": la carta del cardenal Müller a la FSSPX poco antes de su expulsión como Prefecto para la CDF


Como sabemos el cardenal Müller, con fecha 26 de junio de 2017, escribió una carta a la FSSPX, en la que apremiaba a Monseñor Fellay a firmar las condiciones de pertenencia plena a la Iglesia, que consistían en aceptar de lleno todo el contenido del Concilio Vaticano II, siendo así que dicho Concilio es muy problemático y contiene puntos que necesitan de revisión para que pueda hablarse de continuidad con la Tradición de la Iglesia; de manera que no pueden ser aceptados.

Al fin y al cabo, como dijo el papa Juan XXIII en el discurso de apertura de este Concilio, en él se trataba de realizar sólo cambios pastorales, sin tocar para nada los dogmas. La realidad que percibimos es que sí se están tocando los dogmas, de hecho. 

Da la impresión de que es el Concilio Vaticano II el único referente del que se dispone; lo que no tiene sentido pues la historia de la Iglesia no comienza en el año 1965 sino casi dos mil años antes con la venida de Jesucristo (Dios hecho hombre) a este mundo; y antes de este concilio han habido veinte concilios más, ninguno de los cuales ha contradecido sino reafirmado los anteriores, tomando siempre como base  las fuentes de la Revelación, que son las Sagradas Escrituras y la Tradición constante de la Iglesia. Hoy no está ocurriendo así. Habrá que reflexionar un poco y rezar mucho, porque hay algo que no cuadra.


Acerca del cardenal Müller y de su despedida como Prefecto para la CDF (Medias-Catholique.info) [Traducción personal]



El cardenal Gerhard Müller ha sido despedido por Francisco de su cargo como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (...). Esto es lo que dijo al diario bávaro Passauer Neue Presse en una entrevista publicada el 6 de julio:
"El último día de mi mandato como prefecto de la CDF, el Papa me informó en un minuto de su decisión de no prolongarlo. No me dio razones al igual que tampoco me las dio para rechazar a tres miembros altamente calificados de la CDF unos meses antes. [...] No puedo aceptar esta forma de hacer las cosas. Como obispo, no se puede tratar a la gente de esta manera. (...) La doctrina social de la Iglesia debe aplicarse también al modo en que los empleados son tratados aquí en el Vaticano".
Increíble esta actitud de un cardenal que debería saber que las injusticias se soportan en silencio, y que sólo la puesta en peligro de la Fe permite oponerse públicamente al Soberano Pontífice. Y en asuntos de fe, una fe que se supone que debe haber tenido su guardián dada su función en los últimos años, no se puede decir que él haya sido un servidor fiel. Es cierto que el cardenal ha sabido oponerse al papa Francisco sobre las disposiciones más liberales como la comunión a los divorciados vueltos a casar, pero no es menos cierto que sigue siendo un acérrimo defensor del Vaticano II y un notorio hereje que ha profesado, en particular, las siguientes herejías, según el corte típico de los modernistas:

Contra la virginidad de la Santa Virgen María

En su libro "Dogmática Católica: estudio y práctica de la Teología", Müller niega el dogma de la virginidad de María. Según él, la virginidad no se refiere a las "características fisiológicas del proceso natural del nacimiento de Jesús (tales como la no apertura del cuello uterino, el no desgarro del himen o la ausencia de los dolores del parto) sino a la influencia salvífica y redentora de la gracia de Cristo en la naturaleza humana".
Contra el dogma de la transustanciación
En su libro "La misa, fuente de la vida cristiana", escribió: "El Cuerpo y la Sangre de Cristo no significan las partes físicas del hombre Jesús en esta tierra o en su cuerpo glorioso [...] El cuerpo y la sangre significan más bien la presencia de Cristo a través de los signos del pan y del vino". Monseñor Müller explica así la transustanciación: "La esencia del pan y del vino debe ser definida en un sentido antropológico. El carácter natural de estos dones [pan y vino] como frutos de la tierra y del trabajo de los hombres, como productos naturales y culturales, simboliza el alimento y el servicio a las personas y a la comunidad humana, como el signo de una comida común [ ...]. El ser natural del pan y del vino es transformado por Dios en el sentido de que este ser muestra y realiza la comunión salvífica".
Los protestantes forman parte de la Iglesia
Durante un discurso en honor del obispo luterano Johannes Friedrich, Mons Müller afirmó el 11 de octubre de 2011: "El bautismo es la característica fundamental que nos une sacramentalmente a Cristo a los ojos del mundo en una sola Iglesia visible. Nosotros, los cristianos, católicos y protestantes, estamos ya unidos en lo que llamamos la Iglesia visible. En sentido estricto, no hay varias iglesias que existen las unas junto a las otras, pero hay divisiones, rupturas en el interior de un único pueblo y de una sola casa de Dios."
Fuente original: 

http://laportelatine.org/vatican/sanctions_indults_discussions/entretien_doctrinaux/03_07_2012_regards_sur_les_nominationsde_de_benoit16.php

Siendo esto así, es poco objetiva la llamada catolicidad de quien se suponía que iba a garantizar la pureza del dogma católico ...
 y fue designado para ese puesto (es preciso tenerlo bien presente) por el Papa Benedicto XVI. 

(Traducido del francés por José Martí)