“No es que falten doctrinas falaces, opiniones y conceptos peligrosos, que precisa prevenir y disipar; pero se hallan tan en evidente contradicción con la recta norma de la honestidad, y han dado frutos tan perniciosos, que ya los hombres, aun por sí solos, están propensos a condenarlos” (Discurso de Juan XXIII apertura CVII)Una de las enseñanzas que siempre ha transmitido la Iglesia es la lucha contra el mundo, el demonio y la carne y sin embargo, cuántos cristianos engañados en sus diagnósticos ante abusos contra la moral o ante sacrilegios.
- Hoy muchos católicos piensan que es posible un mundo civilizado sin Dios, piensan que las personas, pueden alcanzar la paz de los pueblos sin acudir al poder de la gracia. Este mensaje es el que se transmite desde muchos ámbitos de la Iglesia.
- Hoy los sacerdotes hablan en términos totalmente seculares y al final eso se contagia y arrasa con la fe.
- Hoy parece que el hombre por sí solo es capaz de reconocer los frutos perniciosos de las malas doctrinas.
Nada más lejos de la doctrina de la gracia que la Iglesia siempre ha transmitido.
¿Es posible una política sin Dios?
¿Es posible una economía sin Dios?
¿Es posible una educación sin Dios?
¿Es posible un ocio sin Dios?
Los que hablan así pretender someter la Religión al ámbito privado y eso, desde un punto de vista católico, no es posible.
Dios debe impregnar todas las realidades temporales.
Es verdad que hoy los católicos, nos diferenciamos muy poco del resto de los ciudadanos del mundo. Atrás quedó esa frase referente a los primeros cristianos: “Mirad como se aman”
- Hoy los objetivos de la mayoría de los matrimonio católicos apenas se diferencian del resto de matrimonios: la formación religiosa forma parte del amplio abanico de posibilidades de la educación de la persona, cuando debería ser lo que impregna y da sentido al resto de la educación.
- Hoy los colegios con ideario católico se diferencian muy poco del resto de colegios, y no sólo me refiero a que haya misa o no en los colegios sino a cómo enfocan todo el tema de la educación y de las clases extraescolares.
Podríamos decir que los católicos hemos dejado de ser sal y luz porque con nuestro testimonio ya no pueden decir: "Mirad como se aman".
Y podríamos decir que una de las causas es porque hemos dejado de luchar contra el mundo, el demonio y la carne para camuflarnos con ellos.
¡Que arda tu corazón!
Un católico