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miércoles, 17 de enero de 2018

El Papa se enfrenta por primera vez a protestas en su viaje a Chile (Carlos Esteban)



Durante la mayor parte de la historia, hasta, al menos, la aparición de la radio, la presencia de la figura del Papa en la vida diaria de los fieles era insignificante tirando a nula. Cuando llegaba algo más allá de un rumor, solía ser en forma de encíclica o exhortación apostólica, un documento, en cualquier caso, meditado, formal y escaso.

Hoy que a la abundancia de medios se ha sumado el exceso de comentaristas por obra y gracia de las redes, es inconcebible que el Papa estornude sin que lo sepa inmediatamente toda la cristiandad. Si el cambio es a peor o a mejor es asunto debatible, aunque parece indudable que, cuando Su Santidad es tan locuaz como Francisco, las posibilidades de malentendidos e imprecisiones arriesgadas se multiplican.

El Papa está de viaje, concretamente a Chile y Perú, y no es ningún secreto que sus improvisaciones aéreas del Pontífice -sus charlas informales con los corresponsales en el avión- atraen más la atención periodística que los propios discursos, inevitablemente formales. De hecho, para alarma de unos y regocijo de otros, las primeras han dado casi más titulares que los discursos.

El que ha dedicado como saludo a las autoridades al llegar a Santiago apenas destaca por otra cosa que por una significativa ausencia: no habiendo sido especialmente breve, lo ha completado sin mencionar a Dios o a Cristo una sola vez, lo que hace preguntarse a algún tuitero malicioso (o exasperado) de quién se supone que es Vicario.

Este es el segundo viaje a ‘su’ continente, y le acerca tanto a su país natal, Argentina, que muchos se preguntan por qué lo ha evitado en esta ocasión o por qué no ha querido visitarlo en sus cinco años de pontificado. La razón explícita, me dicen, es que no quiere ser “instrumentalizado políticamente”, pero parece extraño que este Papa, que prácticamente inició su pontificado declarando ser de izquierdas -por eliminación-, mantenga semejante escrúpulo.

Dicen que es un viaje difícil, y ya han ardido tres iglesias en Chile tras su llegada para mostrar cómo está el ambiente. Es la primera vez, entre sus visitas apostólicas, que este Papa es recibido con protestas, especialmente a cuenta de abusos sexuales por parte del clero que, en el caso de Chile, son aún una herida abierta y reciente. Fernando Karadima, un sacerdote muy influyente, fue primero acusado y luego, en 2011, hallado culpable de abusos, pero pese a la expresa política de ‘tolerancia cero’ con casos así, las víctimas dicen no entender cómo Francisco ha nombrado obispo de Osoro, al sur del país, a uno de los ‘protegidos’ de Karadima, Juan Barros.

El Papa ha hablado al poco de llegar de su “dolor y vergüenza” por los casos de abusos, pero esto no ha bastado a las víctimas, que han calificado sus palabras de “otro titular barato”.

Pero la crisis es más profunda que todo eso. Como todos los países de Latinoamérica, Chile ha sido hasta hace relativamente poco -en términos históricos- un país sólidamente católico. Hoy, menos de la mitad de los chilenos -un 45%- pertenece a la Iglesia, el segundo país más secularizado de la región.

La confianza de los chilenos en la Iglesia como institución es la más baja de Latinoamérica, solo del 36% y, en fin, llamados a evaluar en concreto la figura del actual Papa sobre diez, los chilenos le dan un aprobado raspado, un 5,3, la ‘nota’ más baja alcanzada por Papa alguno desde que se hacen estas encuestas.

Volviendo al avión, y aunque los comentarios más sustanciosos suelen darse en el vuelo de vuelta a Roma, no queremos dejar de mencionar, al menos, algunos temas menores que mencionó a la ida.

Ha hablado, sobre todo, del riesgo de una guerra nuclear. A propósito de esto ha repartido entre los periodistas copias de una foto de 1945 en Nagasaki en la que un niño lleva a la espalda a su hermano muerto al crematorio, foto que, al decir del Papa, le impresionó profundamente al verla.

Ha denunciado la corrupción que, aseguró, es uno de los factores que frenan el desarrollo y generan miseria. Como no hay mucha gente abiertamente partidaria de la corrupción, no es probable que estas declaraciones causen polémica.

Ha comentado que prevé reunirse con las víctimas de sacerdotes pedófilos lo que, en Chile, hace probable que se trate de víctimas de Karadima.

Y, naturalmente, ha defendido los derechos de los pueblos indígenas y ha condenado el deterioro de su entorno natural, ya saben, el asunto de la ‘casa común’. De hecho, uno de los ‘platos fuertes’ de la visita se espera que sea su encuentro con indígenas mapuches, los únicos a los que los conquistadores españoles no lograron dominar por completo y que aún plantean un desafío, ocasionalmente violento, al Gobierno de Chile.

Como anécdota, preguntado por lo que le prescribe el médico para tener tanta energía, ha respondido que él no va al médico, “sino a la bruja”.

Carlos Esteban

Tomado de Gloria TV