La reforma litúrgica de Pablo VI desembocó en el misal de 1969, el actual.
Al frente de esta reforma estaba Annibale Bugnini. En 1972 es nombrado obispo de Diocletiana. Todo el mundo daba por hecho que sería nombrado Cardenal cuando, de una manera realmente sorprendente, el 4 de enero de 1976 se le designa como pro-nuncio en Irán.
¿Qué había ocurrido para que uno de los más cercanos colaboradores de Pablo VI fuese desterrado a Irán?
Pues había ocurrido “la lista Pecorelli”.
Mino Pecorelli, abogado y periodista, antiguo miembro de la logia P2 y posible informador de la inteligencia militar italiana había hecho público un listado de eclesiásticos, casi todos italianos, con el nombre en código, el número de matrícula y la fecha de iniciación en la masonería.
Entre ellos destacaban los Cardenales Bea (impulsor del movimiento ecuménico), Annibale Bugnini, el nuncio Dadaglio (artífice de la destrucción de la Iglesia española), los cardenales considerados papables, Villot, Baggio, Pappalardo y Poletti y el obispo, posterior Cardenal, Casaroli.
Mino Pecorelli fue asesinado en Roma el 22 de marzo de 1979, asesinato nunca esclarecido. El hecho cayó en el olvido hasta que en 1995, durante el proceso al dirigente democristiano Giulio Andreotti, se le acusó de haber ordenado el asesinato del denunciante. No es preciso recordar la cercanía de Andreotti a muchos hombres de Iglesia.
Hoy interesa recordar, de entre todos ellos, al Cardenal Casaroli.
Tanto es así que Juan Pablo II, el Magno, le nombró cardenal en 1979 y lo puso al frente de la Secretaría de Estado, el Parolin de entonces, de 1979 a 1990.
No, la mierda, a toneladas, que está saliendo ahora, ya se almacenó anteriormente, al menos en gran parte.
P.D: No faltará quien objete que “no hay pruebas” de que esos prelados fuesen masones. ¿Les parecen poco sus vidas y sus frutos, única medida evángelica?
Mino Pecorelli fue asesinado en Roma el 22 de marzo de 1979, asesinato nunca esclarecido. El hecho cayó en el olvido hasta que en 1995, durante el proceso al dirigente democristiano Giulio Andreotti, se le acusó de haber ordenado el asesinato del denunciante. No es preciso recordar la cercanía de Andreotti a muchos hombres de Iglesia.
Hoy interesa recordar, de entre todos ellos, al Cardenal Casaroli.
Ya hemos comentado en un post anterior “la lealtad de la Iglesia católica” que prometió a Fidel Castro. Añadamos a eso que en 1973 señaló que, en la Unión Soviética, se daban auténticos deseos de paz y que las proclamaciones de coexistencia pacífica no debían considerarse como una simple táctica.¡No se puede pedir más para un obispo católico!, curriculum, ciertamente singular.
Tanto es así que Juan Pablo II, el Magno, le nombró cardenal en 1979 y lo puso al frente de la Secretaría de Estado, el Parolin de entonces, de 1979 a 1990.
No, la mierda, a toneladas, que está saliendo ahora, ya se almacenó anteriormente, al menos en gran parte.
Capitán Ryder
P.D: No faltará quien objete que “no hay pruebas” de que esos prelados fuesen masones. ¿Les parecen poco sus vidas y sus frutos, única medida evángelica?