Cardenal Joseph Zen Ze-kiun |
El cardenal José Zen Zekiun, arzobispo emérito de Hong Kong, publicó el 13 de febrero en su blog, en chino y en italiano el siguiente artículo.
Los subrayados son suyos.
En este trabajo el cardenal Zen analiza cuatro definiciones que hace unos días difundió el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, en relación con el avanzado e inminente acuerdo diplomático entre el Vaticano y el gobierno comunista-hipercapitalista chino.
Como podrán apreciar los lectores, las definiciones del heroico cardenal chino no tienen desperdicio. Y es clarísima la advertencia que lanza al final. Si bien rescata la figura del Papa y lo supone con las mejores intenciones, hace saber muy claramente que si Francisco aprueba el acuerdo tal cual está presentado hoy, la Iglesia sufrirá un cisma; no será el cardenal Zen quien se ponga al frente: pero cisma habrá.
San Pablo dice en una de sus epístolas, la Primera a los cristianos de Corinto, que “Dios elige a los débiles, para confundir a los fuertes”. ¡Qué ejemplo el del cardenal Zen, quien con sus 86 años a cuestas y una figura frágil tiene la valentía y las agallas de enfrentarse al poderoso aparato político-diplomático de la Santa Sede, frente a la traición en curso que está llevando a cabo al renegar de la lucha santa llevada a cabo por los católicos chinos frente a uno de los regímenes políticos más oprobiosos de los últimos siglos!
Respuesta a “Ecco perché dialoghiamo con la Cina”, la entrevista que Su Eminencia el cardenal Parolin concedió a Gianni Valente (es decir, la entrevista cocinada juntos entre los dos).
He leído muchas veces la entrevista, ahora la leo de nuevo (aunque la lectura me repugna) para poder hacer honestamente mis comentarios.
Estoy agradecido a su Eminencia porque ha reconocido que “es legítimo tener opiniones distintas”.
(1) Ante todo, se nota la insistencia con la que Su Eminencia afirma que su punto de vista y el propósito de sus actividades son de naturaleza pastoral, espiritual, evangélica y de fe, mientras que nuestro pensar y obrar es solamente en clave política.
Lo que vemos, en cambio, es que él adora la diplomacia de la Ostpolitik de su maestro Casaroli y desprecia la fe genuina de aquéllos que defienden con firmeza la Iglesia fundada por Jesús en los apóstoles, libre de toda injerencia del poder secular.
No puedo olvidar mi asombro al leer hace unos años un discurso suyo en L'Osservatore Romano, en el que describe a los héroes de la fe en los países centroeuropeos bajo el régimen comunista (cardenal Wyszynsky, cardenal Mindszenty y cardenal Beran, aunque sin nombrarlos) como "gladiadores", "gente que se opuso sistemáticamente al gobierno y ávida de aparecer en el escenario político".
(2) Se nota también la repetida mención de su compasión por el sufrimiento de nuestros hermanos en China. ¡Pero las suyas son lágrimas de cocodrilo! ¿De qué sufrimiento habla? Sabe muy bien que ellos no temen la pobreza, ni la limitación o privación de la libertad, ni tampoco la pérdida de la vida. Pero él no estima en absoluto todo esto (¡son "gladiadores"!)
También habla de las heridas todavía abiertas y que para curarlas pretende aplicar "el bálsamo de la misericordia". ¿Pero de qué heridas habla?
Hacia el final de la entrevista, en un momento dado dice: "francamente, voy a decir: también estoy convencido de que una parte de los sufrimientos experimentados por la Iglesia en China no se debe tanto a la voluntad de las personas individuales, sino a la complejidad objetiva de la situación".
Por lo tanto, él sabe muy bien que en la iglesia en China no se trata (si no raramente) de ofensas o de resentimientos personales, sino que todos son víctimas de la persecución por parte de un poder totalitario ateo. ¿Usar el bálsamo de la misericordia? Pero no hay ofensas personales que perdonar, sino que se trata de una esclavitud de la cual liberarse.
¿Misericordia para los perseguidores? ¿Para sus cómplices? ¿Premiar a los traidores? ¿Castigar a los fieles? ¿Forzar a un obispo legítimo a ceder el puesto a un excomulgado? ¿No es más bien poner sal en las heridas?
Volvamos a la "situación objetiva". El estado doloroso no fue creado por nosotros, sino por el régimen. Los comunistas quieren esclavizar a la Iglesia. Hay quienes rechazan esta esclavitud, hay quienes la padecen, lamentablemente también hay quienes la abrazan.
Frente a esta realidad, ¿es posible no hablar de "poder, resistencia, choque, compromiso, fracaso, rendición, traición"? Parolin quiere que hablemos de comunión y colaboración. ¿Pero hay condiciones? ¿Dónde nos unimos? ¿Cómo colaborar? Venimos a analizar las dos cosas fundamentales que hay que aclarar.
(3) ¿Cuál es la unidad que se quiere alcanzar?
a) Su Eminencia elogia a los católicos chinos y afirma que "no hay dos Iglesias católicas en China". Si no me equivoco, fui el primero en afirmarlo en una reunión del Sínodo de los Obispos, porque en ambas comunidades, en sus corazones, los fieles son fieles al Papa (hoy con el aumento de los oportunistas en la comunidad administrada por el Gobierno ya no me atrevo a aplicar la afirmación a toda la iglesia en China).
Pero Parolin no puede negar que, por el momento, hay dos comunidades con dos estructuras basadas en dos principios diferentes, opuestas entre sí. Una estructura está fundada en el principio del primado de Pedro, sobre el cual Jesús estableció su Iglesia, la otra estructura está impuesta por un gobierno ateo decidido a crear una Iglesia cismático sujeta a su poder.
b) eliminar esta división y rehacer la unidad debe ser el deseo de cada católico, pero no con un golpe de esponja, mucho menos manipulando la carta del papa Benedicto [XVI].
En la carta del Papa emérito está este párrafo (8.10): "Algunos de ellos, no queriendo someterse a un control indebido ejercido sobre la vida de la Iglesia y deseosos de mantener su plena fidelidad al Sucesor de Pedro y a la doctrina católica, se han visto obligados a recibir la consagración clandestinamente. La clandestinidad no está contemplada en la normalidad de la vida de la Iglesia, y la historia enseña que Pastores y fieles han recurrido a ella sólo con el doloroso deseo de mantener integra la propia fe y de no aceptar injerencias de organismos estatales en lo que atañe a la intimidad de la vida de la iglesia".
En este trabajo el cardenal Zen analiza cuatro definiciones que hace unos días difundió el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, en relación con el avanzado e inminente acuerdo diplomático entre el Vaticano y el gobierno comunista-hipercapitalista chino.
Como podrán apreciar los lectores, las definiciones del heroico cardenal chino no tienen desperdicio. Y es clarísima la advertencia que lanza al final. Si bien rescata la figura del Papa y lo supone con las mejores intenciones, hace saber muy claramente que si Francisco aprueba el acuerdo tal cual está presentado hoy, la Iglesia sufrirá un cisma; no será el cardenal Zen quien se ponga al frente: pero cisma habrá.
San Pablo dice en una de sus epístolas, la Primera a los cristianos de Corinto, que “Dios elige a los débiles, para confundir a los fuertes”. ¡Qué ejemplo el del cardenal Zen, quien con sus 86 años a cuestas y una figura frágil tiene la valentía y las agallas de enfrentarse al poderoso aparato político-diplomático de la Santa Sede, frente a la traición en curso que está llevando a cabo al renegar de la lucha santa llevada a cabo por los católicos chinos frente a uno de los regímenes políticos más oprobiosos de los últimos siglos!
TODAVÍA NO HE LLEGADO A ENTENDER
PARA QUÉ DIALOGAN CON CHINA
Respuesta a “Ecco perché dialoghiamo con la Cina”, la entrevista que Su Eminencia el cardenal Parolin concedió a Gianni Valente (es decir, la entrevista cocinada juntos entre los dos).
He leído muchas veces la entrevista, ahora la leo de nuevo (aunque la lectura me repugna) para poder hacer honestamente mis comentarios.
Estoy agradecido a su Eminencia porque ha reconocido que “es legítimo tener opiniones distintas”.
(1) Ante todo, se nota la insistencia con la que Su Eminencia afirma que su punto de vista y el propósito de sus actividades son de naturaleza pastoral, espiritual, evangélica y de fe, mientras que nuestro pensar y obrar es solamente en clave política.
Lo que vemos, en cambio, es que él adora la diplomacia de la Ostpolitik de su maestro Casaroli y desprecia la fe genuina de aquéllos que defienden con firmeza la Iglesia fundada por Jesús en los apóstoles, libre de toda injerencia del poder secular.
No puedo olvidar mi asombro al leer hace unos años un discurso suyo en L'Osservatore Romano, en el que describe a los héroes de la fe en los países centroeuropeos bajo el régimen comunista (cardenal Wyszynsky, cardenal Mindszenty y cardenal Beran, aunque sin nombrarlos) como "gladiadores", "gente que se opuso sistemáticamente al gobierno y ávida de aparecer en el escenario político".
(2) Se nota también la repetida mención de su compasión por el sufrimiento de nuestros hermanos en China. ¡Pero las suyas son lágrimas de cocodrilo! ¿De qué sufrimiento habla? Sabe muy bien que ellos no temen la pobreza, ni la limitación o privación de la libertad, ni tampoco la pérdida de la vida. Pero él no estima en absoluto todo esto (¡son "gladiadores"!)
También habla de las heridas todavía abiertas y que para curarlas pretende aplicar "el bálsamo de la misericordia". ¿Pero de qué heridas habla?
Hacia el final de la entrevista, en un momento dado dice: "francamente, voy a decir: también estoy convencido de que una parte de los sufrimientos experimentados por la Iglesia en China no se debe tanto a la voluntad de las personas individuales, sino a la complejidad objetiva de la situación".
Por lo tanto, él sabe muy bien que en la iglesia en China no se trata (si no raramente) de ofensas o de resentimientos personales, sino que todos son víctimas de la persecución por parte de un poder totalitario ateo. ¿Usar el bálsamo de la misericordia? Pero no hay ofensas personales que perdonar, sino que se trata de una esclavitud de la cual liberarse.
¿Misericordia para los perseguidores? ¿Para sus cómplices? ¿Premiar a los traidores? ¿Castigar a los fieles? ¿Forzar a un obispo legítimo a ceder el puesto a un excomulgado? ¿No es más bien poner sal en las heridas?
Volvamos a la "situación objetiva". El estado doloroso no fue creado por nosotros, sino por el régimen. Los comunistas quieren esclavizar a la Iglesia. Hay quienes rechazan esta esclavitud, hay quienes la padecen, lamentablemente también hay quienes la abrazan.
Frente a esta realidad, ¿es posible no hablar de "poder, resistencia, choque, compromiso, fracaso, rendición, traición"? Parolin quiere que hablemos de comunión y colaboración. ¿Pero hay condiciones? ¿Dónde nos unimos? ¿Cómo colaborar? Venimos a analizar las dos cosas fundamentales que hay que aclarar.
(3) ¿Cuál es la unidad que se quiere alcanzar?
a) Su Eminencia elogia a los católicos chinos y afirma que "no hay dos Iglesias católicas en China". Si no me equivoco, fui el primero en afirmarlo en una reunión del Sínodo de los Obispos, porque en ambas comunidades, en sus corazones, los fieles son fieles al Papa (hoy con el aumento de los oportunistas en la comunidad administrada por el Gobierno ya no me atrevo a aplicar la afirmación a toda la iglesia en China).
Pero Parolin no puede negar que, por el momento, hay dos comunidades con dos estructuras basadas en dos principios diferentes, opuestas entre sí. Una estructura está fundada en el principio del primado de Pedro, sobre el cual Jesús estableció su Iglesia, la otra estructura está impuesta por un gobierno ateo decidido a crear una Iglesia cismático sujeta a su poder.
b) eliminar esta división y rehacer la unidad debe ser el deseo de cada católico, pero no con un golpe de esponja, mucho menos manipulando la carta del papa Benedicto [XVI].
En la carta del Papa emérito está este párrafo (8.10): "Algunos de ellos, no queriendo someterse a un control indebido ejercido sobre la vida de la Iglesia y deseosos de mantener su plena fidelidad al Sucesor de Pedro y a la doctrina católica, se han visto obligados a recibir la consagración clandestinamente. La clandestinidad no está contemplada en la normalidad de la vida de la Iglesia, y la historia enseña que Pastores y fieles han recurrido a ella sólo con el doloroso deseo de mantener integra la propia fe y de no aceptar injerencias de organismos estatales en lo que atañe a la intimidad de la vida de la iglesia".
El padre Jeroom Heyndricks, citando fuera de contexto la frase "no está contemplada en la normalidad de la vida de la Iglesia" tomó como misión difundir la voz en toda China (donde gozó de gran libertad de movimiento): ahora no debe haber más comunidad clandestina, todos deben salir al aire libre, es decir, pasar a formar parte de la comunidad sujeta al gobierno.
En la Comisión para la Iglesia en China hemos señalado este gran error, pero tanto la Secretaría de Estado como la Congregación para la Evangelización de los Pueblos han ignorado esta advertencia, obviamente apoyaron la idea del padre Heyndricks.
Sólo después de dos años, cuando este error ya había hecho un daño inmenso, pudimos poner en el volumen Compendiun algunas notas que tratan de distinguir la reconciliación de los corazones de la unidad en las estructuras.
c) Parolin dice que no se debe "mantener un conflicto perpetuo entre los principios y las estructuras opuestas". Pero obviamente esto no depende de nosotros solos, porque una de las dos estructuras está bajo el poder del gobierno, que la controla ya seguramente y no da ninguna señal para renunciar a ella.
El papa Benedicto XVI dice que el camino de la unidad "no es fácil y que no podrá lograrse de hoy a mañana" (6.,5, 6.6).
Pero nuestros diplomáticos quieren realizar rápidamente un milagro y acusan a los otros de "aferrarse al espíritu de oposición para condenar al hermano" y "usar el pasado como un pretexto para fomentar nuevos resentimientos y cierres" y "no estar dispuestos a perdonar, es decir, que defienden otros.
¡Qué crueles son estos reproches dirigidos a miembros fieles de la Iglesia, que durante largos años han sufrido todo tipo de privaciones y vejaciones por su fidelidad a la verdadera Iglesia!
Cuando la otra parte no tiene ninguna intención de respetar la naturaleza esencial de la Iglesia Católica y de nuestro lado se quiere llegar a una unificación a cualquier costo, sólo hay una opción posible: la de forzar a todos a entrar en la "jaula".
d) ¿Con la solución de la “jaula agrandada” se caminará juntos? ¿Un camino nuevo? ¿Con serenidad? ¿Con confianza? Se dice que será un camino gradual, pero suponemos que los planificadores tienen en mente ya cuál será el siguiente paso después de la legitimación de los ilegítimos. ¿Qué será de los Obispos legítimos según la ley de la Iglesia, pero no reconocidos por el gobierno [chino]? ¿Serán “aceptados”? ¿Es decir, serán admitidos también en la jaula? ¿Habrá finalmente “una” conferencia episcopal legítima? (¿Con el gobierno que tiene la llave de la jaula?)
Parolin y compañía reconocen que esta solución no es perfecta, que es un mal menor. Se puede soportar y sufrir un mal (daño), pero nunca se puede hacer un mal (pecado), por grande o pequeño que sea. Sufrir que otros crean una Iglesia cismática puede ser inevitable, pero no podemos ayudar a su creación.
Además, no hay que temer una iglesia cismática creada por el partido, se desvanecerá con la caída del régimen. ¡Por el contrario, será horrible una iglesia cismática con la bendición del Papa!
(4) Aclarada la naturaleza de la unidad a ser alcanzada, es fácil considerar el siguiente problema: ¿Cómo se hace para alcanzar esa unidad?
Con la reconciliación (ad intra) y con el diálogo (con el gobierno).
a) la reconciliación no será sin dificultad, pero es posible, porque sólo depende de nuestra buena voluntad, el diálogo con el gobierno es más difícil.
b) en Seúl, el papa Francisco había dicho: "La primera condición de un diálogo es la coherencia con la propia identidad".
Es una cuestión de honestidad, de justicia. Necesitamos saber y hacer saber dónde queremos llegar, es decir, según nuestra conciencia cuál será una buena conclusión del diálogo. En nuestro caso, es obviamente: "una verdadera libertad religiosa, la cual no sólo no perjudica, sino que favorece el verdadero bien de la Nación”.
¿Tendremos éxito en este diálogo? ¿Hay esperanza para el éxito? ¿Hay al menos un mínimo de fundamento en la situación actual, cuando el Partido Comunista chino es más poderoso y prepotente que nunca? Cuando, tanto sus acciones como sus pronunciamientos van en la dirección de un control más férreo de toda religión, pero de una manera especial de las llamadas "religiones extranjeras".
Los comunistas no sienten ni siquiera más la necesidad de salvar las apariencias. Las fotografías hacen ver que es el Estado quien administra la Iglesia Católica en China, la cual no es más católica sino china, cismática (es un funcionario del gobierno quien preside la reunión [siempre] conjunta de la Asociación Patriótica y de la llamada “conferencia episcopal”). Los Papas se abstienen de usar la palabra “cisma” por compasión para los que se encuentran en ella no por propia voluntad, sino bajo una presión muy grande.
Por lo que vemos, la Santa Sede está aceptando precisamente esta realidad inaceptable (¿está segura qué está obrando el bien de la Iglesia?).
Para ser verdadero, el diálogo debe partir de una posición de igualdad. No hay verdadero diálogo entre el carcelero y los prisioneros, entre el vencedor y los vencidos. Pero parece precisamente que los nuestros son los que parten de una posición de debilidad. Una fuente confiable dice que la delegación vaticana no pudo discutir el caso del obispo Santiago Zhi Min en manos del gobierno durante más de veinte años, porque ellos se negaron. Me parece que los nuestros deberían haber abandonado la mesa de negociaciones y volver a casa. Aceptar su rechazo equivale a ponerse de rodillas desde el principio.
Después de todo, no somos los vencidos. ¿Nuestros diplomáticos no saben que los fieles de la comunidad clandestina constituyeron, y tal vez todavía constituyen, la mayoría? ¿Que en diferentes lugares tienen iglesias y catedrales? ¿Que en la ciudad, donde obviamente no pueden tener iglesias, celebran Misas en casas privadas no perturbadas por las autoridades de seguridad pública que también están al tanto de todo? Lamentablemente, desde febrero del 2018 podemos esperar un control mucho más estricto por parte del gobierno sobre las actividades de estos hermanos nuestros, también porque el gobierno sabe que ahora tiene también el consentimiento de la Santa Sede.
Mientras sostiene la necesidad de diálogo hacia afuera con el gobierno, el Vaticano ha sofocado el diálogo en el interior de la Iglesia. Con un gesto sumamente grosero, liquidó sin decir nada la Pontificia Comisión para la Iglesia en China constituida por el papa Benedicto [XVI]. Se ha deshecho de la única voz china competente en el Vaticano, el arzobispo Savio, enviándolo como nuncio a Grecia. ¡Lejos de "encontrar la síntesis de la verdad"! ¡Lejos de "descubrir juntos el designio de Dios"! Ellos están seguros de "haber considerado adecuadamente todo".
5) Lo más repugnante que encuentro en toda la entrevista es la explotación deshonesta de las palabras de la carta del papa Benedicto, haciéndolo parecer como si él, Parolin, fuera un fiel partidario del Papa emérito, mientras que en realidad él y el entonces prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos han frustrado todos los esfuerzos del papa Ratzinger para traer de vuelta a la iglesia en China al camino correcto.
Al principio y al final de la entrevista hizo respectivamente dos citas.
a) en el capítulo 4, párrafo 7, el papa Benedicto dice: "no puede buscarse la solución de los problemas existentes a través de un conflicto permanente con las Autoridades civiles legítimas; al mismo tiempo, sin embargo, no es aceptable una docilidad a las mismas cuando interfieren indebidamente en materias que conciernen a la fe y la disciplina de la Iglesia".
b) en el párrafo 6 dijo: (citando Deus caritas est) "la Iglesia no puede y no debe ponerse en el lugar del Estado. Pero no puede ni debe permanecer al margen de la lucha por la justicia".
En ambas citas, Parolin ha explotado la primera mitad, dejando fuera la otra mitad, haciendo perder el equilibrio del pensamiento del papa Benedicto.
(6) Dadas las recientes controversias no puedo en esta ocasión dejar de clarificar mi relación con el papa Francisco, quien cada vez que lo encuentro me llena de ternura.
Es cierto que mis revelaciones de las conversaciones privadas pueden haberle causado vergüenza. Lo siento. Pero todavía estoy convencido de que hay una brecha entre el modo de pensar de Su Santidad y el modo de pensar de sus colaboradores, que tienen un buen juego para explotar el optimismo del Papa para perseguir sus fines. Hasta que se pruebe lo contrario, estoy convencido de que he defendido el buen nombre del Papa de la responsabilidad de las equivocaciones de sus colaboradores y que he comunicado su aliento a mis hermanos en China, que se encuentran, como decimos allí, "en el fuego ardiente y en las aguas profundas”.
Si por casualidad un día se firma un mal acuerdo con China, obviamente con la aprobación del Papa, me retiraré en silencio a una “vida monástica”. Ciertamente como hijo de don Bosco, aunque indigno, no me haré jefe de una rebelión contra el Romano Pontífice, vicario de Cristo en la tierra.
Recemos por el papa Francisco: “que el Señor lo conserve, le dé fuerza, lo haga feliz y lo salve de las manos de sus enemigos”.
Publicado originalmente en italiano en oldyosef.hkdavc.com (blog del cardenal Joseph Zen)
Traducción de: José Arturo Quarracino
En la Comisión para la Iglesia en China hemos señalado este gran error, pero tanto la Secretaría de Estado como la Congregación para la Evangelización de los Pueblos han ignorado esta advertencia, obviamente apoyaron la idea del padre Heyndricks.
Sólo después de dos años, cuando este error ya había hecho un daño inmenso, pudimos poner en el volumen Compendiun algunas notas que tratan de distinguir la reconciliación de los corazones de la unidad en las estructuras.
c) Parolin dice que no se debe "mantener un conflicto perpetuo entre los principios y las estructuras opuestas". Pero obviamente esto no depende de nosotros solos, porque una de las dos estructuras está bajo el poder del gobierno, que la controla ya seguramente y no da ninguna señal para renunciar a ella.
El papa Benedicto XVI dice que el camino de la unidad "no es fácil y que no podrá lograrse de hoy a mañana" (6.,5, 6.6).
Pero nuestros diplomáticos quieren realizar rápidamente un milagro y acusan a los otros de "aferrarse al espíritu de oposición para condenar al hermano" y "usar el pasado como un pretexto para fomentar nuevos resentimientos y cierres" y "no estar dispuestos a perdonar, es decir, que defienden otros.
¡Qué crueles son estos reproches dirigidos a miembros fieles de la Iglesia, que durante largos años han sufrido todo tipo de privaciones y vejaciones por su fidelidad a la verdadera Iglesia!
Cuando la otra parte no tiene ninguna intención de respetar la naturaleza esencial de la Iglesia Católica y de nuestro lado se quiere llegar a una unificación a cualquier costo, sólo hay una opción posible: la de forzar a todos a entrar en la "jaula".
d) ¿Con la solución de la “jaula agrandada” se caminará juntos? ¿Un camino nuevo? ¿Con serenidad? ¿Con confianza? Se dice que será un camino gradual, pero suponemos que los planificadores tienen en mente ya cuál será el siguiente paso después de la legitimación de los ilegítimos. ¿Qué será de los Obispos legítimos según la ley de la Iglesia, pero no reconocidos por el gobierno [chino]? ¿Serán “aceptados”? ¿Es decir, serán admitidos también en la jaula? ¿Habrá finalmente “una” conferencia episcopal legítima? (¿Con el gobierno que tiene la llave de la jaula?)
Parolin y compañía reconocen que esta solución no es perfecta, que es un mal menor. Se puede soportar y sufrir un mal (daño), pero nunca se puede hacer un mal (pecado), por grande o pequeño que sea. Sufrir que otros crean una Iglesia cismática puede ser inevitable, pero no podemos ayudar a su creación.
Además, no hay que temer una iglesia cismática creada por el partido, se desvanecerá con la caída del régimen. ¡Por el contrario, será horrible una iglesia cismática con la bendición del Papa!
(4) Aclarada la naturaleza de la unidad a ser alcanzada, es fácil considerar el siguiente problema: ¿Cómo se hace para alcanzar esa unidad?
Con la reconciliación (ad intra) y con el diálogo (con el gobierno).
a) la reconciliación no será sin dificultad, pero es posible, porque sólo depende de nuestra buena voluntad, el diálogo con el gobierno es más difícil.
b) en Seúl, el papa Francisco había dicho: "La primera condición de un diálogo es la coherencia con la propia identidad".
Es una cuestión de honestidad, de justicia. Necesitamos saber y hacer saber dónde queremos llegar, es decir, según nuestra conciencia cuál será una buena conclusión del diálogo. En nuestro caso, es obviamente: "una verdadera libertad religiosa, la cual no sólo no perjudica, sino que favorece el verdadero bien de la Nación”.
¿Tendremos éxito en este diálogo? ¿Hay esperanza para el éxito? ¿Hay al menos un mínimo de fundamento en la situación actual, cuando el Partido Comunista chino es más poderoso y prepotente que nunca? Cuando, tanto sus acciones como sus pronunciamientos van en la dirección de un control más férreo de toda religión, pero de una manera especial de las llamadas "religiones extranjeras".
Los comunistas no sienten ni siquiera más la necesidad de salvar las apariencias. Las fotografías hacen ver que es el Estado quien administra la Iglesia Católica en China, la cual no es más católica sino china, cismática (es un funcionario del gobierno quien preside la reunión [siempre] conjunta de la Asociación Patriótica y de la llamada “conferencia episcopal”). Los Papas se abstienen de usar la palabra “cisma” por compasión para los que se encuentran en ella no por propia voluntad, sino bajo una presión muy grande.
Por lo que vemos, la Santa Sede está aceptando precisamente esta realidad inaceptable (¿está segura qué está obrando el bien de la Iglesia?).
Para ser verdadero, el diálogo debe partir de una posición de igualdad. No hay verdadero diálogo entre el carcelero y los prisioneros, entre el vencedor y los vencidos. Pero parece precisamente que los nuestros son los que parten de una posición de debilidad. Una fuente confiable dice que la delegación vaticana no pudo discutir el caso del obispo Santiago Zhi Min en manos del gobierno durante más de veinte años, porque ellos se negaron. Me parece que los nuestros deberían haber abandonado la mesa de negociaciones y volver a casa. Aceptar su rechazo equivale a ponerse de rodillas desde el principio.
Después de todo, no somos los vencidos. ¿Nuestros diplomáticos no saben que los fieles de la comunidad clandestina constituyeron, y tal vez todavía constituyen, la mayoría? ¿Que en diferentes lugares tienen iglesias y catedrales? ¿Que en la ciudad, donde obviamente no pueden tener iglesias, celebran Misas en casas privadas no perturbadas por las autoridades de seguridad pública que también están al tanto de todo? Lamentablemente, desde febrero del 2018 podemos esperar un control mucho más estricto por parte del gobierno sobre las actividades de estos hermanos nuestros, también porque el gobierno sabe que ahora tiene también el consentimiento de la Santa Sede.
Mientras sostiene la necesidad de diálogo hacia afuera con el gobierno, el Vaticano ha sofocado el diálogo en el interior de la Iglesia. Con un gesto sumamente grosero, liquidó sin decir nada la Pontificia Comisión para la Iglesia en China constituida por el papa Benedicto [XVI]. Se ha deshecho de la única voz china competente en el Vaticano, el arzobispo Savio, enviándolo como nuncio a Grecia. ¡Lejos de "encontrar la síntesis de la verdad"! ¡Lejos de "descubrir juntos el designio de Dios"! Ellos están seguros de "haber considerado adecuadamente todo".
5) Lo más repugnante que encuentro en toda la entrevista es la explotación deshonesta de las palabras de la carta del papa Benedicto, haciéndolo parecer como si él, Parolin, fuera un fiel partidario del Papa emérito, mientras que en realidad él y el entonces prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos han frustrado todos los esfuerzos del papa Ratzinger para traer de vuelta a la iglesia en China al camino correcto.
Al principio y al final de la entrevista hizo respectivamente dos citas.
a) en el capítulo 4, párrafo 7, el papa Benedicto dice: "no puede buscarse la solución de los problemas existentes a través de un conflicto permanente con las Autoridades civiles legítimas; al mismo tiempo, sin embargo, no es aceptable una docilidad a las mismas cuando interfieren indebidamente en materias que conciernen a la fe y la disciplina de la Iglesia".
b) en el párrafo 6 dijo: (citando Deus caritas est) "la Iglesia no puede y no debe ponerse en el lugar del Estado. Pero no puede ni debe permanecer al margen de la lucha por la justicia".
En ambas citas, Parolin ha explotado la primera mitad, dejando fuera la otra mitad, haciendo perder el equilibrio del pensamiento del papa Benedicto.
(6) Dadas las recientes controversias no puedo en esta ocasión dejar de clarificar mi relación con el papa Francisco, quien cada vez que lo encuentro me llena de ternura.
Es cierto que mis revelaciones de las conversaciones privadas pueden haberle causado vergüenza. Lo siento. Pero todavía estoy convencido de que hay una brecha entre el modo de pensar de Su Santidad y el modo de pensar de sus colaboradores, que tienen un buen juego para explotar el optimismo del Papa para perseguir sus fines. Hasta que se pruebe lo contrario, estoy convencido de que he defendido el buen nombre del Papa de la responsabilidad de las equivocaciones de sus colaboradores y que he comunicado su aliento a mis hermanos en China, que se encuentran, como decimos allí, "en el fuego ardiente y en las aguas profundas”.
Si por casualidad un día se firma un mal acuerdo con China, obviamente con la aprobación del Papa, me retiraré en silencio a una “vida monástica”. Ciertamente como hijo de don Bosco, aunque indigno, no me haré jefe de una rebelión contra el Romano Pontífice, vicario de Cristo en la tierra.
Recemos por el papa Francisco: “que el Señor lo conserve, le dé fuerza, lo haga feliz y lo salve de las manos de sus enemigos”.
Publicado originalmente en italiano en oldyosef.hkdavc.com (blog del cardenal Joseph Zen)
Traducción de: José Arturo Quarracino