La enésima entrevista de Francisco con Scalfari ha dejado dos graves herejías, puestas en boca del Papa por su amigo, director de la Repubblica. No es la primera vez que se cita a Francisco como si no creyera en el infierno ni en la inmortalidad del alma humana. Sala Stampa emite un comunicado que ni confirma ni desmiente.
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Scalfari: “Pero, ¿qué pasa con las almas malas? ¿Dónde son castigadas?
Francisco: “No son castigadas, las que se arrepienten obtienen el perdón de Dios y entran en las filas de las almas que Le contemplan, pero aquellas que no se arrepienten y no pueden, por tanto, ser perdonadas, desaparecen. No hay infierno, lo que hay es la desaparición de las almas pecadoras”
Con estas palabras de Su Santidad, dentro de una nueva entrevista, la enésima concedida a su amigo, el periodista ateo Eugenio Scalfari, se han desayunado esta mañana los lectores del diario italiano La Repubblica, hoy Jueves Santo.
La noticia de que “el Papa ha abolido el Infierno”, como es natural, ha corrido como la pólvora, no solo en redes sociales: ese era también el titular aparecido en el diario británico The Times.
Naturalmente, la Oficina de Prensa vaticana se ha apresurado en su tarea, ya habitual, de apagafuegos de urgencia, con un desmentido que, sinceramente, equivale a aparecer con un cubito de playa en el incendio de Roma. Un desmentido que ni confirma ni desmiente las palabras del Papa.
“El Santo Padre ha recibido recientemente al fundador del diario La Repubblica en un encuentro privado con ocasión de la Semana Santa, pero sin dar ninguna entrevista. Lo que publica hoy en el artículo su autor es el resultado de su reconstrucción, en la que no se reproducen las palabras exactas pronunciadas por el Papa. Por tanto, ninguna cita del mencionado artículo puede considerarse puede considerarse una transcripción fiel de las palabras del Santo Padre”.Se nos amontonan las preguntas.
Por ejemplo: si lo que aparece publicado no es una ‘transcripción fiel’ de las palabras del Papa sino una ‘reconstrucción’ que ha hecho Scalfari de las mismas, ¿cuáles fueron esas palabras, esta vez fielmente transcritas? No es como si estuviéramos hablando del tiempo, ni siquiera del Cambio Climático o la inmigración ilegal masiva; es leer en unas declaraciones atribuidas al Vicario de Cristo dos proposiciones heréticas: que no hay infierno y que algunas almas son aniquiladas. No sé, a los fieles, sobre todo después del revuelo mediático, quizá les tranquilizaría una profesión de fe del Papa a este respecto.
Más: entendemos que Scalfari es un hombre mayor, nonagenario ya, pero se mantiene intelectualmente activo y nadie ha puesto en duda su agudeza mental ni nada sugiere que padezca algo parecido a la demencia senil. ¿Cómo, entonces, puede ‘construir’ tan rematadamente mal lo que le acaba de decir el Papa? “No existe el infierno”, dicho por un Pontífice a un periodista, no es uno de esos comentarios que uno deje pasar sin asegurarse de que ha oído bien. No todos los días es uno testigo de cómo un Papa contradice dos mil años de doctrina.
Así que, o la ‘construcción’ es fiel al sentido, si no a las palabras exactas, o Scalfari, simple y llanamente, miente, en cuyo caso el desmentido debería expresarlo así para evitar malentendidos.Y esto nos lleva a otra cuestión que nos tiene perplejos: ¿por qué? Ni siquiera es la primera vez. Scalfari ya entrevistó a Francisco y la bendita Oficina de Prensa también tuvo que salir al quite en su momento para decir que el Papa tampoco había dicho exactamente lo que el entrevistador le atribuía. La Oficina de Prensa, insistimos, porque el Papa no desmintió nada personalmente.
¿Por qué repetir? ¿Por qué volver a arriesgarse al escándalo, al desánimo de los fieles, al regodeo de los enemigos de la Iglesia? “Es que al Papa le cae muy bien Scalfari”, he llegado a leer. ¿Y? Es el Papa, es el Vicario de Cristo, lleva ya cinco años en el Trono de Pedro (y justo antes no era exactamente un curita rural). Tiene, por fuerza, que saber que cada una de sus palabras va a tener un enorme eco a lo largo y ancho del planeta. No puede permitirse lo que, en otros, podría disculparse como un simple desahogo trivial o torpeza inconsecuente.
Seguimos. El asunto de esta nueva confusión -los Novísimos, nuestro destino después de la muerte- no es, en sí mismo, nuevo. Ambos protagonistas lo trataron en el último malentendido público. También entonces se publicó que el Papa había expresado opiniones del todo concordes con lo que hemos leído hoy, y nunca desmentidas personalmente por el propio Santo Padre. ¿Quiere decirnos algo Francisco?
Carlos Esteban