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viernes, 18 de mayo de 2018

Francesco dice que está preparado para renunciar. Pero a condición de que... (Sandro Magister)




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Con una curiosa suma de coincidencias, las palabras "testamento" y "dimisión" han estado muchas veces, durante los días pasados, en la boca y en la pluma del papa Francisco, en alguna medida aplicadas también a sí mismo.
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Para comenzar, en la homilía matutina en Santa Marta, el martes 15 de mayo, Francisco recomendó a todos, pero en especial a los obispos, que estén preparados para “redactar un testamento”, similar al hecho por el apóstol san Pablo cuando se despidió de la comunidad de Éfeso, tal como se relata en el capítulo 20 de los Hechos de los Apóstoles, leído en las Misas de ese día y del día siguiente.
No un testamento "mundano" – ha explicado el Papa – como cuando se dice: "Esto lo dejo a aquél, eso a aquél otro, aquello a otro…", con "muchos bienes" para distribuir. Sino un testamento "que nos haga ver el camino de cada obispo en el momento de despedirse" y que suene como "una especie de examen de conciencia del obispo frente a su presbiterio".
En esta homilía Francisco repitió una afirmación que está en su corazón y sobre la que vuelve con frecuencia: que san Pablo, al hacer un balance de su propia vida, "se jacta de sus propios pecados". Cosa que en los escritos de san Pablo precisamente no es así, y ni siquiera en sus discursos informados en los Hechos de los Apóstoles, como Settimo Cielo ya puso en evidencia.
Pero no es éste el punto. Más bien, es la insistencia del papa Francisco sobre la obediencia a lo que dicta el Espíritu Santo, más aún, lo que "obliga" a hacer, aunque esto signifique para el pastor dejar la grey, con la cual "no nos veremos más".
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Al día siguiente, el miércoles 16 de mayo, la cuestión del testamento y de la renuncia se ha planteado todavía con más vigor, esta vez involucrando en primera persona no a uno sino a dos Papas.
"L'Osservatore Romano" anticipó el texto de un manuscrito inédito de Pablo VI, reproducido en un libro de monseñor Leonardo Sapienza sobre ese Papa, salido a la venta en estos días: "La barca di Paolo", Edizioni San Paolo, Cinisello Balsamo, 2018.
El manuscrito tiene la fecha del 2 de mayo de 1965 y es una carta para el Decano de los cardenales, carta en la que Giovanni Battista Montini – que en esa fecha era Papa por menos de dos años – se dice dispuesto a renunciar al papado "en caso de enfermedad que se presuma incurable o de larga duración, y que impida ejercer suficientemente las funciones de nuestro ministerio apostólico; o bien en el caso que otro impedimento grave y prolongado constituya también un obstáculo para ese ejercicio ".
Pocas semanas más tarde, el 30 de junio de 1965, Pablo VI escribió también las célebres "Notas para nuestro testamento", completadas por breves agregados en 1972 y 1973. Pero estos agregados ya son conocidos, mientras que la carta de su renuncia es publicada ahora por primera vez.
Pero hay más. Porque "L'Osservatore Romano" ha publicado también las breves palabras que el papa Francisco escribió, el 8 de diciembre de 2017, como comentario a ese texto de Pablo VI.
A partir de esto sabemos que Jorge Mario Bergoglio comparte plenamente el paso dado por su predecesor.
En efecto, escribe Francisco:
"Lo que a él [a Pablo VI - ndr] le importan son las necesidades de la Iglesia y del mundo. Y un Papa impedido por una grave enfermedad no podría ejercer con suficiente eficacia el ministerio apostólico. Por eso, en conciencia, y luego de una madura reflexión, él señala su voluntad precisa, para el bien superior de la Santa Iglesia".
Esto permite entender que también Francisco, en caso de que se hicieran presentes los impedimentos evocados por Pablo VI, estaría dispuesto a renunciar al papado, como además ya había planteado la hipótesis en otras oportunidades.
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Una vez suministrados estos pronunciamientos del papa Francisco respecto a su voluntad última y a la de otros pastores de la Iglesia, se señala además que recientemente la Secretaría de Estado ha distribuido a todos los cardenales, a los nuncios apostólicos y a los superiores de curia cinco páginas de "Indicaciones para la redacción del testamento", fechadas el 18 de febrero de 2018.
El motivo principal de estas instrucciones se declara en ellas inmediatamente: "No generar discusiones y divisiones, especialmente entre los parientes".
La primera indicación es redactar el testamento "con el Notario vaticano", o bien escribirlo con un bolígrafo desde el principio al fin, firmarlo y fecharlo en cada una de sus páginas y conservarlo en un sobre cerrado, no en casa sino "en un lugar seguro, por ejemplo, en el Instituto para las Obras de Religión, que dispone de una oficina especial".
En segundo lugar, "puestos a salvo los derechos que la ley reserva a los herederos legitimados", se sugiere indicar como "heredero universal" a un ente eclesiástico civilmente reconocido y "exento de impuestos a la sucesión", con la advertencia de "indicar las finalidades no lucrativas por las cuales se han traspasado los bienes a ese ente determinado".
Por ejemplo, "si el heredero es el Santo Padre, la finalidad será: 'para sus obras de caridad, o bien para el Óbolo de San Pedro'", mientras que "si el heredero es una Congregación religiosa, la finalidad será 'para las obras de caridad del Instituto'".
Las últimas dos páginas de las "Indicaciones" están justamente ocupadas por el facsímil de un testamento, con la indicación en el encabezamiento del "heredero universal" (el Papa, la diócesis, la Orden religiosa, el seminario, etc.) al cual dejar los bienes y la obligación de asignar algunos a quien se indique (la casa, el automóvil, los libros, los muebles, etc.), además del encargo de cubrir los gastos para la sepultura y los honorarios para el albacea testamentario.
Todo esto con la finalidad de "no usar el cargo eclesiástico para aumentar el patrimonio de la propia familia". Porque, por el contrario, "todo lo que se ha recibido de la comunidad cristiana, o del ministerio sagrado, debe volver a estar al servicio de la misma y, en especial, de los pobres".
Sandro Magister