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Increíble, pero cierto. La oleada revisionista que con evidente beneplácito del papa Francisco está atropellando la encíclica de Pablo VI, "Humanae vitae", se estrella en el Vaticano contra un escollo que defiende esta encíclica justamente en su enseñanza más controvertida, esto es, el recurso únicamente a los ritmos naturales de la fecundidad para el ejercicio de la “paternidad responsable”, y no a los anticonceptivos artificiales: aquéllos son admitidos, éstos últimos son condenados.
El elemento más sorprendente de la noticia es que la persona que se manifiesta contra la corriente, en abierta defensa de la auténtica enseñanza de "Humanae vitae", es precisamente aquél a quien Francisco puso hace dos años como cabeza del refundado Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y de la Familia, esto es, del Instituto que debería sostener y reforzar la nueva línea de la Iglesia en esta materia. Es el teólogo milanés PierAngelo Sequeri (en la foto), especialista de valor reconocido, un gigante en comparación con ese Vincenzo Paglia que teóricamente estaría por encima de él, como Gran Canciller del mismo Instituto, además de ser presidente de la Pontificia Academia para la Vida, también él promovido a esta doble tarea por el papa Francisco, y notoriamente inclinado a admitir la licitud de la píldora y de los otros anticonceptivos.
La ocasión que Sequeri aprovechó para intervenir sobre la "Humanae vitae" fue un congreso importante dedicado a Pablo VI, celebrado el 9 y 10 de mayo en la Universidad Católica de Milán. El texto de su conferencia fue publicado casi íntegramente en "Avvenire", el diario de la Conferencia Episcopal Italiana, el mismo día en el que Sequeri la pronunció:
Es un texto de extraordinario espesor teológico, para ser leído en su totalidad, especialmente allí donde identifica el fundamento último del amor generativo entre el hombre y la mujer, no tanto en el simbolismo nupcial de la relación entre Dios y su pueblo, sino antes todavía y más a fondo en la vida del Dios trinitario, en la generación eterna del Padre en el Hijo, quien se exhala como Espíritu.
Es hacia este fundamento que Sequeri reconduce "la íntima unión del significado unitivo y procreativo" sacado a la luz por "Humanae vitae".
Y es así que él da razón a lo que la encíclica enseña a favor del recurso a los ritmos naturales de la fecundidad y contra los anticonceptivos artificiales:
"La íntima unión del significado unitivo y del significado procreativo instituye la justicia del acto propio de la intimidad conyugal. La integridad de esa unión pertenece a la estructura simbólica del acto conyugal: custodia el significado natural del afecto conyugal, también independientemente del efecto procreativo que los ritmos naturales de sus condiciones ya de por sí no imponen automáticamente.
"En este marco, parece entonces justificable – honesta, lícita, coherente – la práctica de la intimidad conyugal que reconoce y consiente la suspensión natural del efecto generativo, mientras que resulta injustificable la práctica que procura e impone una esterilización artificial del acto conyugal[subrayado nuestro].
"El ritmo personal de la unión y de la abstención, que armoniza el señorío de la voluntad con el ritmo 'natural' de la fecundidad y de la infertilidad, aparece como el paradigma de un sendero precioso de educación y de maduración.
"Pablo VI es consciente del hecho que esta enseñanza no será quizás fácilmente aceptada por todos (HV, n. 18). Al mismo tiempo, francamente, reconoce el peso que esta línea de responsabilidad comporta, en orden a la conciliación de las dinámicas conyugales con la fidelidad a sus principios. La comprensión de los momentos en los que este esfuerzo debe llegar a un acuerdo con nuestra fragilidad y vulnerabilidad está en la cuenta de esta conciencia".
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Esto es lo que ha dicho el decano del Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y de la Familia. Al publicar su conferencia "Avvenire" no dio el más mínimo relieve al pasaje en el que confirma la condena de los anticonceptivos artificiales. Y se puede entender esta reticencia, al estar también el diario de los obispos italianos empeñado desde hace meses en archivar esa condena y en adecuar la "Humanae vitae" a los presuntos "nuevos paradigmas" inaugurados por el papa Francesco.
En efecto, el actual Papa se ha pronunciado como admirador de Pablo VI, de la “genialidad profética” con la que escribió la "Humanae vitae" y de su “valentía al alinearse contra la mayoría, al defender la disciplina moral, al ejercer un freno cultural, al oponerse al neo-malthusianismo presente y futuro".
Pero Francisco no ha dejado de insistir en el hecho que "todo depende de cómo se interprete 'Humanae vitae'", porque “la cuestión no es cambiar la doctrina, sino profundizar y hacer efectivamente que la pastoral tenga en cuenta las situaciones y lo que para las personas es posible hacer".
Éste es el salvoconducto papal de la que se hacen fuerte las personas y las instituciones que se mueven en apoyo de una revisión de "Humanae vitae", desde el cardenal Walter Kasper a monseñor Paglia, desde la Pontificia Universidad Gregoriana – con la ahora célebre conferencia del profesor Maurizio Chiodi – al diario de los obispos italianos.
No hay que subestimar la voz de alto dada por Sequeri, ya que proviene de un teólogo al cual el papa Francisco le confirió un destacado rol de conducción.
Pero hay que excluir que detendrá la ola revisionista. En el “proceso” puesto en movimiento por Jorge Mario Bergoglio también puede estar la voz de Sequeri, junto a muchas otras opuestas, pero serán éstas últimas las que prevalezcan.
En el transcurrir de este año Francisco proclamará santo al Papa de la "Humanae vitae". Pero es fácil prever que sucederá con Pablo VI y su encíclica lo que ya sucedió con Juan Pablo II, también él canonizado y alabado como “el Papa de la familia”, justamente mientras se abatía la enseñanza respecto a la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar y se legitimaba de hecho el divorcio.
Sandro Magister