El pasado otoño, la prensa polaca publicó el borrador de las directrices de la Conferencia Episcopal Polaca (KEP) para aplicar la exhortación Amoris Laetitia, tan restrictivas como era esperable para muchos. Pero su redacción final es significativamente distinta, mucho más del agrado del Vaticano. ¿Qué ha pasado?
Ha pasado que eso de la descentralización de la Iglesia está muy bien y es de aplaudir siempre que lleve a las conclusiones que gusten en Roma. Hasta para equivocarse hay que hacerlo en la dirección ‘correcta’.
En definitiva, la presión del Vaticano sobre los obispos polacos en este tiempo ha sido constante y, a la larga, irresistible. Lo cuenta en exclusiva la publicación italiana La Fede Quotidiana, que hace referencia a fuentes anónimas fiables según las cuales el propio secretario de Estado, Cardenal Pietro Parolin les bombardeó con mensajes advirtiéndoles que, si no cambiaban de actitud, estarían “rompiendo la unidad con el Papa”.
Aún más intensa y directa fue la presión del nuncio en Varsovia, Monseñor Salvatore Pennacchio, presente en las asambleas plenarias de la KEP y muy activo en hacer contactos con los obispos más reacios a la reforma.
Han sido meses de continuos tiras y aflojas bajo cuerda, que han tenido momentos en los que la ruptura parecía inevitable. Al final, los obispos polacos han cedido y obedecen, formalmente de forma unánime, pero con absoluta renuencia.
Otra cosa es el ‘clero de base’, sobre todo el rural, muy conservador, y en la poderosa Radiomaria, o en la publicación Nasz Dziennik, que no ocultan su desagrado.
El texto final se ha limitado a dejar fuera de las directrices la cuestión más espinosa, la de la comunión a los divorciados vueltos a casar que hacen vida marital con su segundo cónyuge. En el borrador publicado en otoño, la respuesta a su licitud era un rotundo NO.
Según declaraciones confidenciales de un obispo polaco a La Fede Quotidiana, la KEP ha querido evitar por todos los medios que se repita en Polonia lo que ha sucedido -está sucediendo- en Alemania con el asunto de la intercomunión.
“Mejor no echar leña al fuego”, resume un obispo. Así que se ha dejado la redacción del texto al Obispo de Katowice, Wiktor Skworc, muy bienquisto de Francisco.
De Skworc se ha comentado mucho en medios eclesiales polacos su decisión de cesar, sin explicaciones ni contemplaciones, al director del diario diocesano, Goscniedzielny, cercano a las tesis tradicionalistas.
Desde entonces, Goscniedzielny ha perdido muchos lectores y está en crisis.
Carlos Esteban