El papa emérito Benedicto XVI publicó un texto sobre los judíos en la revista teológica Communio.
Según publica el 6 de julio KathPress.at, el texto, titulado “Grace and vocation without remorse” [Gracia y vocación sin remordimiento], está fechado el 26 de octubre de 2017, con la firma “Joseph Ratzinger – Benedicto XVI”.
Es una reflexión entregada al cardenal Kurt Koch, quien convenció a Ratzinger para que la publicara.
El texto aborda dos temas, la “teoría de la sustitución” y el hecho que “[es obvio que] la alianza nunca fue abrogada”. Pero Ratzinger está más interesado en la corrección política que en la verdad teológica.
Él afirma que es “básicamente verdad” que “Israel no está sustituida por la Iglesia”, pero es verdad sólo en un sentido sociológico, no teológico, porque después de Cristo “no hay distinción entre judíos y griegos” (Rm 10, 12).
En consecuencia, no puede haber un camino “judío” de salvación sin Cristo, tal como afirmó el hereje cardenal Walter Kasper.
Al no hacer distinciones claras, el texto de Ratzinger es una fuente de confusión, no de claridad.
Contradiciendo su afirmación previa, según la cual él rechaza el mesianismo político, Ratzinger afirma incluso que el Estado [secular] de Israel “puede expresar en un sentido más amplio la fidelidad de Dios al pueblo de Israel”, lo cual constituye una tesis fuertemente rechazada por los judíos religiosos.
Una confusión similar crea Ratzinger cuando habla de la “alianza que nunca fue abrogada”. Es un lugar común que Cristo no abrogó la alianza, sino que la perfeccionó.
Pero san Pablo declara que los judíos religiosos que rechazaron la alianza eterna de Cristo carecen de “un conocimiento pleno” (Rm 10, 2). Los llama “incrédulos”, “rebeldes” (Rm 10, 21), reprobados (Rm 11, 15), obstinados en su incredulidad (Rm 11, 23), presumidos (Rm 11, 25), impíos (Rm 11, 26) y enemigos (Rm 11, 28).
De este modo, la alianza está todavía vigente, pero los judíos que se distanciaron de ella no se benefician, porque “no son hijos de Dios los hijos según la carne, sino que los hijos de la promesa se cuentan como descendencia [de Abraham]” (Rm 9, 8).