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jueves, 30 de agosto de 2018

Estos son los obispos americanos que piden investigar las acusaciones de Viganò (Carlos Esteban)



En el momento de escribir este artículo, son ya ocho los obispos americanos que han dado un paso al frente, exigiendo que se tome en serio el Informe Viganò y que el Papa dé una respuesta a los cargos.

Al inexplicable silencio de Su Santidad a las duras acusaciones que contra él y su Curia vierte el ya famoso Informe Viganò se suma un extraño, casi sonoro, silencio por parte de sus hermanos en el episcopado.

Es, si cabe, más ominoso que el primero, al que, al fin, se le pueden encontrar algunas explicaciones lógicas, malintencionadas o no. Pero los escasos y titubeantes apoyos episcopales al Santo Padre en estos momentos cruciales han deconcertados a los más acérrimos partidarios de la ‘primavera eclesial’ que supuestamente ha de traer Francisco.

En Estados Unidos, los críticos del documento han sido, sobre todo, parte interesada, como ya hemos informado en otra parte, precisamente los mismos que aparecen citados en el informe y retratados de un modo poco halagüeño, como Tobin, Cupich o Wuerl, y no puede tampoco decirse que hayan sido muy afortunados en sus comentarios.

En España, el silencio episcopal desanima hasta tal punto a los forofos de la renovación que uno de los más señalados, Jesús Bastante, de Religión Digital, llega a dar como “respaldo al Papa” en estos difíciles momentos una carta del Cardenal Blázquez … del 23 de agosto. Todo clarividencia, el cardenal veía lo que se le venía encima al Papa antes de que ocurriera.

Por el contrario, sí han empezado a oírse voces, entre algunos prelados norteamericanos, que piden explicaciones y se niegan a aceptar la negativa papal a responder a las acusaciones. Se ve que en ese país, la célebre ‘parresia’ -libertad de expresión, básicamente- que nos pedía el Papa en el pasado viene de serie.

El primero en abrir fuego fue Monseñor Joseph Strickland, obispo de Tyler, en Texas, en una nota dirigida a todos los fieles de su diócesis y publicada en la página web de la misma. En ella afirma que, “aunque todavía se trata de alegaciones, yo, como pastor vuestro, las encuentro creíbles”. Pide a continuación que se aplique con ellas la misma vara de medir que cualquier otra acusación verosímil de esta naturaleza, es decir, que se inicie una investigación. “No tengo autoridad para lanzar una investigación así, pero prestaré mi voz del modo que sea necesario para solicitar esta investigación y urgir a que sus resultados exijan responsabilidades a todos aquellos a los que se halle culpables, incluso al más alto nivel en la Iglesia”.

Para bien o para mal, al de Tyler hay que reconocerle un valor innegable, de ‘Solo ante el peligro’ (muy de Texas, si se me permite el tópico). Pero no permaneció mucho tiempo solo. El titular de una de las diócesis de más rápido crecimiento en la Unión, Phoenix, Arizona, Monseñor Thomas Olmsted, salió a romper una lanza a favor de Viganó. Su caso tiene el mérito añadido de que Olmsted colaboró largos años con el propio Viganò en Roma y le conoce bien.

“Conozco al Arzobispo de Carlo Maria Viganò desde hace 39 años”, dice Olmsted en su nota pública para dar peso a sus palabras. Añade que, si bien no puede dar personalmente fe de la veracidad de sus acusaciones, “puedo darla de su veracidad personal; siempre le he apreciado como a un hombre veraz, íntegro y fiel”.

“Por esta razón”, concluye Olmsted, “pido que todos tomen en serio el testimonio del arzobispo Viganò y que se investigue a fondo cada alegación que hace”.

Sigue el obispo de Tulsa, Oklahoma, Monseñor David A. Konderla, en su página de Facebook, donde recuerda que fue Viganò quien le comunicó su ascenso al episcopado. Y añade: “Las alegaciones que detalla marcan un buen lugar desde donde iniciar las investigaciones que deben llevarse a cabo para restaurar la santidad y responsabilidad de los dirigentes de la Iglesia”.

En otra diócesis del mismo estado, Oklahoma City, su titular, Mons. Paul S. Coakley, se une a la demanda de su paisano: Aunque carezco de conocimiento o experiencia personal sobre los detalles contenidos en su «testimonio», siento el más profundo respeto por Mons. Viganò y su integridad personal. Sus afirmaciones, que aún no han sido investigadas o demostradas, confirman la urgencia de una investigación exhaustiva del progreso del arzobispo McCarrick en la jerarquía eclesiástica, dado su historial de presuntos abusos, que involucraron a seminaristas y jóvenes”.

Robert C. Morlino, de la Diócesis de Madison, destaca entre todos ellos por la audacia y desparpajo de su nota, donde dispara contra más de un blanco. Morlino fue el primero que se atrevió, en el episcopado americano, a decir que la presente crisis está causada principalmente por la homosexualidad rampante en el clero, que compara con la pedofilia y culpa a la “subcultura gay” de que tantos sacerdotes hayan abusado de menores.

En cuanto al escrito de Viganó, asegura que “cumple sobradamente los criterios de una acusación creíble, y desde luego se impone una investigación de acuerdo a los procedimientos canónicos adecuados”.

Morlino le da un especial ‘repaso’ a la prensa de su país en la nota: “El Papa Francisco dijo expresamente que las conclusiones habría que confiarlas a la “madurez profesional” de los periodistas. En Estados Unidos y otras partes, de hecho, pocas cosas hay más cuestionables que la madurez profesional de los periodistas. El sesgo de los medios mayoritarios no podría ser más evidente, como casi todo el mundo advierte. Nunca achacaría madurez profesional al periodismo del National Catholic Reporter, por ejemplo. (Y, como era de prever, dirige la carga en la campaña de descrédito contra el arzobispo Viganò)”.

El obispo auxiliar de Los Angeles Robert Barron es un popularizador habitual de las redes, fundador de Word on Fire, dedicada a la propagación y explicación de la palabra. Ha publicado un artículo en el que defiende la necesidad de tomarse en serio el informe y demanda que se dé una respuesta a las graves acusaciones.
A continuación se ha sumado Monseñor Thomas Paprocki, obispo de Springfield, Illinois. En una nota, califica la respuesta del Papa a las acusaciones presentados por Viganò como “inadecuada” y urge a una investigación en profundidad en la que la Santa Sede ponga a la disposición de sus responsables todos los archivos disponibles a fin de que la situación “se revise por completo y se estudie con atención”.

Y, ‘last but not least’, el Gran Ignorado por Su Santidad, el Cardenal Raymond Burke, que en entrevista concedida a LifeSiteNews ha insistido, entre otras cosas, en que “cada declaración [del informe] debe someterse a una investigación según el derecho procesal eclesiástico consagrado por el tiempo”.

Carlos Esteban