No sé por qué se me viene a lo mente todo cuanto está descrito en el Libro del Apocalipsis, el último de la Biblia, escrito por San Juan Evangelista, el discípulo amado de Jesús, hacia el final del imperio de Domiciano (año 95 d.C.), cuando se encontraba desterrado en la isla de Patmos. Así comienza el Prólogo de este libro profético, válido para todos los tiempos y lugares, pues es Palabra de Dios:
"Revelación de Jesucristo, que Dios le concedió para que mostrase a sus siervos las cosas que han de suceder pronto, dadas a conocer por medio de un ángel a su siervo Juan, el cual atestigua que todo lo que ha visto es palabra de Dios y testimonio de Jesucristo. Bienaventurado el que lee y el que escucha las palabras de esta profecía y los que observan lo que en ella está escrito, pues el tiempo está cerca" (Ap 1, 1-3)
Al pasar las páginas, me encuentro con el capítulo 13, que sería conveniente leer completamente, pues no parece sino una descripción de lo que está ocurriendo en la actualidad. Se titula "Las dos bestias". Hace referencia al falso profeta, que es el que precede al anticristo, que es -a su vez- esclavo del Dragón (el Diablo). Se habla de una bestia que emerge del mar, con diez cuernos y siete cabezas. Sobre los cuernos, diez diademas, y sobre sus cabezas nombres de blasfemia. Y, además, el Dragón le dio a la Bestia su trono y todo su poder. Transcribo algunos versículos, sobre la primera Bestia. Dice así :
Y corrió admirada la tierra entera tras la Bestia, y adoraron al Dragón porque dio el poderío a la Bestia; y se postraron ante la Bestia, diciendo: "¿Quién hay semejante a la Bestia y quién puede luchar contra ella? (Ap 13, 3-4) ... "Y se le concedió hacer la guerra contra los santos y vencerlos; se le concedió también potestad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. Y la adoraron todos los habitantes de la tierra, aquellos cuyo nombre no está inscrito, desde el origen del mundo, en el libro de la Vida del Cordero que fue sacrificado. Quien tenga oídos, oiga". (Ap 13, 7-9)A modo de hipótesis, yo me pregunto, haciendo uso de la razón y de la lógica: ¿Será Francisco el falso profeta, el precursor del AntiCristo? Desde luego, no podemos tener la certeza de que eso sea así. Pero:
- Dada la inmensa cantidad de herejías que salen de su boca, desde que fue elegido Papa por el Colegio Cardenalicio [en clara oposición al deseo del Espíritu Santo].
- Dada la "revolución" a la que está dando lugar en la Iglesia, con un desprecio total por la Tradición ... "revolución" -por cierto- con un refinado estilo marxista.
- Comprobada que es su popularidad y el gran afecto que le tienen todos los poderes del mundo, que ven en él un aliado "eficacísimo" para sus propósitos de establecer un Nuevo Orden Mundial masónico.
- Siendo a todos manifiesto los buenos ojos con los que el lobby gay lo mira (un lobby gay que, por otra parte, parece estar infiltrado claramente en la Iglesia).
- Observando la guerra que está llevando a cabo, sin piedad, contra los santos (es decir, contra los católicos fieles al Mensaje de Jesucristo) y cómo los está venciendo (al menos eso es lo que parece a los ojos del mundo).
- Dado su afán de figurar y de ser considerado como el Papa de todos (no sólo de los católicos, sino de toda la humanidad).
- Observando cómo hace y deshace (sobre todo deshace) la Doctrina Católica de veinte siglos de historia, en un proceso lento pero continuado, al que ya nos hemos referido.
- Y siendo la guinda del 2 de agosto de 2018 el cambio súbito de un punto del catecismo, el referente a la pena de muerte (en forma de Decreto y sin consultar a nadie), lo cual es claramente herético ...
Lo que era negro ahora es blanco: El Papa Francisco "cambia el Catecismo" declarando que la pena de muerte es "inadmisible en todos los casos" (Rorate Caeli)
A propósito de la abolición de la pena de muerte (José Martí)
Con el cambio en el Catecismo se ha abierto la caja de Pandora (1P5)
Pues bien, lo peor está por llegar: una vez cambiado un punto del catecismo (algo que no puede hacer, por muy Papa que sea ... pero que, sin embargo, lo ha hecho, saltándose todas las leyes humanas y divinas, ante el silencio cómplice de obispos y cardenales, al único objeto de ser aplaudido por el mundo, puesto que él es del mundo), ¿por qué no cambiar la doctrina completa de la Iglesia, afirmando, al mismo tiempo, cínicamente, que no se está cambiando nada, sino que se trata tan solo de un desarrollo de la misma doctrina, dado que el Evangelio debe de estar abierto a las nuevas realidades?
José Martí (continuará)