Se trata de un proceso de ir repitiendo machaconamente, una y otra vez, todo tipo de mentiras, adornadas con bellas palabras: "acompañar, comprender, discernir, aceptar", "Dios no condena a nadie, porque es misericordioso", etc... Y así en la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia se puede leer, en el punto 301, que "ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada «irregular» [se está refiriendo a los divorciados vueltos a casar] viven en una situación de pecado mortal (AL, 301). Por lo tanto, se admite que los tales pueden recibir la Sagrada Comunión (en casos muy especiales -es cierto- pero de hecho, es ya la norma en infinidad de diócesis y de Conferencias Episcopales enteras).
Y, sin embargo, no hay que asombrarse demasiado desde el momento en que es el mismo Francisco quien no se arrodilla ante el misterio de la Transustanciación, instante en el que Jesús (representado por la figura del sacerdote, que actúa in Persona Christi) transforma el pan y el vino, velándose bajo la apariencia de las dos especies, en Su Santísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. ¿Por qué? Tal vez, no lo sé, porque no crea en ese Misterio [al igual que los protestantes, para quienes no hay Presencia Real de Cristo en la Eucaristía. Ésta es un mero recuerdo de algo que ya pasó. Pero nada más.
En Adelante la Fe se puede leer lo siguiente, hablando de esto precisamente:
Un ulterior y evidente paso hacia la completa protestantización de la Santa Misa de rito Católico iniciada por un futuro “santo” (¿?), el papa Pablo VI, que admitió (no lo olvidemos) en la Comisión operativa para la Reforma Litúrgica y, por tanto, para la Reforma del Sacrificio de Cristo, a seis ‘expertos’ protestantes – en la práctica seis herejes y cismáticos, enemigos de Dios y de la Misa Vetus Ordo –, que, bajo la destructiva dirección del masón mons. Annibale Bugnini (inscripción 23/4/1963, matrícula de logia 1365/75 – BUAN), fueron capaces de alterarlo en sentido humano llamándolo ‘Asamblea del pueblo de Dios’ y ‘Mesa’, volviendo el altar hacia el público, elegido como primer referente, aboliendo la barandilla del reclinatorio, ratificando el acceso a la Eucaristía de pie, recibiéndola en las manos ... y planteando la duda sobre la presencia real de Cristo en las Sagradas Especies con la recitación de la fórmula “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven Señor Jesús”, en la que lo dicho en negrita no tiene en cuenta que Cristo ha venido en medio de los suyos hace unos momentos. ¿Qué pretende, en efecto, semejante proposición sino dudar de la verdadera presencia de Cristo, del cual, aun estando más que presente, se espera, sin embargo, su ‘venida’? (...)Todo es empezar. Una vez abierta la caja de Pandora, nada de lo que ocurra puede ya extrañarnos. Y así vemos cómo:
Será más tarde (el 29 de junio de 1972) el mismo Pablo VI el que dé la alarma de que “por alguna fisura había entrado el humo de Satanás en el templo de Dios”. Pirómano primero y bombero después. Con una necesaria precisión: que el humo satánico no había entrado en la Iglesia, es decir, desde fuera, sino que había salido desde dentro, donde comenzaba a arder un pequeño fuego que se está convirtiendo, con el tiempo, en un incendio inextinguible.
Basándose en el llamado "ecumenismo" (una palabra que, en realidad, no tiene mucho sentido) la Iglesia está perdiendo su propia identidad.
Todo comenzó, al menos de cara al exterior, con la aprobación del Concilio Vaticano II, en 1965. La "Nueva falsa Iglesia", cuyas enseñanzas no son preceptivas excepto cuando son acordes con las enseñanzas de la Iglesia fundada por Jesucristo, que se han mantenido durante dos mil años, se ha infiltrado en el corazón de la Iglesia Católica ... y ha ido envenenándola, poco a poco, desde dentro.
Se han permitido todo tipo de desmanes litúrgicos en los años inmediatamente posteriores a la entrada en vigor del CVII, se ha hecho la vista gorda ante la desobediencia de algunos obispos, sacerdotes y religiosos ... en cuestiones que afectan a la integridad de la fe.
El encuentro de Asís en 1986, con Juan Pablo II, fue realmente (yo así lo pienso) un pecado contra el primer mandamiento: "No tendrás a otro Dios fuera de Mí" (Ex 20, 3) ¿Cómo se puede poner a Jesucristo al mismo nivel que los dioses inventados de otras religiones? Todo ello ha ido evolucionando en el sentido de una pérdida de fe, cada vez más extendida, entre los cristianos: la mayoría de los católicos hoy en día apenas conocen el contenido de su fe: ¿Cómo van a querer a Jesús si no lo conocen porque los "pastores" se han avergonzado de Él y se han amilanado ante el "mundo"? Es una traición al Mensaje de Jesús lo que se ha ido produciendo a lo largo de los últimos sesenta años. Y no ha sido el único encuentro.
Así se ha llegado a la metástasis eclesial -sin aparente retorno- que estamos presenciando. El vídeo del Papa Francisco de enero de 2016 es muy revelador en este sentido; y está -por cierto- muy lejos del conocido Dogma de Fe según el cual "fuera de la Iglesia no hay salvación posible" (ver aquí, aquí, aquí ). Por cierto, incluso el cardenal Ratzinger, antiguo Papa Benedicto XVI y mal llamado papa emérito, apoyó la idea de conmemorar el 500 aniversario de la Reforma Protestante de Lutero.
Y, sin embargo, el que Francisco sea o no el falso profeta, no es relevante: entre otras cosas, no podemos saberlo con certeza. Lo verdaderamente grave, en cambio, en el caso de Francisco-y esto sí es real e indiscutible- es que está predicando un Evangelio distinto del Evangelio de Jesucristo, como aparece reflejado en muchos de sus dichos y escritos a los que ya hemos aludido más arriba y en otras ocasiones ... San Pablo es muy claro y muy explícito cuando dice en Gálatas:
"Hay quienes os perturban y quieren trastocar el Evangelio de Cristo. Pero aunque nosotros o un ángel del cielo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema! Como hemos dicho, y ahora vuelvo a decirlo: si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema!Y más grave aún, si cabe, es que todo cuanto hace o deshace Francisco (sobre todo, lo que deshace) tiene su origen en lo que él llama las "sorpresas" del "Espíritu", a las que hay que estar abiertos, unas sorpresas que sólo él conoce ... y que, por cierto, han dejado ya de ser "sorpresas" por la sencilla razón de que no sorprenden a nadie, dado que no son otra cosa sino las "ocurrencias del "espíritu" de Francisco [¡que no las del Espíritu Santo!]
Según sus propias palabras, Francisco está convencido de que el "Magisterio" es lo que él piensa. Así lo dijo en una de sus entrevistas
“Estoy constantemente haciendo declaraciones, dando homilías. ESO ES MAGISTERIO. ESO ES LO QUE YO PIENSO, no lo que los medios dicen que pienso. Échale un vistazo; es muy claro. Evangelii Gaudium es muy clara" [¿?]Hay un artículo de Christopher A. Ferrara en donde explica con suficiente claridad lo que es realmente Magisterio. En concreto, se refiere al cambio que ha realizado Francisco en el catecismo sobre la pena de muerte [algo que atenta contra el Magisterio anterior y que constituye una herejía clara y manifiesta, que lo incapacitaría para ser Papa. Hablaremos de ello más adelante]. Se expresa con gran rigor y muy bien documentado ... y al final de su escrito señala algo evidente que debería hacernos reflexionar:
...El mismo Papa que pide la abolición mundial de la pena de muerte para los culpables nunca ha pedido la abolición mundial de la pena de muerte para los inocentes en el vientre de su madre (...) Bergoglio se mantuvo en silencio, incluso cuando el asesinato en masa de los no nacidos estaba a punto de ser legalizado en Irlanda.¡Urge reaccionar!
José Martí (continuará)