El Cardenal Wuerl tampoco irá al Encuentro Mundial de las Familias. Primero fue el Cardenal Sean O’Malley, ahora es el Cardenal Donald Wuerl.
Informa el Irish Times que el arzobispo de Washington no asistirá como estaba previsto al Encuentro Mundial de las Familias que se celebrará a finales de mes en Dublín.
Estaba previsto que el cardenal Donald Wuerl, Arzobispo de Washington, fuera el orador principal en la sesión del próximo miércoles, con una intervención sobre ‘El Bienestar de la Familia como Decisivo para el Futuro del Mundo, pero Wuerl ha anunciado que no asistirá.
Se suma así al cardenal Sean O’Malley, arzobispo de Boston, director de la Comisión para la Protección de la Infancia y miembro del consejo privado de cardenales de Su Santidad conocido como C9.
Como en el caso de O’Malley, no se han anunciado las causas de una cancelación tan próxima al evento, aunque, también como en el caso de O’Malley, es fácil relacionarla directamente con la oleada de casos de encubrimiento de abusos sexuales por la jerarquía americana, primero con las revelaciones sobre el ex cardenal Theodore McCarrick, pedecesor de Wuerl al frente de la Archidiócesis de Washington, y luego con el informe del gran jurado de Pensilvania sobre seis diócesis del Estado.
Una de las diócesis que implica el devastador informe es Pittsburgh, de la que Wuerl fue obispo durante algunos de los casos más incriminadores de la relación. De hecho, cada día son más las voces dentro e incluso fuera de la Iglesia que exigen la renuncia del cardenal.
O, por mejor decir, que la haga irrevocable, ya que la norma canónica prevé que los obispos la presenten formalmente al cumplir los 75 años, y Wuerl tiene ya 77. El Papa solo tendría que firmarla para hacerla efectiva.
Varios importantes diarios de la capital, incluido el muy influyente The Washington Post, han pedido su renuncia, y una importante facultad que lleva su nombre ha anunciado que se plantea cambiarlo, pero Wuerl no parece dispuesto a dar el paso.
Al contrario, pretende liderar la ‘solución’ oficial al problema y presentarse como ejemplo de obispo eficaz contra el encubrimiento de sacerdotes pederastas. Lo último ha sido contratar, presumiblemente con dinero de la diócesis, a una de las firmas más caras de relaciones públicas, Jones Day, para articular el lavado de su imagen.
Carlos Esteban