Una de las estrategias a las que ya Francisco nos tiene acostumbrados es hablar cuando hay que callar y callar cuando hay que hablar.
Podríamos enumerar todas sus contradicciones, ambigüedades, astucias y sinrazones, pero no merece la pena.
A estas alturas de la película hace falta estar muy , muy ciego para ignorar donde está el bando de la Luz. Unos, para no tomar partido dirán que son intrigas vaticanas, otros dirán que son los enemigos del papa (a estos habría que preguntarles si los enemigos del papa coinciden con los enemigos de la Iglesia o si por el contrario los enemigos de la Iglesia son los amigos del papa).
La prensa secular y mundana con su doble moral se ha lanzado a defender al papa y los cardenales y obispos que durante todo el pontificado de Francisco los hemos tenido como los guardianes de la fe, han salido para pedirle claridad y verdad.
Mons. Viganó acusa al papa de encubrir a abusadores. Me hace gracia, porque todos esos abusadores, todo el mundo conocía sus deslices y sin embargo todo el mundo sabía que gozaban de las simpatías de Francisco, a todos los rehabilitó y a todos los ascendió en su carrera (no voy a poner enlaces, quienes me leen y están preocupados, conocen perfectamente todos los detalles y los papólatras que lean esto, pues que empiecen a bucear en la prensa y que se enteren de los amigos de Francisco)
Cuando al comienzo de su pontificado Francisco nos dijo “quien soy yo para juzgar” todos lo aplaudieron y algunos, hasta llegaron a decir para justificarlo, que solo decía lo que había dicho Jesús (esto último lo leí de una entrevista de un sacerdote llamado Mariano Fazzio).
Pues bien, Francisco ha llevado a rajatabla su frasecita, no solo no ha juzgado, sino que ha “perdonado” y “olvidado” a diestra y siniestra. No solo no los ha juzgado, sino que se ha rodeado de ellos.
Hay que decir, que la truculenta historia del sacerdote al que se refería Francisco con su ya famosa frasecita, y que tantos sacerdotes o no sacerdotes que conocemos, la justificaron y la aplaudieron, ahora se rasgan las vestiduras . Para muchos de ellos la tragedia no son los abusos perpetrados sino que salgan a la luz. Parece ser que mientras los homosexuales y simpatizantes se paseen en sotana por los pasillos de Santa Marta y a nadie le importe no pasa nada . Lo grave es cuando a Viganó le importó y decidió empezar a golpear las conciencias adormecidas. Viganó sabe que la Verdad triunfará
Sin más, Francisco una vez más hace lo que nos dijo que iba a hacer: “No juzgar”.
Una imagen vale más que mil palabras