En Estados Unidos las aguas siguen revueltas, muy revueltas. La investigación sobre McCarrick y sus alrededores ha sido positivamente prohibida por el Papa Francisco. Esto no ha parado las aguas sino todo lo contrario.
Los católicos americanos no están dispuestos a hacer el ridículo por decisiones que los afean y no poco delante de las demás confesiones religiosas. El caso McCarrick puede terminar en el caso Tobín. La absurda situación de Wuerl, que sigue gobernado su diócesis, y su sustitución que parece quiere ser muy controlada, no está gustando nada de nada. Hay mucho miedo a que alguien con arrestos llegue a disponer de archivos delicados y decida hacer luz. La situación vivida no es posible sin una enorme cadena de complicidades y taparlas no resuelve el problema, al contrario lo hará crecer.
Specola