Santo Tomás de Aquino |
* Hay verdades que, si son verdad, lo son siempre, independientemente de las circunstancias históricas. Unas son evidentes por sí mismas y no necesitan de ninguna demostración: una manzana es una manzana; un cerdo es un cerdo; dos más dos son cuatro, etc...
* A otras, en cambio, que no son evidentes en sí mismas, se puede llegar mediante un razonamiento correcto, el cual siempre tiene en cuenta las verdades evidentes, cuales son el principio de identidad: «Todo ente es igual a sí mismo» y el principio de no contradicción: «No se puede ser y no ser, al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto», entre otras, verdades a las que se les conoce como 'principios de la ciencia', sin ser, ellos mismos, ciencia. Estamos situados ahora en las verdades científicas. Toda verdad, sea o no científica, lo es en tanto en cuanto explica la realidad de las cosas. Las cosas son lo que son y de lo que se trata es de conocerlas lo mejor posible, sin negar -lógicamente- su existencia. Existen ciencias filosóficas y ciencias experimentales. A ambas se llega mediante el uso correcto de la razón.
- Las ciencias experimentales requieren el uso de instrumentos adecuados en la percepción de un determinado fenómeno: así, se requiere de un termómetro para medir la temperatura, de un cronómetro para medir el tiempo, etc ... pero lo común en todas ellas es el conocimiento, lo más completo posible, de la realidad material. Dicho conocimiento viene muy influenciado por el desarrollo de la técnica. Ambas, ciencia y técnica, se suelen desarrollar casi simultáneamente, pues aunque la ciencia precede siempre a la técnica, el desarrollo de la técnica ayuda a la ciencia a progresar, al tener medios más precisos para el acceso a la realidad que le es propia.
- Las ciencias filosóficas estudian igualmente la realidad, pero no sólo la realidad material, sino toda la realidad (también la material), atendiendo a sus causas últimas, y haciendo también uso de la razón. En cuanto al modo de acceso a esa realidad que se pretende conocer, es evidente que realidades como la libertad, el amor, las relaciones humanas, el sentido de la vida, etc ... no pueden ser estudiadas con el mismo método que las ciencias experimentales, pero su objeto es el mismo, igualmente, a saber: el conocimiento de la verdad.
Por eso no todas las «filosofías» son ciencias filosóficas: sólo aquéllas que, conscientes de su indigencia, admiten, como una evidencia indiscutible, que existen cosas, y que existe la verdad acerca de lo que esas cosas son. De ahí que las filosofías de tipo idealista son, en realidad, «ideologías», pero no ciencias filosóficas, pues ponen la razón como objeto que construye la realidad.
Aquí podíamos colocar a «filósofos» como Descartes, Kant, Hegel, Heidegger, etc..., personas dotadas de una gran inteligencia, pero que han influido negativamente en el conocimiento de lo real, en cuanto tal. Y es que no se trata tanto de partir del «pienso, luego existo», de Descartes, cuanto de una evidencia: «las cosas existen, luego pienso». Y puedo pensar acerca de ellas -y de mí mismo, en cuanto existente- porque he sido creado con esa capacidad de razonamiento.
Si se coloca el yo en el centro tenemos las «filosofías» idealistas, que pretenden construir la realidad según su propio enfoque subjetivo. Si, en cambio, se coloca la realidad en el centro tenemos las «ciencias filosóficas», y éstas, a diferencia de las otras, son realmente «ciencias» pues su objeto es el conocimiento de la realidad existente, una realidad de la que nosotros mismos, como personas (con capacidad de pensar) formamos también parte.
La filosofía realista es la única que puede considerarse propiamente auténtica filosofía, mientras que las filosofías idealistas son, en cambio, «ideologías» y, por eso mismo, son falsas: para ellas no es la verdad lo que cuenta, sino el propio pensamiento desligado de dicha realidad, la cual «construyen» a su gusto. Por eso hay tantas filosofías idealistas, tantas cuanto «gustos» hay. Lo común a todas ellas es el olvido del ser, al que sustituyen por ... el parecer, el sentimiento, la conciencia, etc.
* Finalmente, existen las llamadas ciencias teológicas: básicamente coinciden con las ciencias filosóficas: estudio de toda la realidad y búsqueda de las causas últimas del ser, pero con un matiz especial: el estudio teológico no se realiza a la luz de la razón, sino a La luz de la fe. Se pasa de un plano meramente natural a un plano sobrenatural, el cual no suprime lo que es natural, sino que lo perfecciona y lo lleva a su plenitud.
- Es importante subrayar que las «ciencias teológicas» suponen la fe en Jesucristo: éste es el dato inicial -y real- del que parten. Y, en su desarrollo, se proponen un conocimiento cada vez mayor de Jesucristo, sin apartarse nunca, en ningún momento del dato inicial, que es el que se encuentra reflejado en la Sagrada Biblia. Y, de un modo más completo, en el Nuevo Testamento, a cuya luz se ilumina y es posible entender mejor el Antiguo Testamento.
- Es importante subrayar que las «ciencias teológicas» suponen la fe en Jesucristo: éste es el dato inicial -y real- del que parten. Y, en su desarrollo, se proponen un conocimiento cada vez mayor de Jesucristo, sin apartarse nunca, en ningún momento del dato inicial, que es el que se encuentra reflejado en la Sagrada Biblia. Y, de un modo más completo, en el Nuevo Testamento, a cuya luz se ilumina y es posible entender mejor el Antiguo Testamento.
- Ocurre aquí algo parecido a lo que sucedía con la filosofía; y es que no toda «teología» es «ciencia teológica». Cualquier ’teología’ que se aparte del dato revelado deja de ser verdadera teología y se transforma en 'otra cosa', en una «ideología», en tanto en cuanto se aparta de la Verdad revelada.
Por eso, no tiene ningún sentido dedicarse al estudio de la Teología si no se tiene fe. Sin esta base, que es el fundamento de toda verdadera Teología, todo se derrumba, como un edificio sin cimientos.
Cuando el «estudioso» de Teología niega, por ejemplo, la «existencia histórica de Jesucristo» o dice que «Jesucristo es un hombre más» o niega su resurrección y ascensión a los cielos, ... En definitiva, cuando el tal «estudioso» no cree en la Divinidad de Jesucristo , en lo que concierne a la Religión Católica hay que afirmar, sin dudas de ninguna clase, que nos encontramos en presencia de un hereje. ¿Qué sentido tiene que una persona «estudie» teología, que es la Ciencia de Dios, por definición, si tal persona comienza por no creer en Jesucristo y por no aceptar aquello que no entienda de las Escrituras?
Por eso, no tiene ningún sentido dedicarse al estudio de la Teología si no se tiene fe. Sin esta base, que es el fundamento de toda verdadera Teología, todo se derrumba, como un edificio sin cimientos.
Cuando el «estudioso» de Teología niega, por ejemplo, la «existencia histórica de Jesucristo» o dice que «Jesucristo es un hombre más» o niega su resurrección y ascensión a los cielos, ... En definitiva, cuando el tal «estudioso» no cree en la Divinidad de Jesucristo , en lo que concierne a la Religión Católica hay que afirmar, sin dudas de ninguna clase, que nos encontramos en presencia de un hereje. ¿Qué sentido tiene que una persona «estudie» teología, que es la Ciencia de Dios, por definición, si tal persona comienza por no creer en Jesucristo y por no aceptar aquello que no entienda de las Escrituras?
- En la actualidad hay muchos teólogos que no son tales, pues lo único que les importa es su propia interpretación de los Evangelios y del Nuevo Testamento, tal y como hacen los protestantes ... pero no les interesa la Verdad. Interpretan el Evangelio «a su modo», pero no son fieles al Mensaje de Jesucristo, el cual está interpretado fielmente en las Escrituras, en la Tradición y en el Magisterio Perenne de la Iglesia, el cual permanece intacto a través de los siglos, independientemente de las diferentes circunstancias históricas de cada momento ... por la sencilla razón de que son Palabra de Dios ... Y esa Palabra es siempre actual.
- La vuelta al estudio de Santo Tomás de Aquino, con su filosofía del «Esse», del «Acto de ser», es esencial si se quiere entender e interpretar correctamente el Mensaje de Cristo. Así se ha entendido y así se se ha llevado a la práctica en la Iglesia desde hace ya unos ochocientos años. Y bajo la influencia de este estudio serio de los escritos de santo Tomás de Aquino, son muchos los que han ido conociendo a Jesucristo, con una profundidad cada vez mayor; y, en consecuencia, lo han amado; porque es imposible conocer de verdad a Jesús y no amarlo.
- La vuelta al estudio de Santo Tomás de Aquino, con su filosofía del «Esse», del «Acto de ser», es esencial si se quiere entender e interpretar correctamente el Mensaje de Cristo. Así se ha entendido y así se se ha llevado a la práctica en la Iglesia desde hace ya unos ochocientos años. Y bajo la influencia de este estudio serio de los escritos de santo Tomás de Aquino, son muchos los que han ido conociendo a Jesucristo, con una profundidad cada vez mayor; y, en consecuencia, lo han amado; porque es imposible conocer de verdad a Jesús y no amarlo.
- Ésa es la razón por la que siempre se ha aconsejado que en los Seminarios se enseñe la Filosofía Perenne de la Suma Teológica de santo Tomás de Aquino, una filosofía que, al estar basada en el Ser, conduce con más facilidad al conocimiento de la realidad de las cosas y, por lo tanto, al autor de todas ellas ... y, en definitiva, al conocimiento de Jesucristo, quien dijo, como sabemos muy bien: «Yo soy la Verdad» (Jn 14, 6). « Quien me sigue no anda en tinieblas» (Jn 8, 12).
- Todos los Papas desde el Concilio de Trento y, en particular, a partir de san Pío X, quien combatió el Modernismo, suma de todas las herejías, incluyendo asimismo los Papas posteriores, hasta Pío XII, han aconsejado el estudio de santo Tomás de Aquino en los seminarios e, igualmente, el estudio del latín, para una mejor comprensión de la Teología y de los Evangelios.
- En lo que se refiere al latín, el propio Papa Juan XXIII, en su Constitución apostólica «Veterum Sapientia», año 1962, fecha anterior al Concilio Vaticano II, habló de la importancia fundamental del latín ... aunque los hechos posteriores han demostrado que no se le hizo mucho caso, por no decir ninguno.
- Y aunque, a primera vista, pudiera parecer que no es tan importante el estudio de Santo Tomás, la apostasía actual generalizada, si se estudiara el fenómeno a fondo, demostraría posiblemente que es debida, en gran parte, al abandono del estudio de la filosofía tomista en los Seminarios, pues los nuevos sacerdotes salen, en general, con una escasa formación en el verdadero conocimiento de Jesucristo, con lo que eso supone para la vida de la Iglesia y para los fieles: un auténtico desastre, en todos los sentidos, también en el pastoral. Los resultados saltan a la vista.
- Todos los Papas desde el Concilio de Trento y, en particular, a partir de san Pío X, quien combatió el Modernismo, suma de todas las herejías, incluyendo asimismo los Papas posteriores, hasta Pío XII, han aconsejado el estudio de santo Tomás de Aquino en los seminarios e, igualmente, el estudio del latín, para una mejor comprensión de la Teología y de los Evangelios.
- En lo que se refiere al latín, el propio Papa Juan XXIII, en su Constitución apostólica «Veterum Sapientia», año 1962, fecha anterior al Concilio Vaticano II, habló de la importancia fundamental del latín ... aunque los hechos posteriores han demostrado que no se le hizo mucho caso, por no decir ninguno.
- Y aunque, a primera vista, pudiera parecer que no es tan importante el estudio de Santo Tomás, la apostasía actual generalizada, si se estudiara el fenómeno a fondo, demostraría posiblemente que es debida, en gran parte, al abandono del estudio de la filosofía tomista en los Seminarios, pues los nuevos sacerdotes salen, en general, con una escasa formación en el verdadero conocimiento de Jesucristo, con lo que eso supone para la vida de la Iglesia y para los fieles: un auténtico desastre, en todos los sentidos, también en el pastoral. Los resultados saltan a la vista.
José Martí