Las autoridades chinas parecen haber aprovechado el reciente acuerdo alcanzado por el Vaticano, por el que Roma ha levantado la excomunión que pesaba sobre la Iglesia Patriótica China, creadas y controlada por el Partido Comunista, para adoctrinar al clero clandestino que se había mantenido fiel a Roma en su propia línea nacionalista.
Pero no todos los sacerdotes que llevan décadas sufriendo persecución por su fidelidad a Roma aceptan el lavado de cerebro. Es el caso de cuatro sacerdotes secuestrados recientemente por las autoridades: Zhang Guilin y Wang Zhong, de la Diócesis de Chongli-Xiwanzi, y Su Guipeng y Zhao He, de la Diócesis de Xuanhua.
Este pasado septiembre se llegó a un ‘acuerdo provisional’ por el que, para conseguir el reconocimiento oficial de las autoridades vaticanas por parte de los comunistas chinos, la Iglesia reconoce la hasta ahora cismática y excomulgada Iglesia Patriótica China, obliga a renunciar a obispos fieles para poner en su lugar a los cismáticos, y deja en manos de una tiranía activamente atea el control de la vida eclesial en China. Con esto se cumplen los peores temores del cardenal Joseph Zen, arzobispo emérito de Hong Kong, expresados esta misma semana en una entrevista concedida a la agencia Reuters en la que llegó a pedir al Secretario de Estado caticano, cardenal Pietro Parolin, que renuncie, dudando, además, de que su colega en el cardenalato mantenga la fe. “No creo que tenga fe”, aseguró Zen de Parolin. “Es solo un buen diplomático en un sentido muy secular y mundano”. El Papa, en reciente rueda de prensa, se hizo personalmente responsable de este acuerdo.
Las consecuencias inmediatas de este acuerdo fue, paradójicamente o quizá no, que el gobierno chino recrudeció la persecución contra los católicos fieles y aceleró la destrucción de iglesias y santuarios, en las provincias de Hebei, Henan, Guizhou, Shaanxi y Shandong. Hay que recordar, asimismo, que en las negociaciones con las autoridades chinas que desembocaron en este acuerdo figuró prominentemente el defenestrado Theodore McCarrick, a quien Francisco ha usado frecuentemente como diplomático oficioso pese a conocerse en Roma sus actividades homosexuales con seminaristas y jóvenes sacerdotes.
Un grupo de católicos ingleses, entre los que se incluye un veterano parlamentario, han firmado una carta abierta expresando su “profunda alarma” por el acuerdo firmado por el Vaticano con Pekín. El diputado conservador Sir David Amess se unión a la ex diputada irlandesa Kathy Sinnott y al profesor David Paton en su crítica al Vaticano por permitir que el ateo gobierno chino tenga un papel decisivo a la hora de elegir obispos en un momento en el que se intensifica la persecución.
“Las autoridades chinas han seguido acosando, arrestando y manteniendo detenidos indefinidamente e incomunicados a ciertos líderes del clero chino, incluyendo los obispos Guo y Shao en el último años”, se lee en la carta, que publica el Catholic Herald.
Carlos Esteban