Se está haciendo monótono. Como con los Franciscanos de la Inmaculada, como con la Hermandad de los Santos Apóstoles, otra orden religiosa que, en un tiempo de sequía vocacional y cierre de innumerables conventos, suponía un verdadero vivero de vocaciones a la vida religiosa ha sido defenestrada por la intervención de la Congregación para la Vida Religiosa, que se diría empeñada en una labor de liquidación y derribo.
En este caso ni siquiera estamos ante una orden ‘tradicional’: las hermanitas han señalado en numerosas ocasiones su absoluta fidelidad a la línea romana y su liturgia es estrictamente Novus Ordo. Tampoco son de esas meras contemplativas ‘recitadoras de avemarías’ que no están demasiado bien vistas por los ‘renovadores’ de la Curia; por el contrario, se dedican a la más práctica de las obras de misericordias, cuidar enfermos y desvalidos.
Su único ‘pecado’ discernible parece ser el de tomarse con seriedad la vida consagrada, al margen de modas ideológicas, y atraer con ello numerosas vocaciones en ese páramo que es la diócesis de Laval del progresista obispo Thierry Scherrer.
La cosa viene de febrero, cuando Scherrer, considerando que las hermanitas -que gestionan cuatro asilos- eran “demasiado tradicionales” y especialmente contrariado después de que las religiosas decidieran en su capítulo general de 2012 volver a su antiguo, dio el chivatazo a Roma.
Y, como era previsible, el prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, el cardenal João Braz de Aviz, el mismo que ‘misericordió’ a los Franciscanos de la Inmaculada, estuvo de acuerdo en que las hermanitas eran intolerablemente ‘rígidas’, y empezó la operación de acoso y derribo.
Empezaron las ‘visitaciones’, en 2016 y 2018, comandadas por representantes ultraprogresistas del monacato femenino. Para hacerse una idea, una de las visitadoras era Sor Geneviève Médeviellem, que da clases en el Instituto Católico de París, donde enseña que la fornicación puede justificarse.
Las hermanas calificaron el informe emergente de estas visitaciones, donde se las acusaba de “excesos sectarios”, de “parodia” y de “juicio predeterminado”. La madre superiora y la superiora de novicias fueron alejadas a distantes monasterios y sustituidas por tres comisarias adeptas del modernismo eclesial. El pasado 17 de septiembre, Braz de Aviz ordenó que las 39 hermanitas aceptaran “sin reservas” los nuevos mandos, a lo que 34 han respondido solicitando la dispensa de sus votos.
Otra ‘misión cumplida’ para Su Eminencia, que está dejando la vida conventual católica como un solar.
Mientras, Vatican News, órgano oficial del Vaticano online, celebra lo que, imaginamos, es la versión aceptada de la vida religiosa femenina. “Nuns on the Bus” celebran más mujeres en el poder tras las elecciones intermedias norteamericanas’, es el titular de este asombroso y elogioso artículo. Asombroso, porque el ‘poder’ no es exactamente lo que supuestamente debe buscar un cristiano pero, sobre todo, porque este grupo de ‘Monjas en autobús’ se fundó para hacer campaña a favor del ultraabortista Obama contra el ‘tándem’ Romney/Ryan en las elecciones previas a la última. ¿Es ese el nuevo ideal de vida religiosa?
Carlos Esteban