Los fieles católicos argentinos que no pueden evitar hacerse mala sangre cuando Su Santidad recibe en Roma a la señora Hebe de Bonafini, o le envía un rosario con bendiciones a la señora Milagro Sala, o recibe al señor Pablo Moyano y le firma una camiseta en las vísperas de una “misa peronista” en Luján (por citar sólo tres ejemplos entre tantos), saben de lo que estoy hablando cuando digo estas cosas.
Se trata de actitudes provocativas de Su Santidad, actitudes que no cesan de causar aún más división y laceraciones en el cuerpo de la unidad de los católicos en su país de origen. Sin embargo, los casos arriba mencionados (Bonafini, Sala, Moyano), y apenas cité tres casos de provocaciones entre muchísimas más, prácticamente cotidianas en Su Santidad, son ejemplos de "provocaciones para consumo argentino", que sólo las entendemos cabalmente nosotros, los católicos argentinos.
Se trata de actitudes provocativas de Su Santidad, actitudes que no cesan de causar aún más división y laceraciones en el cuerpo de la unidad de los católicos en su país de origen. Sin embargo, los casos arriba mencionados (Bonafini, Sala, Moyano), y apenas cité tres casos de provocaciones entre muchísimas más, prácticamente cotidianas en Su Santidad, son ejemplos de "provocaciones para consumo argentino", que sólo las entendemos cabalmente nosotros, los católicos argentinos.
Por citar otro ejemplo muy actual: la dimensión provocadora (sacrílegamente provocadora) de la futura beatificación de Enrique Angelelli, por más que se viene difundiendo internacionalmente, sólo podemos evaluarla, en su justa medida, los que en realidad sufrimos esta enorme laceración, esta nueva “sal sobre una herida abierta de los argentinos”, como ha dicho el Dr. Hugo Verdera. O como escribió José Arturo Quarracino (a quien conocí en mis años de seminario, cuando nos vendía libros de filosofía y teología): “la beatificación de Angelelli, más que ser errónea [como escribió mons. Baseotto] y de traer consecuencias lamentables para la paz en Argentina, constituirá una nueva mancha y descrédito para su promotor, que no defiende ni acompaña a los propios, sino que se dedica a promocionar a los adversarios de quienes sirven diariamente a la Iglesia y a la Nación, como ovejas sin pastor”. Al respecto, no dejen de leer su informe completo en La Nuova Bussola Quotidiana.
Pero, volviendo, a mi punto de partida, no seguir al detalle la agenda cotidiana de Su Santidad, me pone a salvo de mayor mala sangre. Sin embargo, las “provocaciones para consumo argentino” son a veces largamente superadas por actos provocativos de repercusión internacional. Por citar dos ejemplos: las repetidas entrevistas a Eugenio Scalfari, o la invitación al pro-LGTB James Martin como expositor estrella en el último Encuentro de Familias, en Dublin.
Pues bien, entre estas provocaciones de dimensión internacional, en las que Su Santidad realmente se supera a sí mismo, se me había pasado por alto una de varios meses atrás, de notable (y lamentable) simbolismo: la invitación a Katy Perry, activista pro-homosexual, ocultista new age, pro-satanista (no exagero en el currículum), donante pública a Parental Parenthood, para que hablara como expositora destacada en la Conferencia Internacional de Medicina Regenerativa promovida por el Pontificio Consejo para la Cultura en colaboración con la Cura Foundation, STOQ y Stem for Life Foundation, que tuvo lugar en el Vaticano del 26 al 28 de abril 2018 y cuyo tema fue: “Unite To Cure- A Global Health Care Initiative” (Unidos para curar- Una iniciativa mundial para la protección de la salud).
No encontré reseña más expresiva de lo que significa esta nueva provocación cometida por Su Santidad, que el resumen que hiciera Michael Matt en The Remnant TV (aquí en su versión original en inglés). Y a continuación, una versión subtitulada al español:
Duración 15:12 minutos
IPSI GLORIA