El cardenal Gianfranco Ravasi presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, ha querido recordar a los católicos y muy especialmente al clero que los fieles somos desde hace tiempo una minoría en medio de una cultura que, dice en un entrevista concedida al diario italiano Il Corriere de la Sera, está dominada no tanto por un ateísmo real como por “una especie de apatía religiosa: no importa si Dios existe o no”.
Ravasi, que acaba de concluir en la Universidad Gregoriana de Roma una conferencia internacional sobre el destino de los inmuebles destinados al culto que la Iglesia se ve obligada a vender -“¿Dios ya no habita aquí?”-, hace referencia a esta realidad pareja a la descristianización de nuestra cultura y que afecta potencialmente a un patrimonio, solo en Italia, de más de 65.000 iglesias para un número cada vez menor de fieles y pastores.
La descristianización no ha llevado, dice Ravasi, a una cosmovisión coherente rival, sino a un ateísmo práctico en el que cada individuo debe construirse su propio sistema moral, según lo vea conveniente y ajustado a sus preferencias personales.
Ni siquiera las encuestas sobre las que se basan las estadísticas oficiales tienen mucho sentido. Uno puede denominarse a sí mismo cristiano a efectos de una encuesta, dice Ravasi, pero eso a veces significa muy poco. En relación a esto recuerda cómo, hace algún tiempo, escribió en la red social Twitter: “Fui extranjero y me acogiste”. El comentario causó un considerable revuelo en medio del encendido debate sobre la inmigración masiva pero, recuerda el cardenal, la mayor parte de los que le respondieron “ni siquiera entendieron que estaba citando el Evangelio según San Mateo, 25:43”.
Ravasi plantea que existen dos alternativas como reacción a este entorno. La primera la detecta en el comportamiento de muchas iglesias protestantes: ceder a la tendencia, retirarse y limitar al mínimo las declaraciones religiosas y morales. El cardenal considera que esta postura es un error. “La presencia de los creyentes, aunque sean pocos, debe ser un grito, no un susurro”, dice Su Eminencia. Es mejor preservar el núcleo del mensaje cristiano: “los Diez Mandamientos, el Sermón de la Montaña, la Verdad, la Vida y la Muerte”.
Sin embargo, añade Ravasi, estas verdades deben proclamarse de modo que se entiendan hoy en día, en un lenguaje y unos medios adecuados. El Papa Francisco es ejemplo de ello, dice, “cuando habla en frases cortas y sencillas, usando imágenes creativas como hace Jesús, describiendo cosas tangibles en el mundo virtual”.
Carlos Esteban