Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios (1 Cor 2, 12), el Espíritu de su Hijo, que Dios envió a nuestros corazones (Gal 4,6). Y por eso predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles, pero para los llamados, tanto judíos como griegos, es Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor 1,23-24). De modo que si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema! (Gal 1,9).
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martes, 9 de enero de 2018
No podemos ‘subcontratar’ la fe
¿Es noticia que unos obispos recuerden la doctrina católica sobre el matrimonio, ni siquiera un aspecto oscuro o controvertido, sino lo central que nunca se ha puesto en duda?
Sobre todo, ¿es noticia cuando los obispos en cuestión son los de un gigantesco país musulmán donde los católicos apenas alcanzan las 60.000 almas?
Ciertamente, no debería serlo. De hecho, somos plenamente conscientes de que noticias de este tipo causan desasosiego y malestar en muchos católicos, algunos de los cuales llegan al extremo de ver en ellas un ataque indirecto al Papa Francisco.
¿Quiénes somos nosotros, quiénes son estos obispos de un lugar perdido, quién es nadie para enmendarle la plana al Papa, o insinuar de esta forma que su mensaje es confuso?
Y aquí está, creo, el núcleo de buena parte de lo que falla en la Iglesia. Hemos tenido una larga sucesión de Papas excelentes que nos han hecho olvidar que nuestra fe no es una papolatría, que no es al Papa -a este o al que sea- a quien debemos seguir, sino a Cristo, y que la Iglesia no es un partido político cuyo carismático líder pueda cambiar de arriba abajo ‘la línea programática’ a su gusto.
La Iglesia tiene dos mil años y, además de las Escrituras, una enorme riqueza de Tradición y Magisterio, doctrinas que se han mantenido inmutables, que se han ido aclarando, perfeccionando, desarrollando, pero sin contradecirse. Esa es la base en la que se asienta la Primacía de Pedro. Y eso es lo que Pedro, menos que nadie, no puede alterar.
Durante mucho tiempo, varias generaciones, los católicos se han acostumbrado a un clero crecientemente tibio y mundano, cuando no abiertamente herético; se ha hecho a que el sacerdote de su parroquia altere el canon a placer o encadene melifluas homilías más propias de una difusa ONG que de la Iglesia de Cristo, en ocasiones abiertamente heréticas; no se extraña de que su obispo parezca evitar cualquier tema incómodo para el mundo en sus mensajes, de que hagan mangas y capirotes con la liturgia, de que lleven vidas poco ejemplares.
En unas pocas generaciones, los templos se han vaciado como si alguien hubiera gritado “¡fuego!”, pero los fieles contaban con un consuelo: al menos, teníamos al Papa. El Papa se enfrentaba al mundo, el Papa era ortodoxo y valiente y hablaba de Dios en sus mensajes.
Esa actitud no puede ser más disparatada, más peligrosa, menos católica. Es, espiritualmente, el equivalente a marcar la X en nuestra declaración del IRPF y desentendernos después de las necesidades materiales de la Iglesia. De un modo similar, al soportar con algo rayano a la indiferencia todos los desmanes del clero, todos los ‘experimentos’ teológicos, pastorales y litúrgicos amparándonos en la figura ‘segura’ del Papa, estábamos tratando de ‘subcontratar’ nuestro catolicismo y reduciendo la Iglesia a un solo hombre mortal.
Nuestra fe no es una idolatría, y el Papa no es un ídolo. La Iglesia no solo es mucho más antigua que el hoy, también es mucho más amplia, y siempre fue poco realista pensar que podíamos alzarnos de hombros ante la mundanización del clero pensando que siempre tendríamos a ese ‘Superman’ teológico en el que habíamos convertido la figura del Papa, con evidente ignorancia u olvido de nuestra propia y aleccionadora historia.
Un ejemplo. Leo hoy que los obispos españoles reclaman alternativas a los cetis, los cies y las devoluciones en caliente. No creo que a nadie le apasionen los Centros de Inernamientos de Emigrantes, pero la inmigración masiva, descontrolada e ilegal plantea problemas que desbordan a los países europeos y a los que es ingenuo pretender darles una solución simple.
Ignoro si existen esas ‘alternativas’ que no sean mucho peor que las actuales disposiciones. Sospecho que los obispos también lo ignoran. ¿Por qué no? Se trata de soluciones políticas de urgencia a problemas sobrevenidos.
Lo que sí sé es que el asunto les deja bien, y que tiene muy, muy poco que ver con su misión. España se descristianiza a marchas forzadas, los cristianos están sometidos a un régimen -de cualquier partido- que no desaprovecha ocasión de dejarles claro su desprecio, se aprueban leyes que claman, literalmente, al Cielo y que inciden en cuestiones de fondo, esenciales no solo para nuestra fe sino para toda la cultura que ha engendrado.
Y los obispos españoles condenan los CIES.
¿Por qué? Porque es fácil. Es una opinión que solo va a cosechar aplausos de los que importan, de los grandes medios, de los líderes culturales, de los partidos. Los partidos que apoyen las CIES podrán responderles, pero no se indignarán ni se escandalizarán de su mensaje.
Pero lo urgente, lo profético, está vedado. Sería quedar ‘demodé’, parecer poco ‘modernos’, enfrentarse a una probable persecución mediática. Molestarse.
No es, repito, cosa de nuestros obispos. ¿Cuándo fue la última vez que oyó una homilía en la que el sacerdote advirtieran a su grey de la muy real posibilidad de que pierdan su alma? Porque esta es su primera, su sagrada misión, sobre la que van a tener que responder: acercar a las almas a Cristo y procurar su salvación. No caer bien, no ser moderado, no seguir el buenismo reinante y políticamente correcto.
Los obispos kazajos, a los que se han adherido otros, muy pocos, dicen haber actuado “ante la notable y creciente confusión en la Iglesia”. Y sí, la primera misión conferida por Cristo a Pedro es “confirmar en la fe a sus hermanos”. Luego, si conviene, los CIEs.
Infocatólica
Tengo miedo de ver cómo están asesinando a los niños malteses
Rebecca Kiessling, Presidenta de Salvar El1
(Escrito como respuesta al artículo pro aborto: “¿A qué tienes miedo?”).
Artículo publicado originalmente en Times of Malta
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Por supuesto, y con razón: Los niños de Malta se encuentran en el punto de mira. La mal llamada “Fundación de los Derechos de la Mujer”, WRF, (por sus siglas en inglés) tiene en su punto de mira a los bebés malteses que están en el útero y se encuentra a la espera de la oportunidad de utilizar sus armas letales contra de ellos. Pero no solamente se encuentra al acecho, también están conspirando en contra del activo más importante de Malta: los niños.
La estrategia de este plan es cometer violencia dentro de los cuerpos de las mujeres embarazadas en nombre de los “derechos de las mujeres”. Ésta no podría ser más hipócrita.
Dimitrijevic y Dibben de la “Fundación de los Derechos de la Mujer” (WRF) desean manipular a los niños de Malta ya desde la escuela e iniciar “una discusión” sobre sus objetivos finales y queda claro en su reciente artículo: “¿A qué tienes miedo?”.
Ellos desean promover una estrategia de genocidio con los niños empezando ya en las escuelas y tienen la astucia de hacer dicha pregunta. De la misma manera que el Lobo se la hizo a Caperucita Roja.
Hay mucho que temer…
Hoy día, Malta es una nación moralmente superior porque la violencia no se emplea como solución. Al contrario, Malta ofrece servicios de salud que realmente curan, no matan, y doctores con una gran profesionalidad que hacen honor a su Juramento Hipocrático de “No Dañar”.En una sociedad civilizada, matar no es moralmente aceptable como una solución al sufrimiento, pero el aborto defiende la base de su plan letal en términos de “salud reproductiva”, “Decisiones Difíciles” y “Tratamiento Prescrito” como formas de terminar el sufrimiento.
“YO NO MEREZCO LA PENA DE MUERTE POR LOS CRÍMENES DE MI PADRE BIOLÓGICO”.
Si estás embarazada, luego te has reproducido y premeditadamente sacrificas la vida de un ser humano, eso no es “tratamiento”. Josef Mengele, quien experimentaba con niños judíos como “tratamiento”, estaría orgulloso de escuchar cómo emplean este término—así como en Islandia, donde recientemente celebraron que casi han erradicado el Síndrome de Down. ¿Erradicado? Es el mismo término usado por los nazis.
Una Cultura de muerte empieza con el engaño, con frases y terminología que, de hecho, se camuflan a sí mismas, inicialmente ocultando sus intenciones reales. Y luego, antes de que te des cuenta, tienes grandes grupos generacionales desaparecidos porque convertiste a tu tierra en un campo de muerte de tu propia carne y sangre, con el sacrificio fácil de los más vulnerables e inocentes.
El mismo artículo de la “Fundación de Los Derechos de la Mujer” (WRF) también hace énfasis en la falta de excepciones en caso de violación e incesto en la ley de Malta. Yo fui concebida en violación. Mi madre biológica trato de matarme en dos clínicas ilegales de aborto y está claro, lo hubiera logrado si hubiesen sido legales.
Le debo mi vida a la ley que me protegió, así como las mujeres y los niños de Malta se encuentran protegidos hoy. Y ahora, mi madre biológica está feliz de que ambas nos salvásemos del horror del aborto.
Yo no merecía la pena de muerte por los crímenes de mi padre biológico. Yo no veo que la “Fundación de los Derechos de la Mujer” (WRF) abogue por la pena de muerte para los violadores; solamente para el niño inocente. Es una barbarie castigar a un bebé por los crímenes de otra persona. A violadores, acosadores, traficantes de blancas (traficantes de sexo) les encanta el aborto. Les protege y permite continuar con su explotación.
La “Fundación de Los Derechos de la Mujer” (WRF) dice que se preocupa por su propio género. Pues yo soy una mujer y ellos desean que estuviera muerta. No siento el amor por ningún lado.
Además, el aborto está siendo propuesto en nombre de los derechos de las mujeres, pero, en todo el mundo, las mujeres están perdiendo sus voces, porque son principalmente las mujeres quienes están siendo sacrificadas.Te invito a que veas la película “Las Tres Palabras más Mortales en el mundo” (The Three Deadliest Words in the World): “Es una niña” (www.itsagirlmovie.com). El ‘generocidio’ masivo del que estamos siendo testigos en Asia y que se está desplazando a gran parte del resto del mundo, ha provocado un aumento en el tráfico de sexo, secuestro de niñas, disminución de la educación para las mujeres y poca representatividad de mujeres en el ámbito político.
Las mujeres son coaccionadas y abocadas no solamente al aborto, también a “escoger” abortar a sus niñas, llevando sufrimiento a su propio género. Pero la “Fundación de Los Derechos de las Mujeres” (WRF) quiere que se piense que los pro vida somos los que estamos ciegos a las peticiones de las mujeres. Ser pro-mujer es ser pro-vida.
Por favor, suplicamos a las buenas personas de Malta que no permitan que las voces de la muerte ganen. No dejen que la sangre de los niños inocentes de Malta se derrame sobre su país.
Rebecca Kiessling
Best of the Vortex—To the Gallows (Michael Voris)
[Nota: Hacer clic en el título. Nos llevará a un vídeo de Youtube de Michael Voris, de duración 5:48 minutos]
TRANSCRIPT
That thought should strike terror into the soul, but given the condition of the soul of modern man, most will simply yawn at it. One of the major effects of sin today is the growing enormity of the unforgivable sin — that one which cannot be repented of because there is no desire to repent of it.
There is no desire to repent because there is no knowledge that we need to repent. And there is no knowledge of the need to repent because there is no sense of sin. And there is no sense of sin because there is no knowledge of sin owing to culpable ignorance. And culpable ignorance is to be distinguished from invincible ignorance.
In the 1800s, an Italian priest, St. John Cafasso, preached to prisoners on death row. So successful was his work with the condemned prisoners that he became known as the "priest of the gallows." Saint John had intense experience with souls just before they were dispatched into eternity. So his counsel in this matter of the need for renouncing of sin is to be most especially considered. He says the following:
"It must necessarily happen that, on account of this most certainly culpable ignorance in which most men live, an enormous number will come to be damned, because no sin is pardoned which is not detested, and it is impossible to resist sin properly if it is not known as such."It's so good to hear clear Catholic thought, to breathe clean, pure Catholic air. Contrast this clarity with the idiocy of the current proposition that we have a reasonable hope that all men are saved.
Most men are damned. All the saints who have approached the topic have said so. Even St. Teresa of Avila, who never committed a mortal sin, was shown not just a vision of Hell, but the place that had been prepared in Hell for her by the devil. The vision was shown to her to rouse her from her then lukewarmness.
We need to cut the garbage being peddled around the Church these days by clerics that most people go to Heaven. That thought has no grounding in Catholic tradition, beginning with Our Lord Himself.We must hate our personal sins, detest them because they offend Almighty God. That is the point of contrition — being contrite because we have so offended the Divine Majesty. But this is language the Church of Nice doesn't want to hear.
Consider this: We hear sometimes conversations about this or that notorious sinner having gone to confession on his deathbed. It's then bandied about by Church of Nice spokesmen that he is in Heaven. What we never hear about is the degree of hate that he would have to have had for his sins for them to be forgiven — meaning, for example, that if he were to suddenly be cured miraculously, he would never go near his former sins.
We have to have a firm purpose of amendment — meaning to amend our lives, to change. Absent that, there can be no pardoning, because there is no real sorrow and detesting of the sin.Consider the case of Enlightment star Voltaire. He abused and mocked the Church continually. Then he suddenly fell ill and a priest was sent. He received last rites, but unfortunately for him, he recovered his health.
Shortly after he returned to his former ways, bowing to mocking by his friends. A short while later, he once again found himself on his deathbed, but this time his friends prevented the priest from attending to him. Voltaire died screaming that he saw the devil coming for him.
Anyone who does not hate his sins cannot be pardoned for them. Saint Paul understood very well when he said "Work out your salvation in fear and trembling."There's a good chance that the much-celebrated Voltaire now wishes that he had hated his sins in this life.
Michael Voris
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