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Cardenal Kasper quiere aplicar el “truco del caso individual” a la Eucaristía y al sacerdocio
Selección por José Martí
Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios (1 Cor 2, 12), el Espíritu de su Hijo, que Dios envió a nuestros corazones (Gal 4,6). Y por eso predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles, pero para los llamados, tanto judíos como griegos, es Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor 1,23-24). De modo que si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema! (Gal 1,9).
Sí es cierto, sin embargo, que de producirse tal evento de una manera formal, se produciría una auténtica criba (necesaria, por otra parte) y quedarían al descubierto los pensamientos y las intenciones de muchos (cfr Lc 2, 35). Los católicos tendrían que decantarse necesariamente en un sentido o en otro: en el de una "nueva Iglesia" (inventada por los hombres hace cincuenta años, a raíz del Concilio Vaticano II) o en el de "la Iglesia de siempre" (de dos mil años de dos mil años de antigüedad, la única verdadera Iglesia, fundada por Jesucristo).¡Esto es muy importante, Señor! Por más que cerremos los ojos para no ver, lo cierto y verdad es que el cisma es ya una realidad en la Iglesia actual, se reconozca o no. Son numerosas las declaraciones de Jerarcas, representantes tuyos, que no cuadran con el sentir de la la Iglesia que Tú fundaste. La apostasía está llegando a niveles alarmantes, incluso en lo meramente natural, como es la razón (ver también aquí y aquí). Por supuesto que la solución es rezar y seguir siendo fieles a Tus enseñanzas, que no han cambiado. Pero si no hay un Pastor, al final las ovejas se dispersan y mueren.
«He tenido ocasión de leer muchos volúmenes referentes a las Causas de los Santos durante mis repetidas y largas estancias en Roma, y puedo asegurar que jamás me he encontrado con un caudal de testimonios de personas tan cualificadas y tan unánimes en manifestar la ejemplaridad y virtud de los siervos de Dios, como en el caso del Generalísimo Franco. (…) Por mi parte, puedo decir que desde que Franco quedó sepultado en la Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, siempre he orado por él; mas al recibir tantos testimonios sobre su vida tan virtuosa, en mi piedad privada, me encomiendo a su intercesión como a un gran Siervo de Dios»[4].Dicho lo cual, no está de más refrescar la memoria a cuantos ignoran o pasan por alto los elocuentes números que cantan el esfuerzo realizado por Franco y su Gobierno. Hoy, estos números deberían sonrojarnos:
«España ha aumentado desde 1940 a 1970 en más de ocho millones de habitantes y la renta por cada español ha aumentado cuatro veces más. La repoblación forestal ha sido enorme, pues en 1940 sólo había 792 hectáreas acumuladas y en 1970 subió a 2.350.000 hectáreas, es decir, 2.960 veces más. Aumentó considerablemente la agricultura, la ganadería, la transformación en regadíos, la industria, la flota mercante, los embalses. Las viviendas construidas eran en 1940, 32.000 y en 1970, 3.121.931 viviendas acumuladas, esto es, unas 98 veces más. El seguro de enfermedad llegaba en 1940 sólo a 311.600 beneficiarios y en 1970 a 25.134.956 beneficiarios, lo que supone un aumento de 81 veces más. La educación aumentó el doble, la producción editorial casi cinco veces más en el mismo período. Aumentó el comercio exterior, tanto en importaciones, como sobre todo en exportaciones. Lo mismo hay que decir del turismo que aumentó más de 290 veces más. El ingreso de divisas fue de 2,5 millones de dólares en 1940 a 1.680,8 millones de dólares en 1970, esto es, más de 672 veces más. Los puestos de trabajo que se crearon entre 1940 a 1970 fueron de 3.837.000. Sólo en unas cosas se disminuyó considerablemente: en el analfabetismo, que en 1940 había el 18,7 por 100 habitantes y en 1970 se redujo al 3 por 100 habitantes, y en la criminalidad, casi reducida a la nada»[5].Concluyamos declarando que Franco no fue el dictador sanguinario que pretenden algunos, ni la España de Franco tan negra como la pintan. Franco derrotó la revolución anticristiana y conservó católica España durante décadas. Y todos los cristianos deberíamos felicitarnos por ello. Pese a quien pese y duela a quien duela. Y digan lo que digan todas las leyes hipocondríacas, liberticidas y revanchistas.