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martes, 20 de marzo de 2018

Noticias varias 18 a 20 de marzo de 2018 (Cardenal Maradiaga, comunión para todos, pleito contra Infovaticana, Humanae Vitae, etc... )



Comunión para todos: una modesta proposición (Carlos Esteban, de Infovaticana)

Portavoz vaticano sobre pleito contra Infovaticana: "Es cuestión de oficialidad" (SMM)


Does the pope own the Vatican brand? Spain, so far, says yes (Crux)


El modus operandi del Papa Francisco (Rorate Caeli)


Un podcast de Peter Five y algunas otras cosas Dictatorial ... (1P5)


Roma 7 de abril. "Iglesia Católica, ¿a dónde vas?". ¿Pero es más bien un "Quo vadis, Petre?" (Chiesa e post concilio)


Anunciada misa in caena domini presidida por Francisco (SMM)


Miembros del grupo feminista a favor de las mujeres cardenales invitadas a las preparaciones juveniles sinodales (1P5)

FIRST THINGS

LA CARNICERÍA SILENCIOSA DE AMÉRICA


EL CORDERO EN EL CONFESIONARIO


PLANIFICACIÓN DE LA PATERNIDAD


IL TIMONE


Humanae vitae, la piedra de tropiezo

LA BOTELLA AL MAR

SEGUNDA CARTA ABIERTA A LOS OBISPOS ARGENTINOS, A LA COMISIÓN EJECUTIVA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ARGENTINA, PRESIDIDA POR MONSEÑOR OSCAR OJEA (Hacer clic en página del día o bien en páginas anteriores)

LA NUOVA BUSSOLA QUOTIDIANA

¿Problema madrasse? A través de todas las religiones de la escuela (laicismo sueco)


RADIO ROMA LIBERA


INFOVATICANA

El anticatólico Hünermann pavimentó el camino a la Amoris Laetitia de Francisco ... y otras noticias de actualidad en Gloria TV (20 de marzo de 2018)


El padre Bergoglio no apto para ser obispo. Las consecuencias están a la vista (catástrofe espiritual en la Iglesia, etc...). Otras noticias de Gloria TV


El Sacerdote, ¿un hombre como los demás? (P. José L. Aberasturi)




Hoy, Solemnidad de san José, se celebra también en la Iglesia Católica el “Día del Seminario": no hay ni puede haber mejor Patrono para los sacerdotes; como no hay ni puede haber mejor Madre que la Virgen María que, siendo Madre de todos, lo es “un poquito más” -si se me permite la expresión- de los sacerdotes.

¿Por qué es como más “Madre” de los sacerdotes? Porque ellos, por la ordenación sacerdotal, son “Cristo” sacramentalmente hablando y, en el ejercicio de su ministerio, actúan “in persona Christi". De ahí que la Virgen “los ve más” como a su Hijo.

No es desdoro para nadie el no ser sacerdote. Ni el que la Virgen María nos quiera un poco más. Porque las madres, como decía un santo sacerdote “quieren desigual a sus hijos desiguales” y, de este modo, los quieren a todos por igual. Son cosas de las madres, y no sirve darle más vueltas; porque “las madres, madres son". Y punto.

Esta era la doctrina de siempre en la Iglesia: “el sacerdote, otro Cristo". No tenía ningún problema “de identidad” que venía a ser algo así como un preludio o anticipo de un problema “de género", que es lo que se impone hoy y ahora a todo el mundo.

“Era", claro; porque tras el CV II la Iglesia Católica se infectó con un virus, un “ébola” maligno, que se llevó, de un total de más de cuatrocientos mil sacerdotes como había en todo el mundo, a más de CIEN MIL en cosa de siete u ocho años, que se dice pronto, durante los últimos años del pontificado de Pablo VI. Una “mortandad” terrorífica e incuestionable.

¿Cómo se pudo llegar a esto? Pues no es fácil de explicar, porque se juntaron, sumando, varias “circunstancias". La primera de ellas fue la “curiosa” pretensión del Concilio de poner a la Iglesia al mismo nivel del mundo, y convertir a éste en interlocutor no sólo válido sino “autorizado": de igual a igual con la Iglesia. Y se pegó un tiro en el pie o en otras partes, queriendo o sin querer. Y de ahí vino casi todo lo demás, empezando por el “tema” de la “identidad sacerdotal", que había que “redefinir". ¡Y vaya si se redefinió!

Esta “nueva” composición de lugar tergiversó los términos de la relación Iglesia-mundo. Hasta el punto de que los echó abajo, y destruyó los cimientos de esa relación; una relación, por cierto, que no había puesto -ni mucho menos “impuesto"- la Iglesia, sino Dios, y que se enunciaba así: “Vosotros sois la sal de la tierra; vosotros sois la luz del mundo".

Con esos “títulos” la Iglesia Católica -y con Ella y en Ella, los cristianos todos- era “el alma” de la sociedad y del mundo, la “levadura que hace fermentar toda la masa” puesto que, sin Ella, la masa se corrompe. Y, además, el mundo -con sus máximas contrarias a Dios- era uno de los enemigos “clásicos” de la salvación de las almas: había que santificarse en el mundo, sÍ; pero no como el mundo pretendía seducir al hombre: “te daré todo esto si, postrándote, me adoras".

Con este “nuevo” planteamiento del lugar y posición de la Iglesia respecto al mundo, a la sociedad y, por supuesto y en primer lugar, a los hombres, “cambió” también la relación del sacerdote con los demás hombres, con la sociedad y con el mundo.

El sacerdote, “elegido por Dios en el mundo, pero separado de él", “debía” de entrada no significarse en nada respecto a los demás: “debía ser uno más"; y actuar también como uno más. De ahí y como primera provisión, el abandono de la sotana -los religiosos de sus hábitos-, al grito -justificación confesa de pequeñísimo recorrido intelectual, espiritual y eclesial- de que “el hábito no hace al monje"; y no lo hace, ciertamente; pero, “si te lo quitas, te deshace", como se ha demostrado desgraciada y ampliamente.

Por lo mismo, el sacerdote, que tenía por disciplina eclesial evitar sitios, modos y maneras mundanas, empezó a ver esas “prohibiciones” -que no eran otra cosa que su defensa frente al mundo y lo mundano, y frene a su propia debilidad humana-, como impedimentos que “coartaban” su “realización personal” y no le dejaban ser “hombre", por decirlo de alguna manera.

Surgió así, en muchos, un “complejo de inferioridad” que, junto a la dejación de su vida espiritual más la deficiencia en su formación, les llevó a querer trabajar en cosas ajenas a su ministerio, a ir a sitios donde nunca había pisado un sacerdote, a quitar el confesonario y confesar al personal en un banco o en una salita, a tratar a la gente -en especial a las chicas, mujeres, jovencitos y jovencitas, niños y así- con “naturalidad mundana", impropia de un sacerdote que debe vivir la “naturalidad sacerdotal", que es otra cosa y está en otro plano. Y sin hábito sacerdotal -o, en su caso, religioso- que le protegiera. Y pasó lo que pasó, como está archidemostrado y más que documentado. Desgraciadamente.

En otra vuelta de tuerca de ese absurdo “complejo de inferioridad", a muchos el “celibato sacerdotal” se les empezó a quedar tan en las antípodas de lo que vivian los demás hombres, “sus iguales", que, instalados en esta (i)lógica, “reverdecieron” los intentos -de siempre- de cargárselo y pasar a poder casarse. Y como en eso, romper la disciplina del celibato para ordenarse sacerdote, ya no cedió la Jerarquía -en todo lo demás hizo la vista no gorda, sino que voluntariamente cerró los ojos y se cegó-, poco a poco primero, y luego ya en una catarata que se hizo casi imparable -un aluvión incontenible-, llegaron las demandas de secularización. Y pasó lo que pasó, con números y todo.

¿Cómo un hombre que puede consagrar “in persona Christi", que trae a Dios al mundo y a las almas, que perdona los pecados, que salva a los hombres para toda la eternidad, que anima, reconstruye vidas, habla, sana, aconseja, cura, y es uno de los signos vivos de Cristo presente entre los hombres pueda sentirse “inferior” a ellos, “no realizado” o dejarse llevar de un insensato e ilógico “complejo de inferioridad” que le destroza la vida? Misterios.

Curiosamente, y como “novedad postconciliar", en Roma las secularizaciones se tramitaron en tiempo record, y a miles: ¡deprisa, deprisa! Pero con dos connotaciones, “perversas” a mi modo de ver. La primera, se cambiaron de un plumazo los “motivos” de las secularizaciones.

Antes del Concilio, una secularización era, normalmente, una “pena canónica” recogida en el Código: es decir, la propia Iglesia, por motivos muy graves, quitaba a un sacerdote o religioso el caracter sagrado o consagrado; y el que un sacerdote pidiese la secularización había sido rarísimo, y tenía que demostrar la nulidad de su Ordenación, por ejemplo, para que se le concediese; aunque también estaba previsto en el Código que se pudiese subsanar tal anomalía. Cuando las cosas eran irreversibles, se concedía. Pero esas peticiones, hasta entonces, habían sido rarísimas: habas contadas. Porque, y para decirlo claro, siempre eran un baldón, que además se arrrastraba toda la vida, incluso aunque no fuese público.

Con el estatus secular, la persona perdía su carácter sacerdotal y todas las connotaciones inherentes a ese estado en relación al ejercicio del ministerio. Todas…, menos una: seguía siendo “célibe", y no podía, por tanto, atentar matrimonio: se era “sacerdote para siempre". Por lo mismo, en caso de peligro de muerte un “sacerdote secularizado” podía absolver los pecados a un moribundo, o darle la unción. Se es “sacerdos in aeternum". También en el Cielo. O en el infierno.

Pero tras el Concilio, esto es lo que cambia, esto es lo “nuevo": es la iglesia la que “concede” por gracia maternal y misericordiosamente, la secularización a quien dice que no se siente con fuerzas para seguir. Pero, y aquí viene la segunda connotación: la reducción al estado secular llevaba aparejado el “derecho” a poder “casarse". Y esto fue el acabose. Hubo como un toque de “a rebato” y se produjo todo un efecto “llamada". Y el Vaticano quedó literlamente enterrado de demandas.

Y con un “toque” aún más clamoroso: a muchos de los nuevos secularizados, se les mantuvo en sus diócesis en quehaceres eclesiales -profesores de religión, catequistas, etc.,- con sueldo y demás de la misma Iglesia. Porque esto de la “misericorditis” viene de más atrás, aunque se haya pretendido que lo ha inventado el actual pontífice.

¿Cómo la Iglesia pudo “aceptar” todo esto? Misterio. Más profundo que el anterior si cabe. Y cabe.

¿Quién cortó este desastre? ¿Cómo se cortó? Lo hizo, de un plumazo y de la noche a la mañana, san Juan Pablo II en cuanto fue elegido en Roma. Dijo: “¡se acabó!", y se acabó. Así de sencillo. Y las aguas, en este tema como en otros, volvieron casi a su cauce.

Y ahora vienen las declaraciones, calentitas, del arzobispo Vives, de La Seo de Urgell, que preside la Comisión Episcopal de Seminarios en lel seno de a CEE: “nuestros seminaristas gozan de buena salud humana y espiritual". Y me lo creo. Él lo debe saber porque es el encargado; claro que en la CEE y tal como están las cosas no significa gran cosa. Pero…

Me chocan dos cosas. La primera, que el encargado de seminarios en España sea un arzobispo que ha cerrado el suyo desde hace años -bastantes- o que ya se lo encontró cerrado: el hecho es que en su diócesis no tiene, ni se le espera. Los últimos datos que publica la diócesis de Urgell, del curso 2014-2015, dice que tiene SEIS seminaristas, que están en el seminario interdiocesano de Barcelona; de ellos, tres en el curso propedeutico -o sea, y para entendernos: el curso previo a entrar en el seminario y ser seminarista; es decir, aún no lo son-, dos en filosofía -en 1º y en 3º- y otro externo, sin más connotaciones. A día de hoy no sabemos nada de nada de ellos. ¿Han desaparecido?

Pues como para ir de experto. Claro que quizá le han nombrado porque debe tener tiempo para dedicarse a los demás seminarios. No sé.

Y la segunda cosa “chocante” -para mí; pero lógica según están las cosas- es su declaración a tumba abierta: “"El reto es ofrecer a los pastores del futuro una formación que encarne la reforma de Francisco".

Tal cual. Y me he quedado sin palabras. Mudo.

Amén.
Padre José Luis Aberasturi

El Vaticano firmaría el acuerdo con China sin leerlo (Gabriel Ariza)



El Papa Francisco quiere un acuerdo con China a cualquier precio. El objetivo está muy claro: ser el primer Pontífice, y el primer jesuita, en ser recibido con honores en el país más poblado de la tierra. Por ello ha ordenado a la Secretaría de Estado que suscriba con la tiranía comunista un acuerdo “cuanto antes”, evitando, eso sí, “un nuevo caso Midszenty”, como señalaba en su audiencia con el Cardenal Zen.

La negociación ha recordado a los asesores del Papa a aquella con la Iglesia Ortodoxa rusa por la declaración conjunta, en la que el Papa Francisco le exigió al Cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, que aceptara lo que presentaran los ortodoxos.

En el libro El otro Francisco, el cardenal Koch explica que el hecho de que el Papa hubiera expresado su deseo de encontrar al patriarca ortodoxo ruso “sin poner ninguna condición” contribuyó a facilitar el encuentro entre Francisco y Kiril. “Quizá la insistencia del Papa Francisco ha ayudado mucho. Recuerdo que en el vuelo de regreso de Constantinopla dijo: “Quisiera encontrarme con el patriarca de Moscú. Si él dice cuándo y dónde, yo estaría de acuerdo”. Sí, esta disponibilidad ayudó mucho”, reflexiona.


‘El Vaticano está próximo a rendirse ante el partido comunista’

La intención del Vaticano de cerrar a toda costa un acuerdo en China ha recibido duras críticas por parte del cardenal Zen, obispo emérito de Hong Kong e icono de resistencia de la Iglesia frente a la tiranía comunista, que en una carta fechada el pasado 5 de febrero habla de “rendición” ante el partido comunista.

“En los días pasados, los hermanos y las hermanas que viven en el continente chino han sabido que el Vaticano está próximo a rendirse ante el partido comunista chino, por eso están incómodos”, afirma en la misiva. El obispo emérito de Hong Kong señala, además, que “visto que los obispos ilegítimos y excomulgados serán legitimados, mientras que los legítimos serán obligados a retirarse, es lógico que los obispos legítimos y clandestinos estén preocupados por su destino”.

En una carta anterior, el cardenal Zen confirmaba la información publicada por AsiaNews que indicaba que la Santa Sede había pedido a dos obispos chinos de la Iglesia fiel a Roma que se hiciesen a un lado para ceder su puesto a obispos de la cismática Iglesia Patriótica. En nota adicional a su carta, el purpurado aclaraba que “el problema no es la renuncia de obispos legítimos, sino la solicitud de dar cabida a los ilegítimos e incluso excomulgados”.

‘La cuestión de la elección de los obispos es crucial’

La gravedad de esta noticia obligó al secretario de Estado de la Santa Sede, Cardenal Parolin, a salir al paso de esta información en el curso de una entrevista concedida a Vatican Insider en la que abordó la situación del diálogo entre la Santa Sede y la República Popular China. Parolin no negó que, al menos, a dos obispos fieles se les conminase a abdicar en favor de su homólogo cismático y, sin embargo, sí afirmó que “si a alguien se le pide un sacrificio, pequeño o grande, debe quedarle claro a todos que éste no es el precio de un intercambio político, sino que forma parte de la perspectiva evangélica de un bien mayor, el bien de la Iglesia de Cristo”.

El secretario de Estado vaticano manifestó que, en la actual situación, “la cuestión de la elección de los obispos es crucial” y expresó su confianza en que “una vez considerado adecuadamente el punto del nombramiento de los obispos, las dificultades que queden ya no deberían ser tales como para impedirle a los católicos chinos vivir en comunión entre ellos y con el Papa”.

Y añadía Parolin: “Lo que se espera es llegar, cuando Dios quiera, a ya no tener que hablar de obispos “legítimos” e “ilegítimos”, “clandestinos” y “oficiales” en la Iglesia china, sino a encontrarse entre hermanos, aprendiendo nuevamente el lenguaje de la colaboración y de la comunicación”.

[¿Y a qué precio? ... ¡Sin comentarios! ... Inteligenti pauca]

Las prisas del Vaticano frustran el acercamiento de ‘fieles’ y ‘cismáticos’ en China

En su urgencia por cerrar un acuerdo formal y poner por escrito el acercamiento entre el Gobierno chino y la Santa Sede, el Vaticano está cometiendo, sin embargo, un grave error de cálculo.

Sobre el papel, hay en China dos iglesias católicas: una creada o permitida por el Gobierno comunista y controlada por él, considerada hasta la fecha cismática por Roma, y una fiel a Roma, siempre perseguida y con frecuencia mártir.

Pero por debajo de lo formal, la realidad es bastante diferente. En realidad, los fieles de la Iglesia Patriótica viven una fe idéntica a los otros, dialogan con ellos y miran a Roma con similar obediencia en la práctica. Lo mismo o muy parecido -con la excepción de los obispos más conspicuos, los de las grandes ciudades- puede decirse del estamento clerical, obispos y sacerdotes, que buscan por todos los medios posibles el reconocimiento de la Santa Sede.

Pero ese acercamiento -no perfecto, pero sí positivo- es posible precisamente porque funcionan fuera del radar de Pekín. Y lo que hace el Vaticano al insistir en un acuerdo formal es precisamente alertar al Gobierno comunista, que ha vuelto a fijar su terrible atención en los católicos.

China adora a China y exige a los chinos que hagan lo mismo. Y dejar que un lejano Estado, el Vaticano, decida sobre el nombramiento de ciudadanos chinos para lo que sea, aunque se trate de funciones de un culto ajeno, despierta todos los recelos del Partido.

No es solamente una teoría: Pekín ha empezado a moverse, a aprobar nuevas medidas de control de actividades religiosas y a mandar a los ‘bulldozer’ para demoler iglesias.

Precisamente así lo denunciaba el cardenal Zen en su carta, en la que aseguraba que mientras el Vaticano intenta alcanzar a toda costa un acuerdo con el Gobierno chino, desde el 1 de febrero han entrado en vigor en el país nuevas regulaciones gubernamentales sobre la actividad religiosa. Unas medidas que han llevado a los sacerdotes clandestinos de Shanghái a alertar a los fieles de que si van a sus misas corren el riesgo de ser arrestados.

Gabriel Ariza

"¿Iglesia Católica, adónde vas?". Un congreso. Para que no pierda el rumbo (Sandro Magister)



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Está confirmado. El próximo 7 de abril, sábado de la Semana de Pascua, se celebrará en Roma un congreso muy especial, cuyo propósito será indicar a la Iglesia Católica el camino por el cual proseguir, después del incierto camino de los primeros cinco años del pontificado del papa Francisco.

El balance de este quinquenio, efectivamente, es más bien crítico, a juzgar por el título del congreso:

"¿Iglesia Católica, adónde vas?".

Y lo es más todavía si se mira el subtítulo: "Sólo un ciego puede negar que en la Iglesia hay una gran confusión". Es una frase tomada del cardenal Carlo Caffarra (1938-2017), inolvidable suscritor, junto a otros cardenales, de esos "dubia" presentados en el 2016 al papa Francisco con el propósito de clarificar los puntos controvertidos de su Magisterio, pero que él dejó sin responder,.

En una Iglesia que se ve desordenada, la cuestión clave que el congreso afrontará será precisamente la de 
  • redefinir los roles de liderazgo del "pueblo de Dios", 
  • los caracteres y los límites de la autoridad papal y de los obispos, 
  • las formas de consulta a los fieles en materia de doctrina.
Son cuestiones ya tratadas a fondo, en su momento, por un gran cardenal muchas veces citado tanto por los progresistas como por los conservadores en apoyo de sus respectivas tesis: el beato John Henry Newman.

Y habrá otros cardenales y obispos que han de afrontar estas cuestiones, en el congreso del 7 de abril. Sus nombres no han sido anticipados, pero se ve que entre ellos están los firmantes de los "dubia", y otros que comparten su orientación.

En todo caso ya han sido confirmados las intervenciones – con los videomensajes "ad hoc" – de dos cardenales muy representativos: el chino José Zen Zekiun, obispo emérito de Hong Kong, y el nigeriano Francis Arinze, ex arzobispo de Onitsha y luego prefecto de la Congregación para el Culto Divino, la misma que hoy preside el cardenal Robert Sarah.

Además, será proyectada una video-entrevista póstuma con el cardenal Caffarra, sobre la controvertida encíclica "Humanae vitae", de Pablo VI.
Pero intervendrán también académicos laicos. El profesor Valerio Gigliotti, docente de Historia del Derecho Medieval y Moderno en la universidad de Turín, marcará a fuego el ejercicio de la "plenitudo potestatis" del Papa en la historia de la Iglesia. Mientras que el profesor Renzo Puccetti, médico y docente de Bioética en el Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II, analizará la evolución de la bioética enseñada en este Instituto, desde su primera fase que presidió Caffarra, hasta la actual fase, bajo la égida de monseñor Vincenzo Paglia.

El momento final y culminante del congreso será en todo caso la lectura de una "Declaratio", una concisa profesión de fe sobre los puntos de la doctrina y de la moral hoy más controvertidos.

A diferencia de los "dubia", la declaración no llevará ninguna firma específica, pero los participantes en el congreso la propondrán a toda la Iglesia y al mundo, como voz de “miembros bautizados y confirmados del Pueblo de Dios".

Ciertamente, tal "Declaratio" estará en las antípodas de esa "Kölner Erklärung" – la declaración de Colonia de 1989, firmada por los teólogos alemanes hoy en gracia de Francisco – que respecto a los principios luego reafirmados por Juan Pablo II en la encíclica "Veritatis splendor" de 1993 "atacó en forma virulenta la autoridad magisterial de ese Papa, especialmente en cuestiones de teología moral", como escribió Benedicto XVI en la carta a monseñor Dario Edoardo Viganò que hizo mucho ruido la semana pasada.

El congreso, con ingreso libre, se llevará a cabo en la tarde del sábado 7 de abril, a partir de las 15 horas, en el centro de congresos "The Church Village", en via di Torre Rossa n. 94, un par de millas al oeste de la Basílica de San Pedro.

Sandro Magister

Se conoció al autor de “El Papa Dictador” (VIDEO EXCLUSIVO)


Historiador británico Henry Sire

El autor del brillante libro Dictator Pope [El Papa Dictador] se dio a conocer como el historiador Henry Sire, informa el 19 de marzo el Catholic Herald.


Sire publicó su libro en diciembre, bajo el seudónimo de Marcantonio Colonna. Él nació en 1949 en Barcelona y actualmente vive en Roma, donde trabaja como historiador. Tiene una licenciatura de la Universidad de Oxford en Historia Moderna.

Sire es un invitado en la reunión anual de verano del Foro Romano católico en Gardone (Italia).


El video puede visualizarse pinchando aquí. Está en inglés y dura 20:31 minutos. 

Y la identidad secreta del autor del libro "El Papa dictador" es ...



Les contamos desde el principio algo sobre el libro increíblemente importante que ofrece una evaluación crítica profundamente investigada del pontificado de Francisco, El Papa Dictador . Ha demostrado ser un éxito de taquilla, llegando a la cima de las listas de éxitos de Amazon en su categoría y finalmente llegando a un acuerdo con una editorial importante, que dará como resultado no solo una edición de tapa dura el próximo mes, sino la revelación de la verdadera identidad de su autor

Hoy, la identidad de ese autor fue publicada un poco antes de lo esperado: no es otro que el autor británico e historiador Henry "H.J.A. Sire", educado en Oxford, autor del excelente examen histórico de las muchas pruebas y tribulaciones de la Iglesia a lo largo de los siglos, titulado Phoenix de las cenizas .

Algunos de los que miraron desfavorablemente a The Dictator Pope intentaron utilizar el anonimato del autor para desacreditar la investigación dentro de él. Deberían haber sido más cuidadosos al desafiarlo a revelarse a sí mismo. Sire es un historiador capaz y entrenado con una inclinación por la investigación y un don para hacer que temas históricos complejos sean comprensibles y accesibles. La credibilidad de The Dictator Pope en las mentes de cualquier lector serio debería ser significativamente más alta hoy que antes.

Para aquellos que aún no han tenido la oportunidad de leerlo, The Dictator Pope es un trabajo esencial sobre la crisis actual del papado. El e-book original ya no está disponible ya que el nuevo editor, Regnery, lanzará una versión "completamente revisada y actualizada" simultáneamente el 23 de abril tanto en formato Kindle como en tapa dura, que ya figura en la lista # 1 de la nueva versión. Ambos están disponibles para preordenar a través de Amazon  en este momento.

Steve Skojec