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jueves, 7 de junio de 2018

Noticias varias 7 de Junio de 2018


INFOCATÓLICA


Dios no es amor (Bruno Moreno)

Isabel Celaá, ministra de Educación, católica practicante y enemiga de la clase de religión

ADELANTE LA FE

El Arzobispo de Manaos (Brasil) celebra Misa para la Masonería (Correspondencia Romana)

A 50 años del Concilio Vaticano II, ¿sigue siendo usted católico? (cuestionario) (Susan Claire Potts para The Remnant)

INFOVATICANA

La nueva ministra de Sanidad, alineada con el PP en la defensa a ultranza del aborto

ONE PETER FIVE

Las consecuencias de la libertad religiosa (Steve Skojec)

LA  NUOVA BUSSOLA QUOTIDIANA


FIRST THINGS

Los ateos y sus creencias 

Selección por José Martí

¡Infame! Vatican News reseña carta de Francisco a Gutiérrez, sin decir que es el engendrador de la Teología de la Liberación



El votante católico, Ciudadanos o cómo renunciar a lo ‘irrenunciable’ (Carlos Esteban)



Ciudadanos empieza a ‘tentar’ a muchos católicos como ‘partido de sustitución’ tras el naufragio en tiempo real del PP. Será la primera vez que votan con los ojos abiertos a un partido anticristiano, sin coartadas posibles.

La flamante ‘selección nacional’ que ha alineado Sánchez para gobernar dos años -para ganar las próximas elecciones, en realidad- ha eclipsado un tanto la debacle del PP, con la dimisión (a destiempo) de su presidente, Mariano Rajoy, y la creciente pujanza de sus herederos naturales en el espacio que achican, Ciudadanos.

En España, como en resto de Occidente pero a marchas aceleradísimas, el catolicismo retrocede y la jerarquía eclesiástica asiste impávida a la sangría de fieles. En ese sentido, el panorama electoral español, el reflejo de las opiniones de la gente en escaños parlamentarios, no me parece demasiado sorprendente.

Pero los católicos siguen siendo una fuerza considerable como nicho electoral en España. Son, por ejemplo, abrumadoramente más numerosos que los homosexuales que, sin embargo, parecen tener incomparablemente mayor peso en la política española.

El problema parece ser doble: por un lado, el votante católico no tiene consciencia de su propia fuerza como ‘bloque electoral’, quizá en parte como inercia de un tiempo en que el español era católico por defecto.

Por otro, el católico español no vota como católico. Empezó dando mayoritariamente su voto a un partido, el que ahora podría seguir los pasos de la UCD, que inicialmente les arrojaba algunas migajas verbales, cada vez más vagas referencias a “principios cristianos”, y se ha mantenido más o menos fiel a este partido mucho después de que haya tirado por la borda hasta el último vestigio de pensamiento cristiano.

Y ahora, con nuevas elecciones en un plazo que nadie puede prever, el católico se siente tentado por la novedad de Ciudadanos. Y a los principios irrenunciables, que les zurzan.

Probablemente el PP nunca fue un partido cristiano, en el sentido de tomarse medianamente en serio las raíces cristianas de España o la ética sobre la que se ha fundado nuestra política. Pero Ciudadanos ni siquiera lo pretende.

Ciudadanos no tiene ni un ligero atisbo, no se molesta en lanzar al electorado católico ni un ligero guiño. Ciudadanos es abiertamente abortista, entusiasta de la ideología de género, obsequioso como el que más con el mundo LGTBI e incluso el más dedicado defensor de esa aberración mercantilista que son los ‘vientres de alquiler’.

No hay, para el católico, razón alguna para preferir a Ciudadanos sobre Podemos o el PSOE, ni una sola. Queremos decir, ninguna razón que surja de su fe.

El católico español, ayuno de representación real, se acostumbró a votar a un partido conservador y ha acabado por identificar la ideología con la fe hasta hacer más importante, al menos en lo público, la primera que la segunda. Y Ciudadanos, al fin, es más ‘derecha’ que PSOE o Podemos.

No es, por lo demás, que tenga unos pastores a los que pueda elevar la mirada en busca de consejo en este sentido. De nuestra Conferencia Episcopal sería exagerado decir que el “celo de su Padre le consume”; lejos de abrasarle, habría que hablar de un celo a temperatura ambiente, a todo tirar.

Nuestros jerarcas han jugado a la componenda en política, a mercadear para conservar cuotas de poder y actuar en todo lo demás como si España siguiera siendo católica. Leyéndoles, uno se queda con la triste impresión de que en la apostasía generalizada ven más bien una pérdida de contribuyentes.

No es un secreto que la CEE ha apostado, y fuerte, por el Partido Popular, y no hay aborto a la carta, matrimonio gay o leyes de género que les hayan hecho vacilar en su lealtad, reflejada en los medios de comunicación que controlan, COPE y 13TV

Pero si votar al PP era inercia comprensible, algo parecido a seguir suscrito al ABC, o ignorancia perdonable, o esperanza irracional de una ‘vuelta a las esencias’, el católico que ahora se propone votar a Rivera ‘en sustitución’ no tiene ninguna de esas coartadas. Ciudadanos no engaña a nadie, Ciudadanos nunca ha jugado a ser el partido de los católicos, nunca les ha prometido con la boca pequeña tener en cuenta sus valores.

Ciudadanos es un partido anticristiano, en el sentido literal de pasarse por el forro lo que Benedicto XVI definió como “principios irrenunciables” de un católico en la vida política. 

Y el católico que les vote debe, al menos, hacerlo con los ojos bien abiertos.

Carlos Esteban

Francisco se venga del arzobispo de la Plata


Francis Takes Revenge On La Plata Archbishop

Pope Francis has taken revenge on respected La Plata Archbishop Héctor Aguer who is known for his courageous and Catholic stances. First, Francis replaced him as quickly as he could, with the Francis devotee Archbishop Víctor Manuel Fernández. Then, he ordered Aguer to immediately leave the diocese and not to remain there for his retirement. Aguer planned to stay in La Plata Minor Seminary. At the moment, he has nowhere to go.

A Vulgar Careerist

The Argentinean blog The Wanderer reveals that the new Archbishop of La Plata, Víctor Manuel Fernández, is a careerist willing to advance his own position at the expense of his peers. A mediocre theologian, he has a large influence over Francis’ teaching. Fernández’ most famous book is about – quote – “the art of kissing”. In a 2013 article he praised the newly elected Francis using in writing expressions such as “let’s not f**k [fuck] around” or “Bergoglio did not sh*t [shit] anyone”.

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TRADUCCIÓN AL ESPAÑOL Y UN LINK

Francisco se venga del arzobispo de La Plata

El Papa Francisco se ha vengado del respetado arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, conocido por sus posiciones valientes y católicas. Primero, Francisco lo reemplazó tan rápido como pudo, con el devoto de Francisco, el arzobispo Víctor Manuel Fernández. Luego, ordenó a Aguer que abandonara inmediatamente la diócesis y que no permaneciera allí para su jubilación. Aguer planeaba quedarse en el Seminario Menor de La Plata. Por el momento, no tiene a dónde ir.

Un "trepa" vulgar

El blog argentino The Wanderer revela que el nuevo arzobispo de La Plata, Víctor Manuel Fernández, es un "trepa" dispuesto a potenciar su propio cargo a expensas de sus colegas. Teólogo mediocre, tiene una gran influencia sobre las enseñanzas de Francisco. El libro más famoso de Fernández es sobre - cita - "el arte de besar". En un artículo de 2013, elogió al recién electo Francisco usando expresiones tales como "dejémonos de fastidiar" o "Bergoglio no rechazó a nadie". 

NOTA

En realidad, no utilizó las palabras fastidiar y rechazar, sino otras muy vulgares, como puede leerse en el artículo original de Tucho Fernández pinchando aquí. Transcribo el antepenúltimo y el penúltimo párrafo:
Por favor, los que queremos estar con la gente no dejemos de reconocer los valores que encarna este papa Francisco. Hoy estos valores no son tan frecuentes. Dejémonos de joder. Podemos detenernos a encontrar el pelo en la leche, y lo vamos a encontrar. Pero en este mundo no existe la pureza absoluta, y creo que estamos ante una oportunidad inmensa para volver a poner en el centro a Jesucristo y al pueblo que Dios ama. 
Las últimas declaraciones de Jalics, junto a la opinión de gente de izquierda con buena información, como Pérez Esquivel, Oliveira, Fernández Meijide, Navarro y otros, muestran que Bergoglio no cagó a nadie, no fue cómplice de la dictadura, no dejó de ayudar a ocultarse o a escapar a quienes se lo pidieran, e intercedió por algunos en la medida en que podía, porque ni siquiera era obispo. Hace treinta años Pablo Tissera, un jesuita progresista, me decía que en la dictadura Bergoglio había actuado según una convicción que tuvo siempre: “los curas tenemos que mantenernos siempre lejos de los que tienen poder en el país, para no quedar pegados”.

Cambiando la Iglesia - cambiar las apariencias: eso es todo (Michael Voris)


Duración 9:36 minutos

UN ARTÍCULO QUE DESCRIBE MUY BIEN LO QUE ESTÁ OCURRIENDO EN LA IGLESIA

It takes an enormous effort to try and change a Church that is two thousand years old. It's comparable to turning around an aircraft carrier. It takes some time, but once the course is changed and there's a full head of steam, the sheer momentum is practically impossible to stop.

That's what the anti-traditionalist crowd in the Church is doing — and doing very well. We call them anti-traditionalist because not all of them would — in fact, the great majority — would never view themselves as modernists bent on destroying the Church.

This lot — useful idiots for the modernists — see themselves as just updating things in the Church to make her more relevant and relatable.

So a little nip here, a little tuck there and voila: same Church, different look and feel. Except, it's not the same Church. And that's what the anti-traditionalist crowd fails to understand and why they are such helpful tools of the modernist crowd. When you change the appearance of something, you change much more than the appearance. You change the perception in people's minds. In fact, thatis the entire point of changing an appearance.

Take for example the patient who "goes under the knife" to supposedly look better, although it doesn't always work out that way. The person wants to present a different face to the world — literally. They want people to see them differently. That is the consciously intended effect.

But there is also a subconscious effect and this subconscious effect happens to the person. They begin to see themselves differently, understand themselves differently, feel differently about themselves. Perhaps that's not necessarily a big deal when you're talking about a middle-aged woman trying to feel better about herself, but it is a big deal when you are tampering with the self-understanding of the faithful.

All the millions of little "cosmetic" changes that have been introduced into the Church these last fifty years have served nothing but to make Catholic understand themselves completely apart from what authentic Catholicism really is. These changes absolutely matter because they have gotten down into the DNA of the faithful and resulted in them leaving the Church.

Holy Communion in the hand doesn't seem that big of a deal. You're still getting the Eucharist, right? What’s the big deal? Holding hands during the Our Father and swarming all over the Church to give the "sign of peace"? Nothing to see here folks.

Take for example this picture of Bp. Robert Barron standing proudly after Mass with his whole troop of girl altar boys. Not a big deal, you say? But, it is a big deal.

This image completely destroys the notion of the importance of the masculine in the sanctuary and that has been one of the leading problems in the Church the past fifty years — the downplaying of the masculine and the advancing of the emasculated.

Consider this, the sanctuary — the part of the Church that used to be set off by the Communion rail — is the womb of the Church. It is where Christ is, in a certain sense, conceived on the altar, brought down from Heaven and made real — incarnated.

This is in fact why the sanctuary is referred to as a sanctuary because the Holy becomes tangible and visible, physical and real in this womb.

Now, there is — or at least was — much symbolism in every action and location of the Church. That is before the modernist crowd moved in and changed everything and then enlisted the help of the anti-traditionalists, thousands of men like Bp. Barron, for example.

The symbolism, which speaks to the reality, of having only men in the sanctuary is that it is only men who enter the womb and through their presence initiate life. But when the sanctuary is overflowing with women, that sort of thought is impossible. It changes the sanctuary from a place of life to a place of worldly "equality" where women are just as good as men. Which is all fine and good, except the sanctuary is not a place for worldly concerns to state their case, through word or symbol.

It is the place of the holy, the word sanctuary has as its root, "sanct" — holy.

Now does Bishop Barron — or thousands of other clerics who are just fine with all this — do they all have the conscious thought on their minds to let me destroy the notion of the masculine and feminine and how that plays out in the presentation of the liturgy? Probably not. But some of them do. Those are the ones who made this "seemingly" visible change, but it's not just a visible change.

It speaks right on the issue of what is happening on the altar. in the sanctuary. You will notice in many older churches, there is a baldacchino over the altar. The most famous and recognizable one is in St. Peter's Basilica. It is essentially a canopy — as in the canopy over a bed, like a four post bed canopy.

Why is that there? Why are baldacchinos hanging over so many Catholic altars? Because it represents the location where Christ comes to love his Spouse, the Church, and bring forth the fruit of that supreme union of love — you and me — the sons and daughters of the Church, born from his marital embrace of his bride, the Church.

All of this reality is bound up and expressed in the symbolism of the male-only sanctuary, the architecture reflective of an actual marital bed. The greatest treasure of the Church, the Holy Eucharist, the Blessed Sacrament, the sacrifice of the Mass is all expressed and made visible through signs and symbols. This is why a little tweak here and a little nip and tuck there is so destructive.

When you change the appearance, you change not just the look, but the self-understanding. How many Catholics have any conception of the Real Presence these days? How many have any idea why the sanctuary would be visibly demarcated and only entered into in the liturgy by males?

To promote the idea of "nice" by showing how fun and sweet it is to have girl altar boys — and let's pose for pictures with them — is not serving the greater good of the Church.

There is no theology supportive of girl altar boys or women in the sanctuary, for that matter. Those are cosmetic changes initiated first by those who sought to destroy your faith by first destroying the way it looked. Then they enlisted the help of thousands of naive clergy who don't understand the significance of every movement, breath, image and subtlety of the liturgy, because they were poorly formed in seminaries which were controlled by the destroyers.

This is how you change a Church — the Catholic Church — by destroying its understanding of itself, of the necessity of masculinity, and replacing it with a silly cutesy heavily feminine presence that over time completely perverts the significance of the reality and turns it into something completely different.

Looks do matter. That's why the destroyers went after them with abandon. Change the appearance and you change the perception. That's the point.

Michael Voris

En Bilderberg no huele a oveja (Carlos Esteban)



La invitación al secretario de Estado vaticano, Pietro Parolín, para asistir a la reunión del Club Bilderberg de este año, aceptada por el prelado, se compadece mal con la ‘Iglesia pobre para los pobres’ que dice querer el Papa.

Supongo que no tengo que explicar al lector qué es el Club Bilderberg, entre otras cosas porque intentarlo es, con frecuencia, aventurarse en una maraña de teorías conspirativas. Pero, en un sentido, es fácil: reúne a gente con mucho poder en el mundo -y subrayo mundo- y con influencia para cambiar las cosas a escala global a poco que tomen unas copas juntos y se pongan de acuerdo.

Este año -también lo sabrán porque lo llevamos en primera– han invitado al secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, que ha aceptado la invitación.  Estamos seguros de que con el beneplácito de Su Santidad.

Admito que no he estado nunca en una de estas tenidas de los poderosos de este mundo, que no sé “a qué sabe”, pero creo poder adelantarles a qué no huele: a oveja.

La presencia del Cardenal Parolin en la reunión de este año me sirve para confirmar DOS SOSPECHAS que han venido, primero, insinuándose y, a lo largo de este último año, creciendo hasta hacerse insoslayables.

- De la primera ya he hablado alguna vez, la sospecha de que "eso de una Iglesia pobre para los pobres" es lo que parece: una consigna, no más real que un lema electoral.

Confieso que me atrajo poderosamente la idea cuando Francisco la expuso casi como un resumen de su programa a principios de su pontificado. La Iglesia mengua allí donde es rica y la oposición es meramente cultural, y crece, vibrante, en los países donde es pobre y está perseguida. Estoy con Su Santidad cuando truena contra el dinero y contra el poder como dos cánceres para la Iglesia, especialmente para la Iglesia de hoy, adormecida en el mar de prosperidad que es Occidente.

Pero, ¿dónde puedo ver concretado ese eslogan? ¿En qué se nota, fuera de ese torrente de palabras y fulminaciones? Es difícil dejar de notar que las tormentas que sacuden hoy la Iglesia no vienen de debates teológicos o pastorales que afecten sobre todo a las sociedades pobres. No: son debates y dudas propias, sobre todo, de sociedades ricas, de nuestras sociedades.

Dudo mucho que los católicos caldeos acosados por los fundamentalistas islámicos vivan atormentados por la posibilidad de la intercomunión, o que los fieles nigerianos a los que masacra regularmente Boko Haram tengan una especial preocupación teológica por la condición de los gays.

En general, el peso de la riquísima Iglesia alemana  parece desproporcionado en la atención de la Curia y en las simpatías papales. Éstas parecen repartirse entre las muy poco periféricas iglesias europeas y su propia tierra natal, Latinoamérica. Y, en este segundo caso, su favor parece decantarse más por los prelados que vacían iglesias y seminarios que por quienes los llenan. Que su ‘hombre’ en la región sea un clérigo más conocido por sus nefastas y dudosas inversiones en los mercados financieros que por su labor pastoral -el Cardenal Maradiaga, Arzobispo de Tegucigalpa- no se compadece demasiado bien con el alegado aborrecimiento del dinero.

De África llega poco a la Curia, y lo poco que llega no suele ser del agrado del Santo Padre, que parece atender sus cuitas con tanta atención como los Dubia sobre Amoris Laetitia. En el asunto de la inmigración masiva de subsaharianos a Europa, por ejemplo, varios prelados africanos le rogaron que no fomentara con sus palabras la despoblación de sus diócesis: en vano.

¿Y qué decir de Asia? Del país más poblado del continente, China, nos llegan noticias alarmantes con las que sus fieles no están especialmente satisfechos, ya que el plan para superar allí el cisma entre la Iglesia Patriótica y la fiel a Roma parece consistir en que ambas estén sujetas al control del Partido Comunista.

- Y eso nos lleva a la segunda sospecha, aún más preocupante que la primera. Y es que Su Santidad parece más interesado en influir en el mundo que en gobernar la Iglesia. Las cuestiones doctrinales parecen aburrirle, aunque sean exactamente las que justifican su cargo. Lo hemos visto recientemente en el debate sobre la intercomunión. Siete obispos alemanes han acudido a él para que dirima una cuestión que afecta a la naturaleza misma de la Sagrada Eucaristía frente al parecer mayoritario de sus colegas; es decir, para que haga de Papa. Y Francisco, después de convocarlos, remitió de nuevo la solución a quienes habían creado el problema. Ladaria ha resuelto, por ahora, la cosa. Por ahora.

Los asuntos en los que parece estar a gusto, con los que se explaya, son los de un político: el Cambio Climático, la inmigración masiva, las ‘fake news’, las redes sociales… La sensación que deja es la de un hombre cuya verdadera vocación es la de líder mundial, más que el timonel de la Barca de Pedro.


Carlos Esteban

Retiran material sobre la homosexualidad explicado (conforme a la visión católica de esta realidad) por una profesora de religión


Duración 1:46 minutos

La Consejería de Educación del gobierno valenciano ha retirado el material de la profesora de religión del instituto Marcos Zaragoza de La Vila Joiosa en Alicante, por enseñar a sus alumnos que los actos homosexuales deben evitarse siempre porque suponen un grave desorden moral, como enseña la Iglesia Católica.

No me fío (Fray Gerundio)


Sumergidos como estamos en la labor -dirigida desde muy arriba-, de boicotear todo lo que suene a tradicional en las órdenes religiosas, y después de las famosas directivas para los conventos de clausura que –si se cumplen-, acabarán con esa espiritualidad clásica -¡¡¡puaj!!!- a la que tanto miedo tienen algunos, mis hermanos han celebrado un Capítulo el pasado mes de mayo.
Las conclusiones ya se han hecho públicas. En medio de una gran cantidad de indicaciones insistentes en la fraternidad, la remodelación del espíritu de la Orden, la necesidad de amarnos y comprendernos y de salir a las periferias para anunciar las sorpresas de Dios, y una serie más de blablablá estilo conciliar, las decisiones concretas no se han dejado esperar. Nos reúnen a todos los vejestorios en esta casa en la que me encuentro, para tenernos bien vigilados y establecer así un seguimiento de nuestro estado de aceptación o no de las directivas bergoglianas, que ya están aceptadas plenamente por los sesudos superiores de la Orden. Al mismo tiempo, se recomponen los noviciados, situando entre nosotros a los novicios más adelantados, que por no ser excesivamente numerosos, ayudarán –dicen-, a dar un nuevo aire al convento, para que los frailes más antiguos puedan conocer de primera mano lo que es la verdadera vida conventual y lo que significa el espíritu comunitario. Nos quieren reciclar, antes de que nos recicle definitivamente el evo supramundano.
Dios escribe derecho con renglones torcidos. Lo que pretende ser una decisión de castigo o de intento de enmendar a los pocos frailes recalcitrantes que quedamos, ha supuesto para mí una gran alegría, manifiesta en dos aspectos.
Por un lado, me vuelvo a reunir con mis queridos Fray Malaquías, Fray Peseta o Fray Escéptico –viejos compañeros de fatigas-, con lo cual se aseguran divertidas y jugosas horas de recreo en el claustro. Todos de la misma decrépita edad, que vemos con angustia, sufrimiento y dolor la nueva situación, que nos cuesta asimilar tantas sorpresas del Espíritu. Recuperaremos las reuniones amigables comentando la situación; y al mismo tiempo, para poder sobrevivir en este mundo áspero y sombrío, podremos recuperar el buen humor y la pequeña copita, siempre escondida bajo alguna losa de la celda de Fray Malaquías.
Por otra parte, y no menos importante, la presencia de novicios recién formados en los nuevos paradigmas, con su master de la Gregoriana o del Anselmianum bajo el brazo, modernistas convencidos, aportarán a los senectos vejestorios agudos análisis sobre la Amoris Laetitia o la Exultate. Se augura y promete jolgorio entre los quintañones, que sin duda contribuirá a restaurar nuestras arterias y huesos descalcificados.
Bendito sea Dios. Ya veremos lo que dura esta situación, antes de que se nos imponga el exilio definitivo en alguna cheka vaticana o nos manden a algún lúgubre sótano de Santa Marta, condenados a leer alguna Exhortación Apostólica de Bergoglio y escribir cien veces: Esto es Magisterio Pontificio.
Mientras llegan las próximas semanas, he observado unos movimientos vaticanos que han alegrado a muchos, pero que a mí me han sumergido de nuevo en una especie de remosqueo, porque me barrunto que hay gato encerrado. Las aparentes peleas de Bergoglio y los obispos alemanes son de elevado nivel. Primero dicen que hay que darle la comunión al cónyuge protestante. Luego, algunos de los obispos germanos dicen que no están de acuerdo con la otra mitad. De repente, surge una declaración-no-hecha-pública de la Doctrina de la Fe que dice que rien de rien. De nuevo protestan los obispos alemanes y dicen que van a ir a ver al Papa. Van a verlo (haciendo un esfuerzo por abandonar unos días sus diócesis) y éste les dice que se vuelvan a ir porque en realidad la decisión la tienen que tomar ellos en responsabilidad y es cosa suya. Se van mas contentos que unas pascuas luteranas. Francisco recibe a un grupo de luteranos y les dice que tenemos que amarnos más. De repente –segunda vez-, nueva carta de la Doctrina de la Fe diciendo que nanai del paragüay. De intercomunión, nada. Nuevas palabras del cardenal Marx para decir que le sorprende que el Papa haya dicho eso. (A mí también). Nueva discusión para ver si se puede o no se puede. Y dice que quiere ver al Papa para contrastar el dato.
Total, que mientras van y vienen, los cónyuges están comulgando por si acaso dicen que sí, y porque están seguros de que no van a decir que no.
A ver qué me dicen los novicios que vienen de Roma. Parece que alguien escuchó en los pasillos santamartinos que Bergoglio le decía a Ladaria: Sigue publicando instrucciones diciendo que no, y luego les diremos a los prusianos que hagan lo que quieran, pero hagan como que no. Pero sí. Caso por caso y casa por casa.
Y todos felices. La euforia de muchos medios católicos por la contundente decisión, me acumula una nube de moscas tras mi frailuna oreja. No me fío.
Fray Gerundio

Una renuncia exprés (Mario Caponnetto)



A muy escasos días de haberla presentado, la Santa Sede aceptó la renuncia de Monseñor Héctor Aguer como Arzobispo de La Plata. Tanta celeridad es por completo inusual y asombra habida cuenta de que por lo general los molinos vaticanos muelen lentamente. Esta vez, en cambio, el trámite fue exprés. Se ve que alguno de los “vientos renovadores” que soplan en Roma aceleró esta vez las aspas de los viejos molinos.
Apenas unas pocas semanas antes de la fecha en que Aguer cumplía la edad canónica indicada para el retiro de los obispos, su ahora sucesor, Víctor Fernández (uno de los hombres de mayor confianza del Papa Francisco y reconocido como uno de sus teólogos de referencia) abandonaba -también sorpresivamente- su cargo de Rector de la Pontificia Universidad Católica Argentina. Es evidente, a la luz de lo que sucedió después, que aquella precipitada salida del rectorado de la primera universidad católica del país no tuvo otro sentido que posicionarlo a Fernández para asumir la diócesis ahora vacante. Es decir, la maniobra sucesoria estuvo perfectamente planeada y pergeñada con anticipación. Sólo restaba aguardar la fecha de la renuncia de Aguer. Sin embargo nada hacía prever semejante velocidad en el trámite.
Que todo el trámite del relevo se caracterizó por una inusual velocidad y premura lo atestiguan algunos detalles harto significativos. En efecto, sólo siete días después de presentar la renuncia, Monseñor Aguer fue citado por el Encargado de Negocios de la Nunciatura en Buenos Aires. Allí se le comunicó que cesaba en sus funciones a partir del momento mismo del anuncio público (que se hizo el sábado 2 de junio, día de la festividad externa de Corpus) y que uno de sus obispos auxiliares quedaría a cargo de la administración de la Diócesis hasta la toma de posesión del nuevo Arzobispo. En consecuencia, su salida efectiva se produciría inmediatamente después de la Misa de Corpus el mismo sábado 2 de junio en la que debía ser su despedida formal de la Arquidiócesis. Esto último se modificó a posteriori tras una entrevista que ambos arzobispos, el saliente y el entrante, mantuvieron en la Curia Platense y en la que se convino que el domingo 10 de junio Aguer se despedirá de su clero y de sus fieles en una misa celebrada en la catedral arquidiocesana.
Habida cuenta de que la toma de posesión del nuevo Arzobispo está fijada para el próximo 16 de junio es más que evidente que ni siquiera se le concedió a Aguer permanecer en el ejercicio del gobierno, y a la espera del sucesor, las dos escasas semanas que median entre el anuncio del nombramiento y la asunción del nuevo titular. En su lugar, el Papa designó Administrador apostólico “sede vacante” a unos de los auxiliares, Monseñor Alberto Bochatey, quien tendrá a su cargo gobernar la Arquidiócesis hasta la inminente asunción de Monseñor Fernández. En resumen está muy claro que Aguer debía ser alejado de su cargo sin demora; y así ocurrió.
¿Cómo se explica tanta celeridad, absolutamente inédita en la tramitación de un relevo episcopal? La respuesta, en parte, hay que buscarla bastante atrás en el tiempo. Aguer y Bergoglio fueron designados el mismo día como obispos auxiliares de Buenos Aires, en 1992 a instancias del entonces arzobispo porteño, el Cardenal Quarracino. En su momento, la designación de ambos se tuvo como un reconocimiento al “conservadorismo”. Para “compensar”, como suele ocurrir en la Iglesia con cierta frecuencia, en la misma tanda fueron nombrados dos “progresistas”, Frassia y Rodríguez Melgarejo.
Pero las cosas no ocurrieron como entonces podía suponerse. Mientras Frassia y Rodriguez Melgarejo permanecieron durante todos estos años en un virtual anonimato Aguer y Bergoglio, en cambio, adquirieron una creciente notoriedad y se convirtieron progresivamente en las dos figuras más relevantes del Episcopado Argentino aunque de una manera impensable en el momento en que ambos fueron designados. Ocurrió, en efecto, que la distancia doctrinal y pastoral entre ellos se fue haciendo cada vez mayor y más notoria: Aguer, de alto perfil intelectual, de reconocida formación tomista, de fina sensibilidad artística, políglota y eximio liturgista, se transformó en la cabeza de la ortodoxia católica. Dueño de un estilo directo que no teme ni rehúsa la confrontación cuando ésta se impone, sus intervenciones en los medios se hicieron cada vez más frecuentes suscitando siempre -a la par de la adhesión de los círculos católicos ortodoxos y tradicionales- el ataque de los enemigos de la Iglesia y el silencio de la mayoría de los obispos. Bergoglio, por su parte, dueño de una notable capacidad de disimulo, fue silentemente ascendiendo en la carrera eclesiástica hasta ocupar la Sede Primada con el consiguiente capelo cardenalicio; casi imperceptiblemente se convirtió en el principal promotor de la progresía, de la teología del pueblo, del ecumenismo a ultranza; sus guiños a la izquierda se hicieron cada vez más claros; la historia de su paso por el Episcopado argentino  puede sintetizarse diciendo simplemente que promovió todo lo malo y obstaculizó y persiguió todo lo bueno. Así, in crescendo hasta su asombrosa cuan inesperada elección como Obispo de Roma.
El enfrentamiento entre Aguer y Bergoglio nunca fue público o al menos demasiado público pero resultaba evidente que ambos representaban líneas doctrinales y pastorales antitéticas. Cuando se aproximaba la edad del retiro de Bergoglio no faltaron las presiones ni las gestiones de ciertos círculos ante la Santa Sede para apresurar la aceptación de la renuncia del entonces Cardenal Primado, cosa que no ocurrió ya que en el momento de viajar éste al Cónclave que lo elegiría Papa, Benedicto XVI no había aún aceptado la renuncia presentada casi dos años antes. La situación, por tanto, sufrió un giro inesperado ¿Qué se supone haría Bergoglio, devenido Papa Francisco, con su viejo rival?
Pero nos equivocaríamos absolutamente si pretendiéramos reducir toda esta historia a una mera rivalidad personal de dos obispos. Esta rivalidad existió, sin duda, y ha tenido su peso relativo; pero ella no es lo principal ni lo más relevante, por el contario, no pasa de ser una mera anécdota al lado de las verdaderas razones en juego. Me refiero a la dolorosa situación de la Iglesia en este tiempo en que la Fe parece languidecer y un frío cierzo de apostasía sopla con creciente intensidad. Notorias, a la vista, se exhiben las llagas del cuerpo eclesial; y si bien todo esto afecta a la Iglesia Universal, el caso de la Iglesia en la convulsa Iberoamérica (y por ende en Argentina) adquiere ribetes particulares.
Se trata de una Iglesia fuertemente sacudida por fenómenos como la Teología de la liberación, el Tercermundismo y la ahora llamada Teología del Pueblo (metamorfosis de los dos anteriores) que han desnaturalizado gravemente la esencia misma del mensaje cristiano transformándolo en una suerte de utopía salvífica tan cara a las izquierdas, ayer alistadas en la guerra armada hoy empeñadas en la guerra cultural y social. En los años inmediatamente siguientes a la clausura del Concilio, el Tercermundismo argentino, fuertemente aliado a los grupos subversivos, se cargó nada menos que a dos arzobispos. Con manejos non sanctos, el entonces obispo auxiliar de Córdoba, Enrique Angelelli -cabecilla del tercermundismo hoy promovido a candidato a los altares- logró la renuncia del Arzobispo Monseñor Ramón José Castellano con la evidente intención de sustituirlo en la sede arzobispal. La actitud de la Santa Sede (Paulo VI) fue “salomónica”: desplazó al Arzobispo legítimo, promovió al rebelde como Obispo de La Rioja y trasladó a la sede cordobesa al que con el tiempo sería el Cardenal Primatesta. El otro caso fue el del Arzobispo de Mendoza, Monseñor Alfonso Buteler quien tuvo que soportar la rebelión de veintisiete curas tercermundistas. También en este caso, Paulo VI optó por desplazar al legítimo Arzobispo nombrándole un Coadjutor sede plena. Un intento similar sufrió otro Arzobispo, Monseñor Guillermo Bolatti, Arzobispo de Rosario; pero la maniobra pudo, felizmente, abortarse. He traído la memoria de estos casos para que se calibre hasta qué punto llegaron las tensiones en la Iglesia argentina lo que explica, en cierto modo, la actual situación. Pasaron muchos años y ahora tenemos esta partida exprés de Monseñor Aguer.
El catolicismo en estas tierras hispanoamericanas (con sus honrosas excepciones desde luego), fuertemente comprometido con la revolución social y las opciones políticas más radicalizadas, no ha hecho otra cosa que perder todo influjo auténticamente evangelizador en la vida pública y en la cultura a la par que ha reducido constantemente el número de fieles captados por las sectas protestantes. El caso de Chile con la vertiginosa caída de la otrora mayoría católica a porcentajes alarmantes es el más representativo. La descatolización de ese país es obra exclusiva de un episcopado y de un clero que, en importante medida, abdicaron de su misión evangelizadora para embarcarse en las más descabelladas aventuras políticas y sociales. A esto se suma la pavorosa ignorancia del clero fruto de su pésima formación en los seminarios y la total desmovilización del laicado. Esta debilidad del catolicismo iberoamericano lo ha hecho, por otra parte, permeable a todas las novedades de la progresía europea, importando lo peor del Viejo Continente y sumando así otro factor más de disgregación. En este panorama los obispos fieles a la Fe verdadera, a la Tradición y al Magisterio son cada día más escasos y, de hecho, permanecen marginados.
Francisco es hijo de esta Iglesia a la que encarna y sirve. Desde su ascensión al Papado está empeñado en una reforma tan peligrosa como evanescente y se entiende que uno de sus mayores esfuerzos se enderece a remover todo cuanto se le oponga y que su atención se centre en su país natal donde, pese a todo, la Iglesia logró permanecer relativamente al abrigo de los aires iberoamericanos. Es en este contexto, antes que en el de su antigua rivalidad con el ahora Arzobispo Emérito de La Plata, que se entiende esta celeridad en deshacerse de uno de los últimos obispos católicos que van quedando.
Aguer es un estorbo, una rémora que es necesario barrer cuanto antes del escenario eclesial. Hay una prisa perturbadora. No sé bien por qué, pero en estos días acude recurrentemente a mi memoria el pasaje de Juan 13, 27: Entonces dijo Jesús (a Judas): lo que tienes que hacer, hazlo pronto.
Mario Caponnetto