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domingo, 5 de agosto de 2018

Si un Papa puede trastocar la enseñanza de la Iglesia sobre la pena de muerte, ¿por qué no puede hacerlo sobre la homosexualidad?



El pro-homosexual Ministerio de Nuevos Caminos utiliza el “cambio” del papa Francisco en la enseñanza de la Iglesia sobre la pena de muerte para argumentar a favor de la aceptación de la homosexualidad.

Al escribir el 3 de agosto en su página web NewWaysMinistry.org, el grupo ve el reciente giro de Francisco como prueba que “la enseñanza de la Iglesia puede [supuestamente] cambiar”, incluso para afirmar lo “contrario”.

Según el grupo, las actuales discusiones eclesiales sobre la homosexualidad “tienen un gran potencial para modelar futuros cambios en la enseñanza de la Iglesia respecto a estos temas”.

El usuario de Twitter Rorate Caeli sugiere entonces el siguiente cambio en el Catecismo:

"Durante mucho tiempo, la Iglesia consideró los actos homosexuales intrínsecamente desordenados. Con una mejor comprensión de la dignidad humana, ahora creemos que son encantadores. La jerarquía está llena con personas que tienen esas inclinaciones, lo cual es un signo del favor divino”.

El ‘lobby LGBTI’ confía en ser el próximo cambio en la doctrina (Carlos Esteban)



Las perspectivas que ha abierto Su Santidad al cambiar sin consulta previa o explicación el punto del Catecismo referido a la pena de muerte, revirtiendo la doctrina de siglos anteriores, no ha escapado a los grupos LGBTI católicos, que consideran la medida del Papa como prueba de que la doctrina puede cambiar.
“Es importante para los católicos que defienden la igualdad LGBT tomar nota de este cambio porque, durante décadas, los católicos que se oponen a la igualdad LGBT argumentaban que es imposible cambiar la doctrina de la Iglesia”, exulta New Ways Ministry, un grupo dedicado al ‘acercamiento’ de la Iglesia a las tesis homoheréticas en su web, tras el cambio introducido por Su Santidad en el Catecismo. “A menudo señalan el hecho de que las condenas a las relaciones de personas del mismo sexo están incluidas en el Catecismo, y por tanto no están abiertas a discusión. Y, sin embargo, la doctrina sobre la pena de muerte está en el catecismo, también…”
No es, como se ve, José Manuel López Vidal el único en advertir las posibilidades que abre esta ‘grieta en la doctrina’. De hecho, el debate entre quienes aplauden la reforma efectuada por el Papa abundan los que, como el teólogo Massimo Faggioli, desprecian la explicación del prefecto de Doctrina de la Fe en el sentido de que se trate de un ‘desarrollo de doctrina’ y abogan, por el contrario, por un sentido ‘líquido’, evolutivo de la enseñanza católica.

Faggioli sostiene que es absurdo considerar mero desarrollo cuando una doctrina contradice claramente la enseñanza precedente sobre el mismo asunto -de ser lícito a no serlo-, y añade que la Iglesia ha tenido que revertir su postura doctrinal oficial en diversas ocasiones, y que seguirá haciéndolo.

Y es difícil pensar en un grupo mejor posicionado para presionar un nuevo cambio doctrinal que el ‘lobby gay’, cuya infiltración en la jerarquía eclesial se ha hecho especialmente evidente con los recientes escándalos de abusos homosexuales clericales en Estados Unidos, Chile y Honduras y su encubrimiento por el alto clero, pero también por la proliferación de iniciativas eclesiales y personajes pro-LGBT consentidas y aun propiciadas por los pastores en todas partes.

La cobardía y el carrerismo de muchos jerarcas pueden explicar en parte un encubrimiento tan reiterado y masivo, pero no todo. Cuando el más elemental sentido común nos impide creer que las constantes andanzas homosexuales durante más de medio siglo del arzobispo emérito McCarrick fueran conocidas por tantos, desde seminaristas a sacerdotes y periodistas, y completamente ignoradas por sus colegas más cercanos, es lícito sospechar que los obispos WUERL, FERRELL, JAMES TOBIN y CUPICH mienten al expresar una absoluta sorpresa. Todos ellos formaban parte de la ‘clique’ de McCarrick y deben en buena medida la púrpura a los buenos oficios del ex-cardenal.

El filósofo polaco Andrzej Kobyliński llega a afirmar en una entrevista a La Nuova Bussola Quotidiana que “la homosexualidad en el clero ya ha dividido la Iglesia en dos”. Hace mención Kobyliński a recientes estudios que revelan un “éxodo heterosexual del sacerdocio” y advierte que “a causa de la controversia en torno a la homosexualidad aumentará cada vez más la desintegración del catolicismo”.

Carlos Esteban

¿Francisco promovió a un conocido homosexual para que sea arzobispo?



Rorate-Caeli supo el 4 de agosto por parte de un par de fuentes que un funcionario nombrado recientemente, a quien el papa Francisco le confió un alto cargo en el Vaticano, es ampliamente conocido por la jerarquía y por laicos informados de su país natal europeo como un promiscuo homosexual activo.

Varios autores católicos, entre ellos Ann Barnhard y Tristán Casabianca, afirman que el mencionado homosexual es José Tolentino Mendonça.

El 26 de junio Francisco nombró a Mendonça, quien es conocido como poeta y que fue quien predicó en el retiro cuaresmal de este año para la curia romana, como el nuevo Bibliotecario vaticano y lo hizo arzobispo.

En una entrevista en el 2016 con la radio Renascença, de Lisboa, Mendonça dijo sobre los homosexuales que “nadie puede ser excluido del amor y de la misericordia de Cristo”.

Agregó que los homosexuales “deben encontrar en la Iglesia un espacio para ser escuchados, un lugar de bienvenida y misericordia”



Fiesta del santo cura de Ars, san Juan Mª Vianney



"La virtudes extraordinarias del Santo Cura de Ars".

Lo verdaderamente extraordinario de la vida de los santos no son los milagros o hechos grandiosos, sino el modo heroico de vivir las virtudes cristianas. Esta vivencia heroica de las virtudes cristianas no se puede atribuir a que ellos tuvieran fuerzas ordinarias sino a gracias extraordinarias concedidas por Dios, y por supuesto a la colaboración heroica hecha por el santo. En ese concurso maravilloso entre Dios y el hombre es donde radica lo maravilloso de la vida de los santos. 

Examinemos tres ejemplos de la vida del Santo Cura de Ars, cuya fiesta celebramos hoy [4 de agosto]: 

1.- A pesar de sus limitaciones humanas, de las cuales era totalmente consciente, cumplió con la misión tan difícil que Dios le había encargado. Hoy es de hecho, modelo de los párrocos seculares. 

2.- Las continuas luchas que tuvo con el demonio. Luchas que comenzaron incluso cuando iba a entrar en el pueblecito de Ars por primera vez. A pesar de ello, nunca se asustó. El mundo y el demonio siempre pondrán obstáculos delante de nosotros para que no cumplamos nuestra misión. Me viene ahora a la memoria lo que le ocurrió a un obispo hace tan solo unos días cuando después de haber rechazado que un transexual fuera madrina de un bautismo, ante las presiones de los media, cambió su decisión y lo aceptó. 

3.- La importancia que le daba a los pecados, incluso veniales. Se cuenta en su vida que durante bastante tiempo estuvo recogiendo dinero para su asilo. Dinero que guardaba en una mesa. Esta mesa se quemó, junto con el dinero. Cuando le informaron del hecho, él respondió: “Peor habría sido un pecado venial”.

Alfonso Gálvez

NOTA: Homilía pronunciada el 8 de agosto de 2015

Los delirios de López Vidal (Carlos Esteban)




Exulta José Manuel Vidal, de Religión Digital, en un artículo en el que celebra jubiloso la decisión de Su Santidad de cambiar de un plumazo dos mil años de doctrina católica sobre la pena de muerte (‘Francisco, el Papa abolicionista’), y aprovechando que hace referencia a esta publicación con el cariñoso apelativo de ‘infovaticarcas’, nos ha parecido oportuno dedicar algún comentario a su confuso escrito. Por alusiones.

Empezaré por lo menor, para que no distraiga de lo importante; me refiero a esa lectura de las mentes y las intenciones en que con inefable candor suelen caer quienes siempre nos amonestan con la prohibición evangélica de juzgar. Así, Vidal SABE por qué nos preocupa la súbita iniciativa papal cuando escribe: “Les duele la decisión del Papa sobre la abolición de la pena de muerte, porque tantos ello como los políticos de su cuerda se quedan sin coartada eclesial. A partir de ahora, quien esté a favor de la pena de muerte está en contra de la doctrina oficial de la Iglesia”.

Personalmente, no he dedicado mucho tiempo de mi vida a pensar en la pena de muerte. Vivo en un país que la ha abolido hace décadas, no es exactamente un debate abierto y, lo que es especialmente importante, su licitud o ilicitud tiene una nula influencia en mi quehacer diario. No recuerdo ya cuándo fue la última vez que tuve que confesarme de ejecutar a un criminal.

No, el quid de todo el asunto está en ese párrafo, pero no en su lectura de nuestros negros corazones, sino en la expresión con que abre su última frase: “A partir de ahora”.

Uno es católico no porque crea que la Iglesia ha acertado con la verdad, a modo de una escuela filosófica especialmente clarividente y afortunada en sus argumentos, sino porque cree que está animada por Cristo, cuyas palabras “no pasarán” cuando hayan pasado tierra y cielo (probablemente, por culpa del cambio climático), porque sólo Él tiene “palabras de vida eterna”, es decir, que su mensaje es el mismo ayer, hoy y mañana, atemporal.

El texto de Vidal, en cambio, está cuajado de referencias temporales como la señalada, y ni siquiera de una forma coherente, sino que lo que es argumento a favor de algo se convierte milagrosamente en argumento en contra en el siguiente párrafo.
Imagino que no advierte, por ejemplo, la enorme ironía de su segunda frase, cuando dice: Durante siglos, la Iglesia contemporizó con la mentalidad del mundo y no sólo bendijo sino que aplicó la pena de muerte en los propios Estados Pontificios”. Es decir, la Iglesia se hizo culpable de defender una doctrina errónea porque “contemporizó con la mentalidad del mundo”, pero ahora hay que alegrarse del cambio francisquista porque “en una Iglesia ‘semper reformanda’, la doctrina no es sólo un museo para visitar, admirar e imponer, como creen ellos, sino una realidad viva, que se transforma y se regenera en consonancia con los signos de los tiempos, como ya dijera el Vaticano II”.
No hay que apurarse: Vidal sabe cuándo seguir al mundo está bien y cuándo está mal. Porque, naturalmente, si la Iglesia contemporizó con la mentalidad del mundo declarando lícita la pena de muerte, parece bastante obvio que prohibirla ahora vuelve a caer en el mismo ‘defecto’, que es virtud cuando la época de que se trata es la que, felizmente, le ha tocado en suerte al comentarista, más cuando este conoce bien ‘la dirección correcta de la historia’.

Es una paradoja que siempre me ha llamado poderosamente la atención, que quienes más acerbamente critican episodios como el juicio a Galileo o las Cruzadas sean siempre los mismos que nos urgen a adaptar la doctrina de la Iglesia a los tiempos que corren. Porque si la jerarquía eclesiástica pecó al condenar al físico italiano fue, precisamente, por imitar lo que entonces se hacía y por defender el ‘consenso científico’ de la época, y otro tanto puede decirse de el intento de recuperación por las armas de Tierra Santa.

Vidal parece creer, como el más burdo profeta apocalíptico, que viven en el Final de los Tiempos, al menos en el sentido de que las ideas hoy de moda son definitivas y que no habrá en cien, mil o diez mil años una generación que se sorprenda de que pudiéramos creer semejantes estupideces, como ha pasado siempre.

Decía Chesterton que solo la Iglesia Católica nos libera de la humillante esclavitud de ser hijos de nuestro tiempo, pero Vidal prefiere apuntarse a la tesis del finado Cardenal Carlo María Martini, inspirador del ‘grupo de San Galo’, que cita en este artículo, según la cual la Iglesia lleva “doscientos años de retraso”. ¿Respecto a qué? Al mundo, a la ‘intelligentsia’ de izquierda que conoce infalible el sentido de la historia.

De ahí que en seguida aproveche la ocasión para expresar la esperanza que es nuestro temor (por si le interesa, don José Manuel): 
“Francisco ha abierto una grieta en el bloque doctrinal que los infovaticarcas creen monolítico, eterno e inalterable. Y una vez abierta la rendija… ¿Por qué no se podría aplicar esta misma dinámica evolutiva doctrinal a otros temas como la moral sexual (léase anticonceptivos) o el acceso de la mujer al altar?”
Vidal parece no conocerse a sí mismo, al menos por lo que expresa en este artículo. Vidal cree en un “bloque doctrinal” tan “monolítico, eterno e inalterable” como nosotros, y por eso sabe que la Iglesia se equivocaba antes y acierta ahora. ¿Cómo saber si se avanza o se retrocede si no se tiene una idea de la ‘inalterable’ meta? Es, simplemente, que cree que todavía no hemos llegado allí, y que el Mundo -la opinión publicada dominante en Occidente, la progresista- nos lleva a los fieles “doscientos años” de adelanto.

Y esa es mi gran duda en todo esto. Si es siempre el mundo el que acierta -¡y con tantos años de diferencia!- y la Iglesia la que renquea detrás, desesperantemente lenta, ¿por qué no prescindir de la rémora? ¿Qué más claro ‘signo de los tiempos’ puede marcar como falsa a una institución que acertar solo con un retraso tan desesperante?

Si lo que quiere Vidal es retener el nombre de Cristo y esa vaga espiritualización comunal del ideario progresista ahí tiene a la Iglesia Anglicana, que consagra todas las ilusiones del periodista, desde obispas hasta sacerdotes casados y la mayor relajación de la moral sexual que pueda desear.

Carlos Esteban

El tsunami del modernismo ha entrado de lleno en la Iglesia, ¿quién protegerá la buena doctrina?



Debo decir que cuando hace un par de días leí el cambio del punto del catecismo sobre la pena de muerte, tuve la misma sensación de impotencia ante los acontecimientos, que cuando leí hace un par de años el capítulo VIII de AL, que dicho sea de paso supuso para mí el despertar a otra realidad.

Lees que el papa va a cambiar un punto del catecismo, en el momento que más escándalos sexuales entre sacerdotes y seminaristas han salido a la luz y no deja de producirte cierta sensación de tristeza ante el panorama desolador.

Lo primero que pensé fue; debo proteger a mis hijos del papa Francisco. Pero luego ves que el problema no es solo el papa, sino todos sus súbditos que aplauden sus fechorías y los otros súbditos que intentan justificar de la forma más abyecta cualquier dicho y hecho perpetrado por su persona, hasta el cambio de la doctrina de siempre, apoyada en la tradición y en las escrituras.

Como muy bien explica el Padre Aberasturi en su última entrada:
“Bueno: pues ya se ha abierto el melón; y se ha tocado la Doctrina de siempre: de hecho, se ha cambiado algún punto del Catecismo de la Iglesia Católica. El primero. Claro que siempre se empieza por uno: se quita el “tapón” y ya se puede beber y/o verter su contenido. Podrá argumentarse que es un punto de segundo orden, y que además “la sensibilidad” de la cultura actual “lo exigía”, etc., etc. Ya…
Pero esto es como el rascar, que “todo es empezar”. Y ya se ha empezado. Por cierto: a esto se le coge gusto enseguidita; especialmente desde el poder, o desde los contubernios.
Como en las series que están tan de moda hoy, estamos en el cap. 1, de la T1. Habrá más capítulos y más temporadas. Necesariamente. Porque la “pastoral”, especialmente la desnortada, “necesita” credibilidad y honorabilidad para salvar la cara. ¡Por eso precisamente necesita cambiar muchas cosas de la Doctrina y de la Teología! ¡Y las va a cambiar para poder seguir llamando “pastoral” a lo que ya no lo es! Lo otro, cambiar la pastoral sin cambiar la Doctrina ha sido, y es, un tranpantojo y un engañabobos: la gran mentira.”
Nota 1:

Uno de los temas que más escalofríos me produce y en el que prefiero no pensar demasiado es que si la Iglesia ha considerado durante dos mil años que, en ciertos casos, es lícita la pena de muerte y para apoyarlo se ha basado en las Escrituras inspiradas por el mismo Dios,  una de dos: o Dios estaba equivocado o la Iglesia lleva dos mil años equivocada,  interpretando las Escrituras.Y esto nos lleva a la siguiente reflexión:  si ha errado en un punto,¿quién nos dice que no ha podido errar en más puntos?

Claramente se ha cometido una tropelía. Como en tiempos del arrianismo surgirán los arrianos y los semiarrianos y quedarán unos pocos fieles que seguirán defendiendo la auténtica doctrina, aun a costa de su vida y de su honra.

Nota 2:

Hoy, en una entrada de blog en el Ministerio New Ways – un grupo de defensa de la “justicia e igualdad para católicos lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGBT)” – vemos claramente que la compuerta se ha abierto:
Es importante que los defensores católicos de la igualdad LGBT tomen nota de este cambio, porque durante décadas los opositores católicos a la igualdad LGBT argumentaron que es imposible cambiar la enseñanza de la iglesia. A menudo señalaban el hecho de que las condenas de las relaciones entre personas del mismo sexo estaban inscritas en el Catecismo y, por lo tanto, no estaban abiertas a discusión o cambio. Sin embargo, la enseñanza sobre la pena de muerte también está en el Catecismo, y, de hecho, para hacer este cambio en la enseñanza, fue el texto del Catecismo el que Francisco cambió.(https://translate.google.es/translate?hl=es&sl=en&u=https://onepeterfive.com/&prev=search)
El tsunami del modernismo ha entrado de lleno en la Iglesia, ¿quien protegerá la buena doctrina?

El Oriente en llamas

Francisco se equivoca de nuevo: la Iglesia enseña que la pena de muerte es lícita



El padre Raymond Blake critica el 3 de agosto en Twitter el nuevo parágrafo del papa Francisco, insertado en el Catecismo de la Iglesia Católica que declara erróneamente que “la Iglesia enseña” que la pena de muerte es inadmisible.

Blake señala que esto “no es cierto, ni histórica ni fácticamente”.

El sentido común, la Biblia, toda la teología católica – incluyendo a Santo Tomás [de Aquino] – enseñan que la pena de muerte es justa y lícita como tal.

El padre Blake no propone una legislación que incluya la pena de muerte.