No habrá nuevos comunicados del Papa sobre la crisis de la pedofilia clerical ni tomará Su Santidad medidas al respecto, asegura en La Stampa el veterano vaticanista Andrea Tornielli.
Quienes dan por hecho que la crisis abierta por las revelaciones sobre el ex cardenal McCarrick, arzobispo emérito de Washington, y por el devastador informe del gran jurado de Pensilvania se traducirá en grandes cambios en la estructura de la jeraquía americana se equivocan por completo.
Ni siquiera hay que esperar cambios menores o nuevas instrucciones papales, al menos si es cierto lo que asegura el prestigioso vaticanista Andrea Tornielli en el diario italiano La Stampa, en un artículo titulado: ‘Abusos: ningún nuevo documento papal, hay que aplicar la carta’.
Según cuenta Tornielli en su sección Vatican Insider citando fuentes cercanas al pontífice, “no se prevén nuevas directivas papales sobre el tema de los abusos ni prepara Francisco documento alguno dirigido a los obispos para la lucha contra la pedofilia clerical”, contrariamente a los que adelantaban algunos medios.
Mientras en Estados Unidos son ya varios los estados cuyos fiscales generales se disponen a iniciar investigaciones similares a la de Pensilvania y se reúnen miles de firmas exigiendo la renuncia de los prelados más ‘tocados’ por el escándalo -como el sucesor de McCarrick, el cardenal Donald Wuerl, arzobispo de Washington-, Tornielli asegura que el Papa considera que su carta ‘agota’ el asunto, no exigiendo del Vaticano ninguna iniciativa ulterior, a la espera de que los prelados norteamericanos la apliquen.
La carta de Su Santidad en reacción a la preocupación de los fieles por el encubrimiento masivo de casos de pederastia en Estados Unidos ha sido insólitamente criticada desde medios poco sospechosos de ‘tradicionalismo’, alegando no solo que evita términos cruciales sobre la realidad de esta crisis, como ‘homosexualidad’ u ‘obispos’, sino también por eludir medidas concretas para atajar el mal.
En ella, Francisco identifica la raíz de estas escandalosas conductas en el evasivo término ‘clericalismo’ que, en puridad, puede emplearse para tachar una iniciativa o su contraria.
La iniciativa que adelantábamos aquí hace unos días, por ejemplo, de incluir a laicos en los comités de elaboración de ternas de obispos, que es cualquier cosa menos ‘clerical’, es poco probable, por ser optimistas, que se tome en cuenta.
Carlos Esteban