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viernes, 31 de agosto de 2018

Noticias del 30 de agosto de 2018 (Caso Viganó)



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Wall Street Journal: El Papa debe 'explicar la verdad' sobre el encubrimiento de McCarrick 

CRUX

Aftershocks of cover-up accusation against Pope felt in Rome

Selección por José Martí

Caso Viganó: ¿Con la verdad o con el encubrimiento? (Gabriel Ariza)



Nos encontramos en un momento crucial para la Iglesia Católica.  
Las revelaciones que hemos ido conociendo durante el verano, relativas a diferentes escándalos de abusos sexuales en el seno de la Iglesia, desde el depredador sexual McCarrick, ya excardenal, hasta el caso Maradiaga en Honduras, en cuyo seminario intentó suicidarse un joven, y desde Chile hasta Pennsylvania, evidencian que la lacra de los abusos, a pesar del gran empeño de Benedicto XVI para acabar con ella, sigue emponzoñando el rostro de la Iglesia. 
Dejo de lado el tema de la pena de muerte, la censura a San Pablo en la misa de Dublín, o la carta en la que el Papa repartía la culpa de los abusos entre todo el pueblo de Dios. 
La bomba que publicamos el pasado domingo en InfoVaticana, la carta en la que el exnuncio en Estados Unidos revela que Francisco conocía de las acusaciones contra McCarrick y le levantó las sanciones impuestas por Benedicto XVI, abre dos posibilidades, y solo dos:
  1. Nos encontramos ante un arzobispo, Viganó, que está mintiendo para acusar a Francisco de un horrendo crimen, haber encubierto y protegido a un pedófilo, y por tanto debe ser sancionado con las penas que contemple el Código de Derecho Canónico 
  2. Es cierto lo que dice Viganó, y resulta que Su Santidad el Papa encubrió, protegió y promovió al cardenal McCarrick a sabiendas de que era un depredador sexual que asaltaba su seminario para buscar jóvenes seminaristas a los que llevarse a la playa para abusar de ellos. 
Cualquier análisis de la carta de Viganó que no trate de dilucidar si nos encontramos ante la primera o la segunda posibilidad, es decir, si lo que dice Viganó es verdad o mentira, no es periodismo, no es búsqueda de la verdad, sino que es ideología.
Tratar de desacreditar a Viganó, como están haciendo algunos medios, llamándole mentiroso, recurriendo a historias familiares o a episodios inciertos, no es búsqueda de la verdad, sino que es matonismo. 
Defender a Francisco con adulaciones vacías, o diciendo que le atacan porque es "latino", para desviar la atención (ver aquí un ejemplo) de las gravísimas acusaciones que se han conocido y que necesitan una respuesta clara y contundente, como hacen otros, no es búsqueda de la verdad, sino que es papolatría.
Considerar, como sugieren algunos portavoces oficiosos del Vaticano, que porque "no había denuncias de menores de edad, sino solo testimonios de relaciones sexuales con seminaristas" el tema no tenía relevancia para el Papa, no es búsqueda de la verdad, es complicidad.
Señalar con el dedo acusador al que, harto de la omertá, cuenta lo que sabe, y llegar incluso a acusarle de no haberlo contado antes, no es búsqueda de la verdad, es encubrimiento
Atacar a los medios que publicamos en exclusiva la carta el pasado domingo: Marco Tosatti en La Veritá, InfoVaticana y Edward Pentin en el Register, porque 'estropeamos la misa del Encuentro Mundial de las Familias', como han llegado a afirmar algunos, no es búsqueda de la verdad, es clericalismo.
Llegados a este punto, se trata de determinar en qué lado de la historia queremos estar: En el de la búsqueda de la Verdad o en el del encubrimiento de la ponzoña. 
Termino con dos consejos del Papa, que creo que respaldan el trabajo que desde InfoVaticana hemos realizado este verano.
Gabriel Ariza Rossy
A continuación algunos de los artículos y editoriales más clarificadores publicados durante el mes de agosto:

‘Viganó quitó del testimonio todo lo que no fuera absolutamente demostrable’ (Carlos Esteban)



Marco Tosatti, el veterano periodista elegido por Carlo María Viganò para editar su famosísimo informe, asegura que convenció al arzobispo para dejar fuera de él muchos datos que el prelado conocía pero no podía respaldar con pruebas fehacientes.

El incomprensible silencio del Papa Francisco ante las graves acusaciones del Informe Viganò tiene a los ‘renovadores’ sumidos en el desconcierto, dedicados a la labor de desacreditar al arzobispo y ex nuncio en Estados Unidos.

Aparte de esa tarea de revolver en la basura de Viganò, la última estrategia parece consistir en insinuar que el veterano vaticanista Marco Tosatti ha sido el verdadero artífice del documento, que habría aplicado su ‘creatividad’ de escritor con el mismo e incluso que habría animado al arzobispo a lanzar esta bomba, movido por oscuros intereses de odio al pontífice.

Tosatti se ha encargado sobradamente de desmentir que su tarea haya sido otra que la de recibir el documento y aplicar la normal labor de edición junto al prelado, de quien partió en exclusiva la idea de las revelaciones, si bien originalmente pretendía que fuera en forma de entrevista concedida al citado periodista.

Frente a quienes señalan que se trata de un ‘bluf’, de Viganò o del propio Tosatti, el vaticanista insiste en que el arzobispo no solo dispone de pruebas documentales  de cada aserto, sino que parte clave en su colaboración consistió en que el prelado omitiera del informe todo aquello que, aunque lo conociera con certeza, no pudiera probar de forma fehaciente.

A nadie se le ocurre que un arzobispo curial de su importancia y edad pudiera ignorar la gravedad del paso que estaba dando o no previera las consecuencias, asegurándose de disponer de documentos o testigos que respalden todos los cargos. 

De hecho, la pregunta que plantea Tosatti, entrevistado por Church Militant, es: si lo que dice Viganò no es cierto, ¿por qué el Papa no lo desmiente?

Éste es, sin duda, el punto débil en la defensa de los ‘renovadores’ que, precisamente por eso, han optado por ignorar las acusaciones y dedicarse directamente a sembrar dudas sobre la credibilidad del autor del informe

Por su parte, los medios seculares, que tuvieron el papel protagonista en la revelación de los escándalos clericales en 2002, lanzándose con entusiasmo a una labor de derribo y denuncia, se muestran en este caso extrañamente titubeantes, inclinándose más bien por la defensa del Pontífice, lo que debería activar todas las alarmas en quienes conocen la escasa simpatía que siempre han mostrado por la Iglesia Católica.

Pero es inevitable especular sobre todos esos detalles que quedaron fuera del informe, según declara Tosatti, y preguntarnos si guardan alguna relación con otro misterioso caso en el que también estuvo directamente implicado Carlo María Viganò y que, de algún modo, precipitó la presente crisis.

Nos referimos al informe de 300 páginas encuadernado en rojo que los cardenales Julián Herranz, Jozef Tomko y Salvatore De Giorgio elaboraron a principios de 2013 por encargo del entonces Papa reinante Benedicto XVI.

El informe fue encomendado a estos tres cardenales después de que estallara el escándalo de filtración de documentos confidenciales de la Curia -conocido popularmente como caso ‘Vatileaks’- sobre abusos financieros, favoritismos y corrupción, algunos de los cuales consistían en denuncias planteadas por el propio Viganò, entonces al cargo de la Gobernación del Estado Vaticano. 

El mayordomo del Papa, Paolo Gabriele, fue identificado como el responsable material de la filtración, condenado por robo y posteriormente indultado. El extraño destino de Gabriele y su cercanía al Santo Padre sugiere que podría tratarse de una filtración procurada desde las más altas instancias vaticanas para propiciar una investigación que justificara  una ‘limpieza’ de la Curia.

Herranz, Tomko y De Giorgio entregaron los resultados de su investigación en diciembre, y posteriormente una nota oficial del servicio de prensa del Vaticano informaba que 
“el Santo Padre ha decidido que los resultados de este informe, cuyo contenido conoce solamente Su Santidad, permanezcan exclusivamente a disposición del nuevo Pontífice”.

Fue poco después de la lectura de este informe cuando Benedicto XVI anunció su sorprendente renuncia, sobre cuya motivación última siempre ha callado pero que achacó a una ‘falta de fuerzas’ para enfrentar la misión encomendada en el actual estado de la Iglesia. Es difícil no relacionar ambas noticias, y de hecho han sido mucho los medios que han dado ese paso. El primero, poco tiempo después del anuncio, fue el diario italiano La Repubblica que, citando fuentes anónimas, aseguraba que los cardenales habían descubierto una red clandestina de chantajes, sobornos y encuentros homosexuales que involucraba a la jerarquía del Vaticano.

Veamos a distancia el desarrollo de los hechos. Viganò es asignado a la Gobernación, o Governorato, donde descubre enormes niveles de corrupción económica en contratos infladísimos, concesiones a dedo dadas desde muchísimo tiempo atrás a empresas que cobran precios exorbitados por sus servicios y todo tipo de corruptelas, que ataja inmediatamente, no sin antes revelarlas al Santo Padre.

Esto causa un enorme malestar entre los curiales, a algunos de los cuales, previsiblemente, la limpieza de Viganò arruina buenos negocios, y empiezan a surgir en Il Giornale, el diario de Berlusconi, historias sin firmar que critican duramente al arzobispo.

El entonces Secretario de Estado, el Cardenal Bertone, maniobra para quitarse de encima a Viganò, algo que consigue haciendo que lo manden a Estados Unidos como nuncio. 

Pero las denuncias de Viganò y otros documentos de este cariz se filtran en el escándalo Vatileaks, lo que da pie a Benedicto a encargar el citado informe, hoy en poder de Francisco, que no lo ha hecho público ni se ha referido en forma alguna a su contenido.

Y lo demás, como suele decirse, es historia.

Carlos Esteban

Desesperados por el caso Viganò, la comisión Herranz entra en juego, la Iglesia se está cayendo a pedazos (Specola)



En un primer momento se quiso cerrar el caso Viganò muy a la “Vaticana”. El Papa Francisco decide no decir ni una palabra y no existe el más mínimo comunicado oficial. Se intenta hacer ver que es una cosa sin entidad y dejarla morir. Basta ver los primeros artículos aparecidos en la páginas para oficiales y las primeras reacciones.

El silencio inicial se ha convertido en clamor universal. Recogemos una parte de las noticias aparecidas que son muchísimas. En Italia se están resucitando algunos temas como el de los monaguillos de San Pedro que siguen en el limbo y que a nadie parecen importar a pasar de las gravísimas acusaciones. Este caso y otros muchos hacen ver a todo el mundo que hacer no se ha hecho nada.

El silencio lleno de preocupación de los defensores del Papa Francisco es otro dato increíble. Salvo algunas manifestaciones genéricas de respaldo al pontífice, que ni de lejos entran en el problema, nada serio se ha dicho. Las defensas de algunos de los afectados no hacen otra cosa que complicar más su posición con descalificaciones a las personas que no hacen otra cosa que su trabajo.

Los medios oficiosos hacen largos y razonados artículos cocinados en la Secretaria de Estado que intentan salvar la situación. La desesperación se corta y los grupos de trabajo interno multiplican sus reuniones. Los encargados de bloquear la implicación del Vaticano en los tribunales americanos dan su batalla por perdida. Viganò es un alto cargo Vaticano que ha trabajado en Estados Unidos y que ofrece un testimonio de hechos penales gravísimos. Lo peor que podía suceder ha sucedido. La estrategia ahora da un cambio radical y se da por hecho que hasta el Papa Francisco y el Papa Benedicto pueden ser llamados a declarar.

Un nuevo dato entra en juego y se hace referencia al informe Herranz. En torno a cuarenta personas son llamadas a declarar ante la comisión de tres cardenales creada en los tiempos de la renuncia de Papa Benedicto. Es el famoso informe que pasa de papa a papa directamente y sin intermediarios. El contenido es por ahora secreto pero ya Viganò ha insinuado que puede hacer pública su declaración. Los tres cardenales que formaban parte de esta comisión parece que también sabían de gravísimos delitos y han mantenido el más absoluto silencio de oficio.

Son muchos los sacerdotes y obispos que están siguiendo con preocupación lo que está sucediendo estos días y esperan que todo se aclare. Confiar en la Divina Providencia es justo y necesario, pero la Divina Providencia creemos que también confía en que hagamos algo nosotros. La tensión en la curias y en las parroquias es terrible. Los defensores del Papa Francisco titubean y empiezan a marcar distancias y los detractores piden luz sobre todo esto. La Iglesia no puede funcionar con mecanismos propios de una secta y cuanto antes se aclare toda está confusión mejor para todos. Nos parece exagerado hablar de cisma pero cabreo lo hay y no poco.

A los religiosos y eclesiásticos se les puede amenazar y hacer callar. A los laicos es imposible. Son muchos los que simplemente abandonan, basta ver las iglesia tan vacías en  nuestra vieja Europa y esto se está extendiendo a los Estados Unidos. Pero son muchos los que están dispuestos a que no les roben su fe y a que no les obliguen a irse de “su iglesia”. El descrédito de los obispos es enorme y ya nadie les cree cuando repiten como un mantra: “yo no sabía nada”. En Mexíco lo de Maciel lo sabían hasta en el último pueblo.

Estados Unidos no es Chile y mandar a dos curiales a llorar por las montañas diciendo que el papa se ha equivocado no tiene mucho sentido. El llamar a Roma a los obispos americanos y pedirles que renuncien todos no es viable y además éstos no se iban a callar como los chilenos, que están viviendo una situación de continuo martirio.

En medio de todo este silencio oficial la bola sigue creciendo y decir que está dando la vuelta al mundo es poco. Los informativos de máxima audiencia han tratado todo esto como noticia estrella. La crisis infinita que estamos viviendo parece que continuará y que, al menos por ahora, no vemos que se estén tomando decisiones que lleven a una solución razonable.

En tiempos tan complicados como estos nuestros un joven escuchó estas palabras: «Ve, Francisco y repara mi Iglesia que, como ves, se está cayendo a pedazos»

Los caminos de Dios son otros y seguro que ya está actuando donde menos lo podemos imaginar. “Él os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué acusaros en el día de Jesucristo, Señor nuestro.”

Buena lectura.


SUPER EX FA LE PULCI PERSONALI AI DETRATTORI PERSONALI DI MONS. VIGANÒ. E UN DOSSIER CHE CONFERMA LE ACCUSE…

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SPECOLA

El obispo del Ordinariato, sobre los obispos que niegan conocimiento de McCarrick: “No les creo” (Carlos Esteban)



Monseñor Steven Lopes, obispo para América del Ordinariato Personal de la Cátedra de San Pedro, el más joven del episcopado estadounidense, ha declarado en su última homilía que no cree a los cardenales y obispos americanos que afirman no haber oído nada de las andanzas homosexuales de McCarrick.

“Voy a decirles qué respuesta creo que no es lo bastante buena”, declaró Monseñor Steven Lopes, primer obispo del Ordinariato y uno de los más jóvenes miembros de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, en una homilía en su catedral, Nuestra Señora de Walsingham, en Houston, Texas. “Es ese desfile de cardenales y obispos que se precipitan hacia las cámaras de televisión, aferrándose a sus cruces pectorales y asegurando: “¡Yo no sabía nada!”.

“No les creo. Y yo soy uno de ellos. No me lo creo. Porque como uno de los obispos más jóvenes de la Conferencia, mantengo una interesante perspectiva. Por ejemplo, fui seminarista cuando Theodore McCarrick fue nombrado Arzobispo de Newark, y él visitaba a menudo el seminario. Y todos sabíamos”.

Lopes es el primer obispo del Ordinariato Personal, creado por Benedicto XVI para acoger a los clérigos anglicanos que se convertían a la fe católica y a los que permite mantener su ministerio sacerdotal también como hombres casados, de forma similar a como se hace con los católicos de Rito Oriental.

La jurisdicción de Lopes engloba Estados Unidos y Canadá, ya que el Ordinariato equivale canónicamente a un obispado, y tiene su centro en la Catedral de Nuestra Señora de Walsingham en Houston, Texas.

Lopes saltó a los medios católicos en enero del año pasado al puntualizar, ante la aplicación pastoral de la exhortación papal Amoris Laetitia que la ‘conciencia’ no puede justificar la comunión para los divorciados vueltos a casar y que viven ‘more uxorio’.

Carlos Esteban