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sábado, 17 de noviembre de 2018

San Vaticano II (Miguel Ángel Yáñez)



En los últimos años hemos asistido a una explosión de canonizaciones de Papas, de repente parecería que todos son santos. Sin embargo, las canonizaciones papales han sido rarísimas hasta el periodo postconciliar, veamos algunos datos:
  • Desde el Siglo XVI hasta el Vaticano II solamente dos Papas han sido canonizados. Y vaya que dos Papas: San Pío V y San Pío X. San Pio V falleció en 1572 y fue canonizado por Clemente XI en 1712: ¡140 años después!, mientras que San Pío X falleció en 1914 y fue canonizado por Pío XII en 1954.
  • Por no hacer demasiado farragoso este artículo me ceñiré ahora a sólo un periodo, suficiente a modo ilustrativo. Desde el siglo X tenemos una lista importante de Papas beatificados esperando a ser canonizados, el que más (Victor III) lleva la friolera de 931 años esperando, y el que menos (Pío IX) 140 años:
    1. Beato Víctor III (1087): 931 años esperando.
    2. Beato Urbano II (1099): 919 años.
    3. Beato Eugenio III (1153): 865 años
    4. Beato Gregorio X (1276): 742 años
    5. Beato Inocencio V (1276): 742 años
    6. Beato Benedicto XI (1304): 714 años
    7. Beato Urbano V (1370): 648 años.
    8. Beato Inocencio XI (1689): 329 años.
    9. Beato Pío IX (1878): 140 años.
  • En el periodo descrito desde el siglo X hasta el Vaticano II, se canonizaron tan sólo cinco Papas: San León IX, San Gregorio VII, San Celestino V, San Pío V y San Pío X.
Según estos datos, se evidencia sin duda alguna que las canonizaciones papales han sido algo muy raro. Cinco en mil años, lo cual da una media de un Papa cada 200 años. 
Sin embargo, nos encontramos con que parece que de repente todos los Papas desde el Vaticano II son santos, y además lo son proclamados en un cortísimo espacio de tiempo: Ya tenemos a Juan XXIII, Pablo VI y a Juan Pablo II, y se nos anuncia que Juan Pablo I también está al caer, mientras que el propio Francisco ya entre bromas insinúa la prevista canonización de Benedicto XVI y de él mismo.
Si en mil años se han canonizado cinco Papas, y desde 2013 a el actual llevamos ya tres, supone que hemos pasado de una media de un Papa canonizado cada 200 años, a un Papa canonizado cada 2 años. Si lo trasladamos a días la estadística resulta aún más clara. Antes se canonizaba un Papa cada 365.000 días y ahora cada 2.190 días.
Es evidente que, como en tantas cosas desde el Vaticano II, hay un cambio sustancial e importante. A nadie debe escapar este hecho que resulta cuando menos sorprendente. Cualquier católico de a pie que no haya perdido el sentido común debiera cuando menos estar extrañado: ¿De repente todos los Papas son santos tras el Vaticano II? ¿Por qué tan rápido y todos?
Los hechos de los Papas postconciliares
Si ya resulta anormal el cambio de ritmo de canonizaciones papales, más extraño es si analizamos qué ha pasado durante los pontificados de los Papas postconciliares ya canonizados
No voy a entrar a valorar si tal Papa era más piadoso o menos, si rezaba diez rosarios al día o ninguno, si dormía con cilicios o en una cama de plumón. Proponer a un Papa como santo público no es sólo decir que era un gran devoto, es proponer al pueblo cristiano su ejercicio en tanto que Papa como modélico y ejemplar, porque no hay santidad sin el correcto cumplimiento de las obligaciones de estado. La propia Virgen nos advirtió en Fátima que el gran sacrificio que nos pedía a todos en esta época moderna era el perfecto cumplimiento de nuestras obligaciones de estado. Va de suyo que en los Papas su principal obligación de estado es la custodia y transmisión de la Fe católica íntegra e inalterada, así como las tradiciones legadas desde tiempos apostólicos ininterrumpidamente por todos sus sucesores.
Creo que no es necesario ilustrar los méritos sobrados y reconocidos de San Pío V y San Pío X, pero ¿qué méritos atesoran Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II?
No es mi intención hacer aquí una exposición sobre los hechos y dichos de cada papa, sobre lo cual ya hay una abundante bibliografía en esta misma web, pero sí hay que subrayar que todos tienen algo en común: el Vaticano II. Veamos solamente alguna pincelada sobre esto.
El Vaticano II
A no ser que queramos estar absolutamente ciegos -y lo hay a raudales-, es absoluta y objetivamente indiscutible que el Vaticano II ha desencadenado en términos puramente estadísticos una crisis en la Iglesia como nunca se ha conocido.
Si lo analizamos numéricamente, con simple estadística, una Iglesia floreciente, con todos los defectos que tuviera -que los había-, ha pasado en unos años a una caída de estadísticas en todos los niveles absolutamente impresionante. Y es algo de tal calibre que no se me ocurre pensar en una empresa que a un jefe se le ocurra innovar, y como resultado las ventas cayeran un 2000%, y encima pueda haber alguien lo suficientemente descerebrado que se le ocurra darle el premio de “mejor jefe del año” e ir orgullosamente diciendo que era un gran “jefazo”.
Juan XXIII
Juan XXIII tiene el dudoso “honor” de haber convocado el Concilio Vaticano II, que ha supuesto la mayor catástrofe en la historia de la Iglesia.
Este “honor” se ve acrecentado por la nefasta línea maestra que marcó en la apertura del Concilio, y que ha supuesto de hecho la guía de actuación, hasta hoy día, de inacción y complicidad de todos los papas postconciliares y obispos. En la misma tuvo la “brillante” idea de pretender que la Iglesia en adelante no debía condenar errores, sino sólo proponer su doctrina de forma amable y sonriente. La consecuencia ya la vemos a 50 años vista: toda la iglesia infectada de herejías y errores.
“Siempre la Iglesia se opuso a estos errores. Frecuentemente los condenó con la mayor severidad. En nuestro tiempo, sin embargo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia más que la de la severidad. Ella quiere venir al encuentro de las necesidades actuales, mostrando la validez de su doctrina más bien que renovando condenas. No es que falten doctrinas falaces, opiniones y conceptos peligrosos, que precisa prevenir y disipar; pero se hallan tan en evidente contradicción con la recta norma de la honestidad, y han dado frutos tan perniciosos, que ya los hombres, aun por sí solos, están propensos a condenarlos, singularmente aquellas costumbres de vida que desprecian a Dios y a su ley, la excesiva confianza en los progresos de la técnica, el bienestar fundado exclusivamente sobre las comodidades de la vida.”
Juan XXIII no fue sólo el irresponsable convocante del Concilio, sino que de principio marcó ya la línea errónea a seguir y, me atrevo a afirmar, que este discurso ha sido uno de los más devastadores para la Iglesia en los últimos 50 años.
Pablo VI
Si Juan XXIII fue el irresponsable que preparó la tormenta, Pablo VI fue quien la agitó y concluyó. Al igual que con Juan XXIII mucho se podría decir sobre su pontificado, pero me centraré en especial en un aspecto: la reforma litúrgica.
Pablo VI, siguiendo la estela honorífica de Juan XXIII, atesora el “mérito” de haber destruido los ritos de la San Misa Católica para convertirla en una ceremonia protestantizada. El Novus ordo, que “se aleja en conjunto y en detalle de la teología católica de la Santa Misa” (Cardenales Ottaviani y Bacci), ha sido y es el ariete del modernismo para destruir por capilaridad la Fe en la Iglesia; y a cincuenta años vista es innegable que casi lo han conseguido.
El gran daño en la Fe del pueblo se ha producido por la inyección de veneno de esa nefasta catequesis visual que se ha suministrado al pueblo. A base de actuar como protestantes, han terminado siéndolo.
Destruir lo más sagrado y santo que tenemos para disfrazarlo de cena protestante ¿es eso cumplir con las obligaciones de estado de un Papa? ¿es eso causa de santidad?
Juan Pablo II
Si Juan XXIII fue el causante de la tormenta y Pablo VI el que la ejecutó, Juan Pablo II ha sido el Papa bajo cuyo mandato se ha implantado el Vaticano II, y bajo cuyo pontificado las estadísticas de la iglesia a todos los niveles (vocaciones, herejías…) han llegado a su máxima expresión de negatividad. Como dije antes, no voy a entrar en si era más piadoso o menos, pero pienso que es indiscutible que la iglesia tras su pontificado sencillamente se ha quedado como un solar desierto.
La Iglesia es una Monarquía y el Papa es el responsable máximo y absoluto, así que, por acción u omisión -no juzgo las intenciones-, como gobernante de la iglesia fue un absoluto desastre. Pretender lo contrario con los números que dejó es sencillamente engañarse a uno mismo.
Pero demos también una pincelada del pontificado en uno de sus actos culminantes, el encuentro de Asís que, según el propio Juan Pablo II, fue una especie de “catequesis viva del Concilio Vaticano II”.
Pío XI, en su encíclica Mortaliun animos, hablaba sin ambages de que “no pueden, de ninguna manera obtener la aprobación de los católicos, puesto que están fundadas en la falsa opinión de los que piensan que todas las religiones son, con poca diferencia, buenas y laudables, pues, aunque de distinto modo, todas nos demuestran y significan igualmente el ingénito y nativo sentimiento con que somos llevados hacia Dios y reconocemos obedientemente su imperio” y advertía que “cuantos se adhieren a tales opiniones y tentativas, se apartan totalmente de la religión revelada por Dios”.
El encuentro de Asís no es pues un “detalle”, una “anécdota”, como los juanpablolatras suelen repetir para pasar de puntillas por él, sino que es un acto de extrema gravedad, un encuentro “que se aparta totalmente de la religión revelada por Dios”, es decir, un auténtico acto de apostasía y escándalo público.
La Jornada de Asís, luego repetida por Benedicto XVI -dicho sea de paso-, fue, en resumen, según un brillante análisis de sí sí no no :
“1) Una ofensa a Dios
2) Una negación de la necesidad universal de la Redención
3) Una injusticia y una falta de caridad hacia los infieles
4) Un peligro y un escándalo para los católicos
5) Una infidelidad que traiciona  la misión de la Iglesia y de San Pedro”
¿Cómo es posible que un Papa a la vez que se aparta por completo de la revelación cumpla con su obligación suprema de estado de custodiar la Fe? Sencillamente imposible de conciliar y es pues ridículo, auténtica ceguera espiritual, el que haya gente que critica a Francisco y habla de que Juan Pablo II era un “santazo”.
Encuentro de Asís. Papa Juan Pablo II. Año 1986
Conclusión
No hay que ser muy ducho para darse cuenta de que asistimos al intento de canonización del Vaticano II y todas sus reformas, y de que, para los novadores, el verdadero hecho de santidad de estos Papas es que, justamente, han sido los máximos responsables de haberlo implementado.
Ignoro si estos Papas estarán en el cielo, o no, pero de lo que sí estoy seguro es que no han sido ningún modelo en el cumplimiento de sus obligaciones de estado, sino, muy al contrario, han sido los máximos responsables de la hecatombe que vivimos desde hace cincuenta años por acción, omisión, complicidad y/o negligencia en el ejercicio de su cargo, y al que a eso lo quieran llamar santidad, ya es en sí mismo otro elemento de la crisis de la Iglesia: proponer modelos que no lo son.
Miguel Ángel Yáñez (director de Adelante la Fe)

Ataque en la Conferencia Episcopal Italiana a la validez de la misa tradicional 'liberada’ (Carlos Esteban)


MISA TRIDENTINA

Mientras todos los ojos están fijos en la plenaria americana, recién finalizada, otra conferencia episcopal importante, la italiana, se reúne en asamblea y pone en duda la validez de la misa tradicional, ‘recuperada’ por Benedicto XVI.

Mientras los obispos de Estados Unidos indignan a sus fieles al negarse siquiera a sugerir al Vaticano que aclare el caso del ex cardenal Theodore McCarrick, dando pábulo a la sospecha de que, en efecto, los prelados no tienen el menor interés en ‘tirar de la manta’ en el asunto del encubrimiento de abusos homosexuales del clero, los italianos, también unidos en asamblea, emprenden una operación de acoso y derribo contra la misa tradicional, cada vez más popular especialmente entre los jóvenes.

La asamblea tiene a la liturgia como tema central, y se rumoreaba desde el primer día que se han producido en su seno fuertes ataques contra el motu proprio Summorum Pontificum, por el que el anterior Papa, Benedicto XVI, recordaba que la misa tradicional, a la que pretendió sustituir el Novus Ordo Missae aprobado tras el Concilio Vaticano II, no solo es válida y está en vigor, sino que su celebración no precisa de una aprobación o permiso especial.

Monseñor Carlo Maria Roberto Redaelli , arzobispo de Gorizia, ha sostenido en el curso de las discusiones que el Misal Antiguo de Juan XXIII había sido derogado por Pablo VI y que, por tanto, el motu proprio de Benedicto XVI parte de premisas jurídicas erróneas y no puede, por tanto, considerarse válido, se lee en el blog Messa in Latino. De aceptarse esa opinión, no podría considerarse ‘liberalizada’ la celebración de la misa tradicional.

Las consecuencias de semejante conclusión serían de largo alcance, ya que desde la aprobación de Summorum Pontificum se han multiplicado las parroquias que celebran misa según el multisecular Rito Tridentino en latín, común durante medio milenio a toda la Iglesia Universal hasta la reforma encargada por Pablo VI al cardenal Annibale Bugnini y aprobada en 1968, que introducía el rito de la misa en lengua vernácula que es el familiar para casi todos los católicos practicantes de hoy.

Es difícil sustraerse a la impresión de que la ‘renovación’ ahora en marcha tiene en su punto de mira todo lo que tenga éxito popular y atraiga incluso a los no creyentes por su énfasis en las realidades sobrenaturales y en el misterio de la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía.

Carlos Esteban

Noticias varias 13 a 16 de noviembre de 2018 (El papa estampa y el real, escándalo misas modernas, mons. Aguer, No es la Iglesia De Francisco, Summorum Pontificum se quiere revocar, San Arrupe, etc.)



IPSI GLORIA

El Papa estampita y el Papa real (Fr Filemón de la Trinidad O.E.U.)




Pequeños monasterios (Bruno Moreno)

ONE PETER FIVE


GLORIA TV

Arzobispo modernista “excomulga” al padre Alessandro Minutella

Monseñor Nicola Bux: Francisco “se equivoca

Periodistas de Bergoglio utilizan las disputas de la familia Viganò para desviar los escándalos

Sumisiones vaticanas: propagandista homosexual aceptado como rector de Colegio Teológico Jesuita

Nuevo “altar” consta de 120 cabezas

Vaticano apoya el plan de inmigración masiva de la ONU – Solamente para los demás

Obispos italianos lanzan ataque suicida sobre la liturgia católica

Obispos italianos quieren revocar Summorum Pontificum 

INFOVATICANA

La secesión americana y los silencios vaticanos, sinodalidad fake, San Arrupe, los muebles de Tauran, el porsche del cura. (Specola)


Errazúriz deja el consejo de nueve cardenales que asesora al Papa (Carlos Esteban)

LIFE SITE NEWS

Here comes RICO: Abuse victims launch class action suit against Vatican, US bishops

SOME GOOD GUYS, BUT NOT ENOUGH And one really bad one (Michael Voris)


Duración 5:30 minutos


I'm Michael Voris wrapping up our coverage of the bishops' sex abuse meeting here in Baltimore, or rather what was supposed to be a meeting about clerical sex abuse — which is mostly homosexual clergy sex abuse.

But it didn't exactly turn out that way once the gay mob in Rome abruptly ordered the U.S. bishops to cancel their planned vote on trying to get to the bottom of things. After that happened, not much else did.

There were speeches and grandstanding and controlling of events by Rome's waterboy, Cdl. Cupich, and as an aside, what a frightening thought that he may very well be voting on the next pope — him and quite a few others.

But some things did happen that were a cause for hope. A number of the less big-name bishops didspeak out and assert Catholicism, which must have been shocking to some of their fellow prelates. Bishops Strickland of Tyler, Texas; Daly of Spokane, Paprocki of Springfield, Illinois; Cozzens of St. Paul and Minneapolis; and McKnight of Jefferson City were the few who publicly insisted on fidelity to the Church's teaching.

And thank God for them. Privately, a number of other bishops were also applauding them but, because they haven't quite gotten up the nerve yet, remained in the background. They need to change that — and fast.

But no doubt about it, the entire meeting was dominated by what Abp. Viganò correctly labeled the homosexual current so dominant in the hierarchy. Cupich has clearly emerged as the conductor of this gay orchestra, and the bishops here know it.

At one point, a vote was taken to recommend the Vatican make public the entire file of McCarrick. Cupich seized control and made known — for a bunch of politically motivated reasons dressed up to appear reasonable — that the bishops should vote down any such measure.

They dutifully compiled by a vote of roughly 130-80 — no transparency needed. When Cdl. O'Malley suggested what many consider to be a change in the definition of "vulnerable adults" when categorizing sex abuse victims, it was again Cupich who seized control and said things would be complicated involving priests having sex with adults if the adults were consenting.

Every time the man speaks, he sounds more like a corporate chieftain than a successor of the Apostles. The mystery is: has he been given complete freedom by Rome to control the conference the way he sees fit, or is he consulting every step of the way and checking in with Rome frequently?

At this rate, it is far less than the conference of U.S. bishops, it would be more accurate to describe it as the Cupich Conference and some other bishops just hanging out. Current president Daniel DiNardo has effectively been removed from any serious power or authority. That was evident by the smackdown he received from Francis in August when the Pope told him to take a hike when he asked for an investigation into the McCarrick affair.

Cupich is beyond doubt in control of the U.S. hierarchy, just as his successor Joseph Bernardin — also from Chicago — was in control. And he is in control because Rome — the homosexualist current in Rome — has anointed him to be so.

Cupich has been the one parading around the world announcing a revolution in the Church, a paradigm shift in the Church — all his words. For a papacy claiming to be so down with the idea of local control, it appears that's the desire — until it's not.

Cupich is Rome's man in America and the instrument by which Rome will control everything it can in the United States in the continuing effort to advance modernism.

James Martin will still romp around the nation declaring sodomy is a gift from God and all who oppose it are mean.

Thomas Rosica will go on saying which sites are the only approved sites in Catholic social media and all others are to be not trusted.

And Cupich will continue to assert his will, which is the will of the homosexual current, whenever he feels the need to flex his muscle.

In closing, we bumped into Cupich in the hotel lobby and asked him why he says active homosexual couples should be allowed to receive Holy Communion.

Here's a very brief clip of the end of our very brief visit.

I asked the question, and he scurried up the escalator.

Yep, got to get to that meeting — very important meeting, got to get to the meeting.

We asked another bishop if he believed what Cupich says about active homosexuals being able to receive Holy Communion, and he said no, he doesn't agree with that.

When we pressed him and said, "Well then, why don't you say something to Cupich and challenge him?" he answered back, "Well, he didn't ask me."

There are a few good men here. Their ranks need to swell and swell soon if there is any hope for the Church in America. U.S. Catholics have had enough wimps wearing miters.


Michael Voris