Nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios (1 Cor 2, 12), el Espíritu de su Hijo, que Dios envió a nuestros corazones (Gal 4,6). Y por eso predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles, pero para los llamados, tanto judíos como griegos, es Cristo fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor 1,23-24). De modo que si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema! (Gal 1,9).
Una hermosa homilía del padre Santiago, en la que clarifica bastante bien las ideas fundamentales de lo que significa ser católico y de lo que no. Básicamente, la pregunta esencial es: ¿Seguimos creyendo que Jesucristo es Dios, además de ser hombre, por supuesto? ¿Creemos en las palabras de Jesús quien dijo que sus palabras son Espíritu y Vida, quien dijo que el cielo y la tierra pasarán peros sus palabras no pasarán? Y si sus palabras son Verdad, ¿puede un católico contradecirlas y seguir llamándose católico? La respuesta es: ¡NO!
Sermón de San Atanasio, predicado a los católicos del siglo IV, desolados por el triunfo del arrianismo.
"Ustedes están fuera de los lugares de culto, pero la fe permanece en ustedes. Veamos: ¿qué es más importante, el lugar o la fe? ¿Quién ha perdido y quién ha ganado en este lucha, el que conserva la Sede o el que observa la fe?
Es verdad que los edificios son buenos, cuando la fe es predicada; que son santos, si todo sucede en ellos de un modo santo… Ustedes son los que están felices, ustedes que permanecen dentro de la Iglesia en razón de su fe; ustedes, que mantienen firmes sus cimientos tal como les fueron transmitidos a través de la Tradición apostólica.
Y si celos execrables intentaran hacerla flaquear en alguna ocasión, no lo lograrán. Son ellos los que se separaron en la crisis actual. Nadie, nunca, prevalecerá contra vuestra fe, queridos hermanos, y creemos que Dios hará que un día volvamos a nuestras iglesias.
Cuanto mayor sea la violencia que empleen en ocupar los lugares de culto, tanto más se separan de la Iglesia. Ellos aducen que representan a la Iglesia, pero en realidad son ellos los que fueron expulsados y se encuentran fuera del camino».
Escribo a continuación uno de los comentarios que se hicieron a este vídeo del padre Santiago Martín, en referencia al Sínodo de los Jóvenes - 2018.
Dice así:
"Documento final suavemente ambigüo pero no rupturista"???Acaso usted leyó la biblia alguna vez? Le parece que Jesús fue en algún momento "suavemente ambigüo" en su hablar o llamaba a las cosas por su nombre?? Acaso no se da cuenta, en su afán de defender lo indefendible que se requiere y espera de los sacerdotes católicos posiciones CLARAS y FIRMES y NO sujetas a INTERPRETACIONES?? Así pasó con el Amoris tristizia y por lo visto no hay clero que defienda las enseñanzas de nuestro Señor, que siga a Cristo y no al hombre. Qué decepción!
Ésta es mi respuesta a ese comentario, que incluí también allí y que ahora coloco en el blog:
Estoy de acuerdo en lo de la ambigüedad. Ciertamente este sínodo ha sido un desastre, como era de prever. Las consecuencias que se van a derivar del mismo, conociendo a Francisco, van a ser catastróficas, si se mantiene en la línea que lleva ya durante más de cinco años. Entiendo perfectamente su enfado. A mí me pasó igual cuando dijo que el Sínodo ha resultado mejor de lo que se esperaba. ¿Se puede definir como «mejor» a un sínodo tan ambiguo y desastroso?. Esto es lo que me desconcierta un poco con relación al padre Santiago, a quien aprecio de verdad. Creo que es un buen sacerdote ... pero le falta contundencia a la hora de hablar, al menos en este caso concreto, aunque no es el único. Eso me apena.
Ahora bien: pienso que no está bien contestarle diciendo: «¿Acaso usted leyó la biblia alguna vez?» Eso es una ironía ofensiva, pues sabe perfectamente que la respuesta es afirmativa. La ha leido y la ha meditado mucho. No obstante, somos humanos y, a veces, debido a la rabia, a la decepción o a lo que sea, nos expresamos de una manera que podría herir al otro. Y eso no está bien: la verdad siempre, por encima de todo. Por supuesto que sí ... pero con caridad. Bueno, esto no lo digo yo. Lo dijo San Pablo, aunque no recuerdo ahora mismo el lugar de la cita.
Si le sirve de algo, como le digo, yo me quedé también bastante triste y decepcionado al oír lo que decía el padre Santiago sobre este Sínodo, hasta el punto de dejar de suscribirme a esta página web. Pero luego, con más calma, he pensado que el tiempo que dedico a disgustarme estaría mucho mejor empleado dedicándolo a querer más al Señor y a la Virgen María, nuestra Madre. Sufrir sí, porque es mucho lo que está en juego, pero que sea un sufrimiento por amor al Señor. Indignarse ... pues también, porque este mensaje llega a mucha gente. Y -en mi opinión- pienso que el padre Santiago, aunque no me cabe duda de su buena intención, se ha equivocado al considerar este Sínodo tan ambiguo y amañado, como algo positivo, cuando no lo es, ni muchísimo menos.
Pero, dicho eso, pienso también que es preciso controlarse y no lanzar -sin pensar- palabras que puedan ser ofensivas: eso no agrada al Señor (máxime cuando se sabe que dichas palabras no se corresponden con la realidad): ¿Cómo puede decirle al padre Santiago si se ha leído la Biblia alguna vez? Es evidente que lo ha hecho y no una, sino infinidad de veces ... algo que usted ya sabe.
Además, se trata de un sacerdote, razón de más para no expresarse de ese modo, primero por el respeto que se le debe a cualquier persona, pero mucho más aún si se trata de un sacerdote quien, por definición, es un hombre de Dios.
No quiero repetirme. Rezaré por el padre Santiago para que hable con más energía y sin miedo; y rezaré también por usted para que su decepción no le lleve al desánimo ni a la falta de esperanza. Es una prueba más que, tanto usted como yo, debemos superar con la ayuda del Señor, la cual nunca nos va a faltar. Espero no haberle ofendido. El consejo que le doy me lo he dado primero a mí mismo. Que Dios le bendiga.
José Martí
NOTA: Es de agradecer a Dios el hecho de que la mayoría de los comentarios a este vídeo van en este sentido. La ambigüedad no es buena. Y, desde luego, no es cristiana, ni mucho menos católica. Parece que el «sensus fidei» de la gente de buena voluntad está funcionando. Y pienso que Dios se va a servir de esto para dar una solución a la grave crisis por la que está atravesando la Iglesia de hoy.
Homilía del 22 de noviembre de 2015 (Mt 24, 15-35)
El evangelio de hoy nos habla de los tiempos finales y de la segunda venida de Cristo. Los tiempos finales irán precedidos de una serie de señales que serán clamorosas y espectaculares, aunque nadie les hará caso.
1.- Cuando veáis la abominación de la desolación establecerse en el lugar santo. 2.- En aquellos tiempos surgirán falsos cristos y profetas que engañarán a muchos. 3.- Habrá una gran tribulación, como no la hubo desde el principio del mundo. 4.- Se alzará pueblo contra pueblo, nación contra nación, habrá guerras y rumores de guerras. 5.- Pero antes de que todo eso suceda habrá contra vosotros una gran persecución. 6.- Se producirá la apostasía universal, tanto de la jerarquía como de los fieles.
A pesar de que todas estas señales serán tan claras, el momento final será sorpresivo e inesperado.
De hecho, vivimos ya en una situación de apostasía general y estamos sumidos en la mentira. ¿Es esta situación culpable? El mismo Señor nos lo dice: Serán engañados los que quieran perderse, pero no los que quieran ser fieles a Cristo.
Esto explica el silencio actual de las ovejas y de los pastores.
- Juicio sobre la masacre de Madrid del 11 de marzo del 2004. - La sustitución de Benedicto XVI por el papa actual. - La actitud de la Conferencia Episcopal Española.
Una situación difícil, pero que no tiene que llevar a la angustia a todo aquel que de verdad quiera ser fiel a Cristo. Para la justicia final tendremos que esperar, como nos dice San Pedro en su segunda carta, al cielo nuevo y a la tierra nueva donde brillará la justicia.