El portal Church Militant asegura saber de fuentes fiables que la investigación canónica sobre el ex cardenal Theodore McCarrick estaría intentando cuestionar la credibilidad de la víctima principal del prelado y presentando el abuso como consentido y no referido a un menor legal.
En lo que podría ser el intento más torpe de Roma en la cuestión de los abusos sexuales por parte de clérigos, los investigadores eclesiásticos que investigan el caso McCarrick estarían tratando de calificar de ‘no creíble’ la versión de la víctima, asegura el portal Church Militant. Alegan que el entonces adolescente de 16 años James Grein fue voluntariamente en busca del cardenal para ayudar en la misa de medianoche en 1972, tras la cual fue abusado en la sacristía.
Aun cuando el chico no fuera a San Patricio con intención sexual alguna, el hecho de que fuera voluntariamente exoneraría total o parcialmente a McCarrick, ya que este no fue en su búsqueda. Por otra parte, la edad del joven haría dudar de que se trate, legalmente hablando, de abuso a un menor.
La idea de que nadie pueda plantearse que los tocamientos sexuales de un arzobispo a un chico de 16 años que se ofrece a ayudar en misa sean otra cosa que un abominable abuso solo puede achacarse a la desesperación, en línea con las declaraciones del pupilo de McCarrick, el cardenal Blase Cupich, arzobispo de Chicago, cuando insinuó que las relaciones homosexuales de un sacerdote era meramente un asunto privado.
Son, naturalmente, malas noticias para quienes esperaban que la jerarquía eclesiástica se dejara de extrañas maniobras de ocultación y emprendiera una limpeza honesta y en profundidad, pero lo son de una forma más inmediata para el Cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York.
En efecto, fue Dolan quien, el pasado día 20 de junio, puso a rodar la bola de nieve que habría de convertirse en un gigantesco alud al anunciar la acusación ‘creíble’ contra McCarrick después de que James Grein, víctima durante años de los abusos del arzobispo emérito de Washington, mantuviera prolongadas entrevistas con el vicario general de la Archidiócesis de Nueva York, Richard Welch. Si, después de todo, el caso no se sostiene a ojos de Roma, Dolan habría acusado en falso a un hermano en el episcopado de un grave crimen.
Dolan ya ha sido recientemente acusado por su colega de Boston, el cardenal Sean O’Malley, de haber encubierto un caso en su diócesis, una iniciativa singular e inédita que hace sospechar que Dolan está en el punto de mira de la Curia.
En cualquier caso, de confirmarse esta información, indicaría a las claras que Roma sigue teniendo más interés en tapar los escándalos y pasar página que en entrar a saco en el problema y atajarlo de raíz.
Carlos Esteban