El Tribuno, el diario de la provincia de Salta que soltó la liebre sobre el obispo emérito de Orán, no ha podido elegir peor momento para hacer públicas sus últimas revelaciones: el Vaticano, el propio Papa, estaban enterados de las denuncias por abusos sexuales contra Gustavo Zanchetta antes de que Su Santidad le acogiera en Santa Marta y creara ‘ex nihilo’ para él un cargo de difusa responsabilidad en la APSA, la ‘inmobiliaria’ de las propiedades de la Santa Sede.
Resumimos telegráficamente el caso: hace unas semanas, el diario local argentino El Tribuno publicó que la verdadera causa de la renuncia del joven obispo de Orán, Gustavo Zanchetta, no era la enfermedad que alegaba, sino las denuncias por abusos de poder y sexuales contra él. Zanchetta había sido uno de los primeros y sorprendentes nombramientos episcopales de Francisco, no solo porque era relativamente joven, sino porque no parecía reunir las condiciones habituales para tan alto cargo y, sobre todo, porque el Papa actuó directamente, saltándose el procedimiento ordinario de atender las propuestas de la Conferencia Episcopal Argentina y la opinión de los vicarios diocesanos. Sencillamente, era su amigo de cuando Zanchetta trabajaba en la Conferencia Episcopal.
Zanchetta se marchó bruscamente, sin siquiera despedirse de los fieles o de sus propios sacerdotes, alegando una enfermedad indefinida. Una extraña enfermedad, porque fue a sestear a la diócesis de Corrientes, invitado por su obispo, y en pocas semanas disfrutaba en Madrid de la hospitalidad del cardenal arzobispo Carlos Osoro. Y al poco estaba viviendo con el mismo Papa y disfrutando de un puesto creado ex profeso para él.
El bombazo de El Tribuno obligó al Vaticano a reaccionar, y el interino portavoz Gisotti se presentó ante los medios diciendo que a) Zanchetta había sido suspendido de sus funciones en la APSA, b) que el Vaticano solo conocía el asunto del ‘malestar’ de sus sacerdotes y los abusos de poder (reconociendo así que le dejaron colar la mentira de la enfermedad, por cierto), y c) que de los abusos sexuales se acababan de enterar por las noticias de la prensa.
Cuando, poco después, salieron voces asegurando que habían enviado a la Curia fotos obscenas de Zanchetta, Gisotti se reafirmó: Roma no sabía nada de todo eso.
Pero ahora El Tribuno publica que documentos internos de la Iglesia “demuestran que autoridades de la institución, incluido el papa Francisco, conocían las denuncias de abuso sexual y desmanejos económicos que pesaban contra el ahora exobispo de Orán Gustavo Zanchetta, antes de darle un alto cargo en el Vaticano y trasladarlo a Roma. El religioso envió fotos íntimas desde su celular, acosó a seminaristas, no registró la venta de un importante inmueble y manejó fondos discrecionalmente”.
Cuenta el diario que “las sospechas contra Zanchetta surgieron en el seno de la Iglesia desde 2015, según se describe en la denuncia interna. Luego de que un secretario del Obispado descubriera fotos sexuales que Zanchetta había enviado y recibido desde su celular, sacerdotes alertaron a las autoridades. De acuerdo a lo que relata el texto, luego de eso el Papa llamó al entonces obispo para hablar sobre el tema, pero no fue separado del cargo. Después en el 2016, tres de sus vicarios generales y dos monseñores hicieron una denuncia interna formal ante la nunciatura, insistiendo en “actitudes extrañas” de Zanchetta con los seminaristas como “vigilarlos de noche paseando por sus habitaciones a altas horas con una linterna, o pedir que le hagan masajes, o meterse en sus habitaciones y sentarse en sus camas, o incitarlos a tomar bebidas alcohólicas, o ciertas preferencias por algunos más agraciados”.
Hubo una segunda denuncia, esta en 2017, después de que la primera fuera completamente ignorada. En esta “ya se explicitan supuestos casos de abuso sexual a seminaristas. Entonces, Zanchetta tuvo que salir de la diócesis. Sin embargo, no se inició investigación eclesiástica, no lo denunciaron a la Justicia ni lo apartaron sino que le terminaron dando un cargo en el Vaticano y se mudó a la misma residencia que habita el Papa”.
Ahora, los representantes de la cumbre sobre los abusos pueden seguir hablando de ‘transparencia’.
Carlos Esteban