Después del papa Francisco, el oficio papal deberá ser purificado de los “acrecentamientos idólatras” de los recientes pontificados, escribe el padre John Hunwicke el 16 de marzo en el sitio web en LiturgicalNotes.blogspot.com.
Debe volver a ser un ministerio petrino que pueda ejercerse “sin un desastre diario”, por medio de un ser humano común y pecador con fallas humanas comunes, moderado por la Gracia de Dios, agrega Hunwicke.
Él subraya que la autoridad papal “no es personal” en una forma “individualista” o “caprichosa”:
“El próximo Papa tendrá que recordar que tiene que transmitir sin alteraciones la Gran Tradición”.