El escritor Oscar Wilde (1854-1900), un ícono de la moderna propaganda homosexual, con frecuencia insinúa en sus escritos una búsqueda dolorosa para resolver su problema homosexual, según un artículo publicado el 20 de marzo por "Osservatore Marziano" en el sitio web MarcoTosatti.com.
Antes de su muerte a los 46 años, Wilde aborreció su estilo de vida homosexual, se confesó y recibió la Comunión.
Advirtió que "mucha de mi perversión moral se debe al hecho que mi padre no me permitió ser católico"
Y además: "el aspecto artístico de la Iglesia y la fragancia de sus enseñanzas me habría salvado de mi degeneración".
Wilde escribe que "la Iglesia Católica es para santos y pecadores, mientras que para las personas respetables está bien ser anglicanos".
En su carta escrita desde la prisión, "De Profundis", Wilde declara: "el Credo de Cristo no admite duda, y yo no tengo dudas de que es el Credo verdadero".
Agregó que "el catolicismo es la única religión por la cual vale la pena morir".
Wilde tuvo predilección por el papa Pío IX, con quien se reunió secretamente a la edad de 23 años. En sus últimos años probablemente se sintió más cercano a la figura de León XIII (+1903), como para sentirse casi beneficiado por un milagro a través de él.