La Iglesia necesita “cambiar”, escribe el papa Francisco en su documento del 2 de abril, titulado Christus Vivit, la Exhortación Apostólica que resume el Sínodo sobre la Juventud de octubre del 2018.
El documento de 67 páginas está lleno de propaganda esponjosa. Francisco escribe contra el “autoritarismo masculino”, advierte contra el peligro de convertirse en un “museo” y aboga por una “Iglesia abierta” que deje de lado “estrechos preconceptos [¿liberales?]” y “escuche más” a “la juventud”.
Francisco quiere liberar a la Iglesia de esos [¿liberales?] que la hacen “envejecer”, “la encajonan en el pasado [¿liberal?], no la dejan avanzar o la paralizan”.
Reclama “puertas abiertas” para las personas jóvenes que “pertenecen a otras religiones” o que “se distancian completamente de la religión”.
Francisco prefiere sentimientos subjetivos más que la doctrina sólida: “Más que estar demasiado preocupados por comunicar una gran cantidad de doctrina, tratemos primero de despertar y consolidar las grandes experiencias que [supuestamente] sostienen la vida cristiana”.