BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS



sábado, 13 de abril de 2019

La senda está marcada, se puede caminar con seguridad (Ricardo Cascioli)



La que propone Benedicto XVI no es una alternativa al papa Francisco, en el sentido mundano del término; él no juega a ser el antagonista del Papa reinante, eso sería caer en una visión sólo horizontal, típica de sus detractores. Por el contrario, él mira lejos, más allá de Francisco, señala la senda para el renacimiento de la fe.

El tema es la pedofilia en la Iglesia, pero sólo un ciego no se daría cuenta que la puesta en juego es mucho más alta y remite a los fundamentos de la Iglesia misma. Los “apuntes” del Papa emérito Benedicto XVI son la voz de la tradición bi-milenaria de la Iglesia de Cristo que vuelve a emerger bajo una espesa manta de consignas dictadas por los que sueñan con una “nueva Iglesia”; son el testimonio de una continuidad de vida que rompe la corteza que la sofocaba.

Con su indirecta respuesta a los Dubia; con la reactivación de una teología moral plenamente católica, sintetizada en la encíclica Veritatis Splendor, de san Juan Pablo II; con la restitución de la dignidad a la Eucaristía; con la valorización de las pequeñas comunidades que viven según la llamada opción Benedicto, el Papa emérito ofrece un punto de referencia y un estímulo a todos los que en estos años han permanecido fieles a una experiencia de fe irreductible a las lógicas del mundo.

En sus palabras se percibe la sintonía con lo vivido por cardenales que en estos años aparecieron aislados, bombardeados por los nuevos “guardianes de la Revolución”: los cuatro de los Dubia (de los cuales sólo dos viven todavía, Raymond Burke y Walter Brandmuller); el ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Müller, que apenas hace dos meses publicó el “Manifiesto de la Fe”; Robert Sarah, quien justamente en estos días ha publicado un libro y ha dado entrevistas en Francia que aparecen en perfecta sintonía con las palabras de Benedicto XVI. Y esto sólo para citar los que están más a la vista. Pero son tantos los obispos, sacerdotes y laicos que seguramente han encontrado y encontrarán consuelo en estos pensamientos del Papa emérito, que se sentirán confirmados en la fe en un momento de grave confusión.

El juicio es claro: hay una crisis profunda, pero se sale de ella solamente volviendo a ese Dios al que se ha querido alejar, con una decisión que está en la raíz de los graves pecados que infestan también a la Iglesia. Al contrario, “la idea de una Iglesia mejor creada por nosotros mismos – escribe Ratzinger – es verdaderamente una propuesta del diablo con la que quiere alejarnos del Dios vivo, sirviéndose de una lógica mentirosa en la que caemos con demasiada facilidad”.

Lo que propone Benedicto XVI no es una alternativa, en el sentido mundano del término, al papa Francisco – al que por otra parte, al final agradece “por todo lo que hace”; él no juega a ser el antagonista del Papa reinante, lo cual sería caer en una visión puramente horizontal típica de sus detractores, quienes efectivamente desde ayer a la mañana destilan rabia en los medios de comunicación social y en los sitios web. La mirada de Ratzinger va más lejos, lo advierte también Massimo Franco en su comentario en el Corriere della Sera: «La impresión es que desde la ermita vaticana en la que vive desde su renuncia en el 2013, Benedicto XVI mira ya más allá de esta fase; y más allá del pontificado del mismo Francisco”. Hay que edificar la Iglesia de Cristo y él señala el camino, que es el mismo desde hace dos mil años y que también tan fácilmente se extravía. Quizás porque implica decisiones radicales, sin compromisos, en los que el testimonio es el martirio.

Publicado originalmente en italiano el 12 de abril de 2019, en 12-04-2019, ad www.lanuovabq.it/it/la-strada-e-seg…

Traducción al español por: José Arturo Quarracino