La Síndone de Turin es reverenciada como la tela sagrada del entierro de Jesucristo y pudiera decirse que es el objeto arqueológico más importante jamás hallado.
La imágen en la tela es como un negativo fotográfico expuesto a la luz de un retrato detallado de un hombre crucificado. Los datos históricos– que incluyen la multitud de heridas de los azotes, el flujo del sangrado, la presencia de monedas de Poncio Pilato en sus ojos, las heridas en las muñecas y no en las manos, la presencia de una cola de caballo en la espalda del hombre, muestras de polen que son únicas de la región de Jerusalén—son sorprendentemente exactas.
Algunos creen que la Síndone es el trabajo de un falsificador medieval talentoso, pero ¿cómo pudo hacer el más brillante de los falsificadores medievales para tener tantos detalles correctos y producir en un negativo fotográfico, una imágen que ningún artista de la época hubiera sido capaz de crear siquiera de lejos?
Durante casi un milenio, incontables cristianos han venerado la Síndone como el auténtico sudario de Jesús. La Iglesia Católica nunca ha declarado oficialmente que sea el ropaje fúnebre de Cristo, aunque reclama que este icono inexplicable es digno de devoción cristiana.
Por muchos siglos, la Sábana ha sido guardada en la Catedral de San Juan Bautista en Turín, Italia. A través de los años, después de miles de horas de análisis científicos, el testimonio silencioso de la Síndone de los sufrimientos de Nuestro Señor en la cruz es finalmente desentrañado a la comunidad científica.
En 1988, la Iglesia permitió a científicos examinar un pedacito de la sábana para hacer estudios de datación en carbono. Los resultados dieron fechas de 1260 a 1390 d. C.
Sin embargo, otros expertos creen que esos hallazgos fueron sesgados porque sólo una pequeña esquina de la sábana fue analizada y esa pequeña muestra bien pudo ser parte de alguna reparación en la Edad Media o que fue contaminada en el tiempo por el manoseo humano, bacterias o monóxido de carbono.
Más recientemente un equipo de investigadores en mediciones térmicas y mecánicas de la Universidad italiana de Padua realizaron tres pruebas en la misma muestra de 1988 usando luz infrarroja y espectrografía de Raman en relación al voltaje. Los resultados dataron la Síndone entre 300 a.C. y 400 d.C., ciertamente durante la vida terrena de Jesús.
Por otro lado, la Agencia Italiana para Nuevas Tecnologías, Energía y Desarrollo Económico Sustentable realizó experimentos en los últimos cinco años y reportó que la potencia necesaria, en radiaciones VUV, requeridas para hacer una fotografía instántanea a color de la superficie del lino que corresponde a un ser humano de tamaño y peso promedio, es igual a 34 billones de vatios. Además, la imagen contiene propiedades tridimensionales sombreadas en varias intensidades.
Aun con las maravillas de la tecnología del siglo XXI, las imágenes de la tela no pueden ser duplicadas. ¿Cómo y por qué algo que tiene más de 2000 años de antigüedad es tan irreproducible?
A pesar de la insistencia de escépticos y críticos, su autenticidad se mantiene cientificamente plausible.
Como con cualquier otro objeto religioso, la Síndone es claramente centro de muchas dudas. La imagen claramente representa a Jesucristo envuelto en lino después de haber sido flagelado, crucificado, atravesado en el costado y habérsele puesto una corona de espinas en la cabeza.
Vivimos en un mundo saturado de información en el que nos comunicamos más con imágenes que con palabras. Así que, ¿por qué Dios no conservaría el sudario de su hijo para nuestros días?
Hay una aplicación Shroud 2.0 app gratuita para iPad y iPhone que provee una vista detallada de la tela que de otra forma no sería posible, a la vez que se pueden leer pasajes del Evangelio relacionados con ella.
Esta imagen es la prueba física de lo que pasó durante la Crucifixión y la Resurrección. Es para que la humanidad la conozca, aprecie y adore.
En una paradoja pascual, la ciencia finalmente alcanza la fe.
Este nuevo conjunto de pruebas favoreciendo a los fieles pudiera no ser suficiente para convencer a los cínicos endurecidos, lo que subraya el viejo adagio: para aquellos que creen, no hay necesidad de explicación y para aquellos que no creen, ninguna explicación es posible.
G. Maresca
Traducido por Enrique Nungaray
Fuente:
https://remnantnewspaper.com/web/index.php/articles/item/4421-latest-on-shroud-of-turin-science-finally-catches-up-with-faith