Pedro fue el undécimo hijo de Angelo Angelerio y Maria Leone. Su padre murió siendo Pedro joven. Cuando su madre preguntaba a sus hijos: “¿Quién de ustedes va a ser santo?” El pequeño Pedro respondía: “Yo, mama. Yo seré santo”
A la edad de 20 años, Pedro se hizo ermitaño y siguió la regla benedictina. Fue ordenado sacerdote en Roma. En 1246 de vuelta en Abruzzo, vivió cinco años en una cueva cerca en el Monte Morroni, cerca de Sulmona. Sufrió violentas tentaciones que casi lo llevan a la desesperación.
Pero el consejo de su director espiritual y algunas visiones le ayudaron a recobrar la paz. En una visión cierto santo abad, recién muerto, se le apareció confirmando el consejo de su director, le ordenó regresar a su celda y ofrecer cada día el sacrificio de la misa. Cuando deforestaron la montaña en donde vivía, se fue con dos compañeros al monte Magella. Otros ermitaños buscaban su guía lo que le llevó a fundar la comunidad del Espíritu Santo de Magella (Benedictinos Celestinos). Fue aprobada en 1271 por Gregorio X.
Pedro vivía en pobreza dedicado a la oración y a copiar libros. Nunca comía carne y ayunaba excepto el domingo. Dormía muy poco. Sus austeridades eran excesivas por lo que Dios en una visión le enseñó que no debía destruir su cuerpo sino que era su deber mantenerlo.
Mientras Pedro y sus hermanos se dedicaban a la oración y la penitencia, la Iglesia cursaba aguas tormentosas. Tras la muerte del Papa Nicolás IV, los cardenales en Roma no se ponían de acuerdo para elegir un nuevo Papa. Por dos años y tres meses la Sede permanecía vacante.
Los cardenales sorpresivamente eligieron a nuestro santo Papa. Hay diferentes relatos sobre cómo esto sucedió. Según la historia de Butler*, los cardenales se reunieron en Perugia y lo eligieron por unanimidad por su fama de santidad. Él intentó todos los argumentos para disuadirlos sin éxito. Entonces trató de huir, pero fue interceptado. Fue ordenado obispo de Roma en la catedral de Aquila, cercana al monte Morroni donde vivía con sus hermanos ermitaños.
Celestino duró cuatro meses como Papa. Continuó siempre su vida pobre en medio de riquezas y humilde en medio de la fama. Se construyó una celda de madera. Era santo pero no sabía gobernar. El rey Carlos de Nápoles se aprovechó de él y también hubieron abusos por parte de algunos en la curia del Vaticano. Celestino no estaba preparado para esas luchas.
Su conciencia le pesaba al sentir que no era competente para enfrentar las exigencias del Papado. Después de informarse sobre la ley de la Iglesia, el 13 de diciembre de 1294 convocó un consistorio de los cardenales en Nápoles, en el que estaba presente el rey de Nápoles y muchos otros. Ante ellos, Celestino leyó el acta solemne de abdicación, se quitó las vestimentas y ornamentos papales, se puso su hábito religioso, se bajó del trono y se postró ante la asamblea, pidiendo perdón por sus faltas y pidiendo a los cardenales que las reparen en la mejor forma que puedan escogiendo a un digno sucesor de San Pedro.
Vivió 10 meses después de su renuncia en vida oculta dedicado a la oración. Pedro, habiéndose despojado de todo, regresó al monte Moroni para vivir con sus monjes, pero eran tantas las personas que iban a verle que el nuevo Papa temió que se produjera un cisma.
Pedro se retiró al castillo de Fumone, a nueve millas de Anagni, bajo guardia. Vivía su vocación monacal cantando continuamente los salmos con sus hermanos. Decía: “Yo no deseaba nada en este mundo más que una celda; y una celda se me ha dado”. Profetizó su muerte y murió en la pobreza absoluta que siempre quiso vivir, después de haber rezado devotamente el salmo: “Que todo espíritu alabe al Señor”
Enterrado en la iglesia de Santa María de Collemaggio, Aquila, Italia. Canonizado en 1313.
Tendrían que pasar 700 años exactos para que Benedicto XVI hiciera algo parecido.