A juzgar por el documento de trabajo ya publicado, el Sínodo de la Amazonía tiene de la región una imagen idílica y rousseauniana de ‘buenos salvajes’ en perfecta comunión con la naturaleza, de cuya sabiduría la misma Iglesia de Cristo tiene mucho que aprender y cuyo único problema es la intromisión de nuestra civilización en su prístino paraíso. En él, la ‘escucha’ parece ser una misión primordial, superior incluso al anuncio del Evangelio, y que debe realizarse solo mediante la ‘inculturación’, incorporando tantos elementos de sus propia ‘espiritualidad’ como sea posible.
Pero desde la propia región nos llega, como un jarro de agua helada, una visión muy distinta y bastante más realista, en forma de carta dirigida al Santo Padre. Se trata de la Associação PanAmazônia, una organización brasileña no gubernamental, con sede en Manaos, con miembros en todos los estados de la Amazonía, que tiene por objetivo promover el ideal de cooperación e integración panamazónicas. No tiene absolutamente nada que ver con la fe o la Iglesia. Pero tienen la ventaja de estar allí, saber de qué hablan y ofrecer una visión alternativa al cuadro que pinta el Instrumentum Laboris. Vale la pena leerlo entera, ya digo, como una visión ‘de campo’, alternativa.
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Santísimo Padre,
Su liderazgo mundial es indudable y podría ser de gran ayuda para los pueblos de la Amazonía. Las 40 millones de personas que habitan en la región, extendida por el territorio nacional de nueve países, se enfrentan a terribles obstáculos para llevar una vida mínimamente digna. En la inmensidad de la selva y en las orillas de los ríos se vive, de hecho, una vida de sufrimiento y recelo.
La razón principal de la tragedia socio-ambiental a la que están sometidos los pueblos amazónicos es la inercia económica. En la Amazonía, con sus más de 8 millones de kilómetros cuadrados, casi no existe actividad económica y, en consecuencia, no hay trabajo ni ingresos para las familias. En las ciudades amazónicas dominan la pobreza, la violencia, la enfermedad. En las comunidades aisladas de la selva reina el abandono de las personas a su propio destino. Una vida desmotivante de la que no parece existir vía de escape.
Esta apatía económica, que destruye la vida de millones de personas, se debe en parte a la ideología ambientalista y a la presión de organizaciones no gubernamentales y de gobiernos de países desarrollados. En los últimos treinta años estas entidades han impuesto su agenda y sus intereses espurios, condicionando la legislación nacional de los países amazónicos y promoviendo la desinformación de la opinión pública. Este proceso ata las manos de las poblaciones locales. Es todo una terrible canallada.
La Iglesia no puede unirse a semejantes fuerzas. Más bien, debería recurrir a su influencia para promover el desarrollo socioeconómico de la Amazonía, aliviando así el sufrimiento de sus pueblos.
En este sentido, el Sínodo de la Amazonía puede ser la oportunidad para que la Iglesia se centre en temas verdaderamente importantes para las poblaciones amazónicas, entre ellos la urgente necesidad de promover la prosperidad económica que, por lo demás, es indispensable para combatir la degradación ambiental de los biomas de la región. Sin prosperidad no hay esperanza para el hombre ni para la selva.
La Iglesia merece nuestro reconocimiento por el valioso trabajo que siempre ha desarrollado en ayuda de las poblaciones necesitadas en la Amazonía. Más allá de la asistencia a los pobres, la Amazonía tiene también necesidad de libertad e inversiones. Me tomo respetuosamente la libertad de pedir a los católicos de todo el mundo que inviertan en la Amazonía y la visiten.
Santidad, contribuya con su liderazgo al despegue económico de la región, y no permita que movimientos ambientalistas, intereses económicos de países desarrollados e ideologías políticas ofusquen la visión de la Iglesia. No permita que el Sínodo de la Amazonía se convierta en un arma más en manos de los verdugos de los pueblos amazónicos, hombres y mujeres humildes que solo desean poder tener la esperanza de ofrecer a sus hijos una vida mejor.
Le pido que no vea esta letra como una crítica prematura a un suceso aún en fase de desarrollo, sino más bien como una sincera petición para que sopese qué rumbo dar al sínodo inminente.
Le saludo con mis sentimientos de profundo respeto y alta estima.
Cordialmente,
Belisário Arce
Director ejecutivo de la “Associação PanAmazônia”
¡Por una Amazonía orgullosa, integrada y fuerte!