De las desoladoras cifras ofrecidas recientemente sobre los fieles que han abandonado la Iglesia alemana a lo largo del año pasado podrían deducirse dos cosas, a ojo de buen cubero: que los pastores católicos no van por buen camino y que los protestantes, que pierden aún más feligreses, están peor. Y, sin embargo, los prelados alemanes parecen decididos, precisamente, a seguir adelante con la protestantización de la Iglesia.
Lo último ha sido una charla del cardenal Marx, arzobispo de Freising-Munich, a los lectores de su diócesis. Su Eminencia confiesa que está decepcionado con el nivel de las homilías, y se pregunta cómo serán en el futuro, y si no sería mejor que en ocasiones fueran laicos mejor dotados para la oratoria sagrada, hombres y mujeres, los que predicaran la homilía en misa en lugar de hacerlo el sacerdote.
Imaginamos que no es casual que estas palabras las pronuncie justo después de que apareciera en el órgano oficial del episcopado alemán en Internet un artículo del padre Nikodemus Schnabel asegurando que el papel del lector -a menudo un laico, con frecuencia, una mujer- no tiene por qué limitarse a la proclamación de la palabra sino que podría incluir su exégesis, es decir, el sermón.
En vísperas de ese Sínodo de la Amazonía en el que se va a discutir la ampliación del sacerdocio a los casados y del que muchos prelados alemanes esperan que salga el diaconado femenino, las palabras de ambos no dejan lugar a duda sobre el camino deliberadamente emprendido por el episcopado alemán hacia una aproximación con los luteranos, al menos en cuestiones litúrgicas y pastorales.
Carlos Esteban