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sábado, 12 de enero de 2019

El Vaticano envía un representante a la toma de posesión de Maduro (Carlos Esteban)



Contra el criterio de la propia iglesia venezolana, el Vaticano ha querido estar presente en una toma de posesión de Nicolás Maduro juzgada casi universalmente ilegítima y sin apenas enviados de otros países.


El mundo considera que el bolivariano sucesor de Hugo Chávez, Nicolás Maduro, ha ido demasiado lejos en su imposición de una tiranía socialista que ha empobrecido Venezuela hasta la miseria y que su nuevo mandato es ilegítimo, algo que se ha hecho evidente en la ‘foto’ de su nueva toma de posesión, en la que aparecen sólo los líderes o representantes de países cómplices, como el boliviano Evo Morales.

Sin embargo, la Santa Sede ha querido estar en esa foto, dando con la presencia de un representante un espaldarazo a lo que para casi todos los países democráticos es una farsa sangrante. Así, mientras los prelados venezolanos insisten en que la toma de posesión de Maduro es “ilegítima” y se muestran crecientemente críticos, el Vaticano quiere mantener los lazos con el Gobierno bolivariano y ha enviado a monseñor George Koovakod, encargado de negocios de la Santa Sede.

En su último mensaje de Navidad, el Papa hizo una referencia a las naciones de Venezuela y Nicaragua que provocó abundantes críticas al pasar por alto las descaradas vulneraciones de los derechos humanos cometidas por los regímenes de Nicolás Maduro y Daniel Ortega. “Que este tiempo de bendición le permita a Venezuela encontrar la concordia”, dijo su Santidad en su mensaje, pidiendo más adelante “reconciliación” a los hondureños; es decir, equiparando víctimas y verdugos.

Esta asombrosa equidistancia papal motivó a una veintena de ex presidentes latinoamericanos a enviar al Santo Padre una dura carta en la que deploran el lenguaje usado por el Papa.

 “Nos preocupa el llamado de Su Santidad a la concordia, ya que, en el contexto actual, puede entenderse ello como un pedido a los pueblos que son víctimas para que se acuerden con sus victimarios”, dice la carta, añadiendo: “La expresión de Su Santidad, que la sabemos dicha de buena fe y guiada por su espíritu de pastor, está siendo interpretada de un modo muy negativo por las mayorías de Venezuela y Nicaragua. Sobre todo, por cuanto no existe, actualmente, en dichos países, un diferendo político que reclame de entendimiento, tolerancia, entre fuerzas encontradas con narrativas distintas, dentro de una democracia normal o deficiente que hoy lamentablemente no existe en éstos”.
El Papa, como respuesta, ha subrayado que “la Santa Sede no busca interferir en la vida de los Estados”, algo que quizá Salvini, Trump o Bolsonaro podrían matizar

En lo referente a Venezuela, dijo que espera “que se encuentren vías institucionales y pacíficas para solucionar la persistente crisis política, social y económica; vías que consientan asistir, sobre todo, a los que son probados por las tensiones de estos años y ofrecer a todo el pueblo venezolano un horizonte de esperanza y de paz”.

Monseñor José Luis Azuaje, presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, tiene menos dudas al respecto: 
“¿Legítima?, ¿ilegítima? La historia, cuando sea el momento a través de los actores que propiciaron unas elecciones tan dudosas en un marco de ventajismo, dará su veredicto”, dijo en un comunicado leído ante la prensa, en el que mencionó el “deterioro humano y social en la población y en las riquezas de la nación” que ha causado el régimen, cuyo nuevo mandato en la persona de Maduro “se ha hecho ilegítimo y moralmente inaceptable”.
Carlos Esteban

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Cae en picado la confianza en el clero en Estados Unidos (Carlos Esteban)



En el último año, la confianza en el clero se ha desplomado en Estados Unidos, según datos del gigante de la demoscopia Gallup. Solo el 31% de los católicos estadounidenses puntúan como “altos” o “muy altos” los estándares morales o la honestidad de sacerdotes y prelados.

Parece un caso de justicia poética que la encuesta Gallup sobre confianza en el clero en el último año se hiciera pública solo un día después de saberse que el cardenal Donald Wuerl, administrador apostólico y ex arzobispo de Washington, mintió cuando dijo no haber oído nada sobre la conducta de su predecesor, el notorio pederasta Theodore McCarrick. Y es que la confianza de los católicos norteamericanos en el clero cayó 18 puntos en 2018 con respecto al año anterior. En comparación, la opinión de los protestantes sobre el mismo asunto se mantuvo prácticamente estable, con una caída en la confianza de solo un punto porcentual.

Ya antes las encuestas habían detectado una pérdida de confianza entre los fieles hacia la propia Iglesia. Un estudio demoscópico llevado a cabo el pasado verano registró un descenso en la confianza de los católicos en la Iglesia del 52% en junio de 2017 al 44% el mismo mes del año pasado.

Es evidente que los sucesos de este verano pasado han deteriorado masivamente la confianza puesta por los feligreses en un clero que se ha revelado plagado de casos de pederastia y de encubrimientos de los mismos por parte de los prelados. La última noticia, que dábamos ayer mismo, de que el cardenal Donald Wuerl conocía, pese haber afirmado repetidamente lo contrario, los desmanes homosexuales del ex cardenal McCarrick no puede por menos que minar aún más esta ya maltrecha relación entre los fieles y su clero.

La reunión episcopal de excepción que tendrá lugar el próximo mes en Roma pretende, en parte, remendar esa confianza perdida, pero no va a ser fácil. No sólo el mal está demasiado avanzado como para que pueda darse una cura rápida y eficaz en el corto plazo, sino que sucesos posteriores a su convocatoria, como el caso del obispo Zanchetta, llevan a sospechar que no existe una verdadera voluntad de hacer más transparente a la Iglesia y aplicar una verdadera política de ‘tolerancia cero’, sino la ‘salvar la cara’ frente a la opinión pública.

En ningún momento fueron demasiado creíbles las vehementes negaciones de Wuerl, que aparece citado 68 veces en el demoledor informe del jurado de Pensilvania hecho público este verano como encubridor en su etapa de obispo de Pittsburgh, sino que como sucesor y amigo de McCarrick difícilmente podía ignorar lo que era un secreto a voces entre sacerdotes, seminaristas y aun periodistas especializados durante décadas.

Esta dificultad para creer la ignorancia de Wuerl -que se ha demostrado falsa- se aplica también a otros obispos que fueron elegidos para el episcopado por influencia de McCarrick, a menudo ignorando el proceso de selección habitual de nominados, como Blaise Cupich, Arzobispo de Chicago, Joseph Tobin, arzobispo de Newark, y quien fuera auxiliar y convivente durante años del prelado pederasta, Kevin Farrell, prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.

De hecho, una de las razones para desconfiar de los resultados de la próxima reunión episcopal es el hecho de que Su Santidad haya elegido precisamente a Cupich para organizarla y coordinarla. Cupich reconoció recientemente que llegaron a su conocimiento casos de abusos entre sus sacerdotes que no denunció, y durante el estallido de la crisis Viganò hizo cuanto pudo por quitar hierro a la cuestión de los abusos, asegurando públicamente que el Papa tenía una agenda más amplia de que ocuparse, con temas urgentes como el medio ambiente.

Por lo demás, ninguno de los prelados que se reunirán en febrero en Roma ha sido capaz de señalar con el dedo el hecho más obvio y destacado de estos casos de abuso, a saber, que en su abrumadora mayoría -más del 80%- implican a sacerdotes homosexuales

Esta negativa a encarar lo evidente y ampararse en motivaciones vagas como el ‘clericalismo’, de tan difícil concreción, hace temer lo peor, un resultado que confirme en su desconfianza a esos católicos americanos que ya la han perdido.
Carlos Esteban

"El Gozo" (Monseñor Fulton J. Sheen dixit)



Wuerl conocía las acusaciones contra McCarrick en 2004 (Carlos Esteban)



Un nuevo detalle crucial del Testimonio Viganò que se confirma: el cardenal Donald Wuerl, sucesor de McCarrick en Washington y aún administrador apostólico de la archidiócesis, sabía de la conducta escandalosa del ex cardenal al menos desde 2004.

Aunque, desde el estallido del escándalo en torno al defenestrado cardenal Theodore McCarrick, aún arzobispo emérito de Washington, su sucesor y aún administrador apostólico de la Archidiócesis de Washington, Donald Wuerl, ha insistido en que los cargos contra su predecesor fueron una absoluta sorpresa, ayer se supo que había recibido denuncias contra el prelado pederasta al menos desde 2004.

La diócesis de Pittsburgh ha confirmado que su entonces obispo Wuerl reenvió al nuncio apostólico en Washington una denuncia que implicaba a McCarrick por el sacerdote secularizado Robert Ciolek, extremo que ha confirmado la archidiócesis de la capital estadounidense, informa CNA.

La nota de la diócesis de Pittsburgh señala que Ciolek se presentó el noviembre de 2004 ante la oficina de supervisión diocesana para declarar sobre una denuncia por abuso contra un sacerdote de Pittsburgh. En ese encuentro, “Ciolek también habló de los abusos que había sufrido por parte del entonces cardenal Theodore McCarrick. Esta fue la primera vez que la Diócesis de Pittsburgh tuvo noticia de esta denuncia”, dice la nota, que añade: “Unos días más tarde, el entonces obispo Donald Wuerl elaboró un informe con la denuncia y lo envió al nuncio apostólico en Estados Unidos”.

Desde la archidiócesis capitalina confirman que Ciolek había pedido expresamente que su testimonio se reenviara al nuncio, solicitando quedar en el anonimato, como así se hizo. Posteriormente, sin embargo, el sacerdote secularizado ha dado su permiso a Pittsburgh para que se incluya su nombre en la nota.

En el verano pasado, primero con el estallido del escándalo del ex cardenal y luego con la aparición del Testimonio Viganò, en el que se aseguraba que Wuerl conocía las andanzas de McCarrick, Wuerl declaró en repetidas ocasiones que no le habían llegado ni tan siquiera “rumores” sobre la conducta homosexual predatoria del todopoderoso prelado.

En 2005, Ciolek había alcanzado un acuerdo extrajudicial de 80.000 dólares con tres diócesis de Nueva Jersey en conexión con denuncias por abusos sexuales que implicaban al arzobispo McCarrick y a un maestro de un colegio católico. Aunque se desconocen los cargos precisos contra el arzobispo emérito, parecen referirse a abusos que tuvieron lugar en la ya infame casa de la playa que poseía McCarrick en Nueva Jersey y en la que compartía cama con seminaristas ocasionales. En la documentación de los acuerdos extrajudiciales, por lo demás, se incluían referencias al obispo Wuerl y a la diócesis de Pittsburgh.

Todo esto es un desmentido directo de lo que ha sostenido hasta ahora Wuerl sobre el caso McCarrick. En una carta hecha pública el 21 de junio pasado, Wuerl se mostraba “conmocionado y entristecido” por las revelaciones sobre su predecesor y mentor. En ella subraya que “durante su mandato en Washington no se ha presentado alegación alguna -creíble o no- contra el Cardenal McCarrick”. Una nota recién publicada por la archidiócesis para salir al paso de las nuevas revelaciones se agarra como a un clavo ardiendo a ese “durante su mandato en Washington”, asegurando que Wuerl trataba de ser puntillosamente preciso.

El demoledor informe del gran jurado de Pensilvania, también este pasado verano de escándalos, citaba hasta 68 veces a Wuerl implicándole en encubrimiento de abusos clericales durante su mandato al frente de la diócesis de Pittsburgh, generando una presión sobre el cardenal que llevó a que el Papa Francisco aceptara su renuncia, presentada por edad tres años antes, si bien alabando su conducta y confirmándole como administrador apostólico de la archidiócesis capitalina en tanto se encuentra un sucesor.

Carlos Esteban

Arquidiócesis de Washington contradice al cardenal Wuerl y confirma el "Testimonio" de Viganò



Una acusación de “mala conducta” contra el cardenal Theodore McCarrick, de 88 años, fue presentada al entonces obispo de Pittsburgh, monseñor Donald Wuerl, de 78 años, ya en noviembre de 2004, informa el 10 de enero la CatholicNewsAgency.com.

Ahí se cita a Ed McFadden, el vocero de la arquidiócesis de Washington.

Wuerl fue el sucesor de McCarrick como cardenal de Washington. Renunció en octubre de 2018, pero está todavía a cargo como administrador apostólico de Washington.

La denuncia fue presentada en el 2004 por Robert Ciolek, un ex sacerdote reducido al estado laical. Él discutió frente a la junta de revisión diocesana de Pittsburgh contra un sacerdote de esa diócesis y mencionó otro delito supuestamente cometido por McCarrick.

En el 2004 Wuerl reenvío el informe al nuncio apostólico en Washington.

Pero en agosto de 2018 Wuerl insistió diciendo que él no sabia nada sobre las acusaciones contra McCarrick, reiterando que él nunca había escuchado rumores sobre ellas.

A pesar de la negación, el denunciante arzobispo Carlo Maria Viganò testificó en agosto de 2018 que él había discutido personalmente en varias ocasiones con Wuerl sobre las actividades de McCarrick.

La nueva declaración de la arquidiócesis de Washington es una confirmación independiente del "Testimonio" de Viganò, quien dijo también que Wuerl “miente descaradamente”.

Discurso del Papa Francisco a la Curia romana en las Navidades de 2018 (9) [ACUSACIONES Y MISERICORDIA ] (José Martí)



FRANCISCO - Ahora permitidme hablar también de otra aflicción, a saber, la infidelidad de quienes traicionan su vocación, su juramento, su misión, su consagración a Dios y a la Iglesia; aquellos que se esconden detrás de las buenas intenciones para apuñalar a sus hermanos y sembrar la discordia, la división y el desconcierto; personas que siempre encuentran justificaciones, incluso lógicas y espirituales, para seguir recorriendo sin obstáculos el camino de la perdición; (...) el Tentador, el Gran Acusador, es el que divide, siembra la discordia, insinúa la enemistad, persuade a los hijos y los lleva a dudar.

Si, como parece dar a entender, aun cuando no lo diga expresamente, al hablar del Gran Acusador se refiere a monseñor Viganò y todos cuantos lo defienden, está realizando un juicio de condena hacia alguien que quiere que resplandezca la verdad, conforme a las palabras bíblicas:  "El que ama la verdad viene a la Luz". No hay más que leer la carta que escribió monseñor Viganò el 22 de agosto de 2018 y que salió a la Luz el 26 de agosto, cuatro días después. De esto hace ya cuatro meses y medio. Hay que tener muy en cuenta que el testimonio que da no ha sido contradecido por nadie, prueba de que son verdad. Es más: lo hace plenamente consciente de la importancia de lo que dice, puesto que peligra la barca de Pedro. Y afirma que lo hace porque debe de dar cuenta de ello ante Dios: no puede seguir callando a la vista de tanta infamia en el interior de la Jerarquía (¡tal vez debería de haber hablado antes, pero más vale tarde que nunca!). Ante lo cual Francisco no responde: que se encarguen de ello los periodistas. Se da un margen de seis meses para hablar de pedofilia en la reunión que tendrá lugar del 21 al 24 de febrero, pero no condena la homosexualidad que es la verdadera causa de todos esos abusos, como bien lo han explicado personas de reconocido prestigio intelectual y moral.  

FRANCISCO - Para hacer resplandecer la luz de Cristo, todos tenemos el deber de combatir cualquier corrupción espiritual, que «es peor que la caída de un pecador, porque se trata de una ceguera cómoda y autosuficiente donde todo termina pareciendo lícito: el engaño, la calumnia, el egoísmo y tantas formas sutiles de autorreferencialidad, ya que «el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz» (2 Cor 11,14)

Así lo dice San Pablo: ciertamente el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz ... pero, si eso es así, como lo es, entonces "es posible" que  Francisco no se esté refiriendo con esas palabras a Monseñor Viganò, puesto que lo propio de aquel que está influenciado por Satanás es quien se regocija con la mentira: Éste no es el caso de monseñor Viganò, ni de todos aquellos que han sido misericordiados por Francisco, por atreverse a pensar ... Al fin y al cabo: ¿no dijo Francisco que al Papa se le puede criticar y que no había en ello ningún pecado? Y, si hablando de homosexuales dijo aquello de ¿Quién soy yo para juzgar? ... suponiendo que Dios es quien conoce los corazones de las personas, como en verdad es, ¿acaso no podría aplicar esa misma frase con referencia a aquellos cardenales que intentan corregirle? Sin embargo, no lo hace ... A quien se atreva a contradecirle o, incluso, aun cuando no lo corrija, simplemente viva su ministerio sacerdotal conforme a lo que la Iglesia siempre ha enseñado, ese tal, más pronto o más tarde (¡más bien pronto que tarde!)  conoce ya lo que ocurrirá con él: ¡será "misericordiado", o bien por él, o bien por aquellos obispos y cardenales que han medrado gracias a Francisco. La misericordia, si es tal, no debe de ser selectiva. Y no debe de insultar a los misericordiados ... por muy Papa que sea (algo que yo no discuto).

Coloco aquí algunas entradas del blog que hacen referencia a varios puntos de los que se ha tratado más arriba:

"Podéis criticarme. No es pecado" -dice Francisco- ... Muy bien: pues atreveos a criticarlo ... y veréis lo que ocurre (José Martí).

Papa Francisco: “No diré una sola palabra”, gritos generales y silencios vaticanos, los gays pequeños al psiquiatra (Specola)

Cuando la corrección pública se hace urgente y necesaria (Roberto de Mattei)

Misericordia con cicuta (Fray Gerundio)
José Martí (continuará y acabará)