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lunes, 6 de mayo de 2019

El silencio de los obispos ante las matanzas de cristianos ... y otros



Hoy debería de ser el día de Bulgaria y no lo es. El viaje del Papa Francisco no interesa a los grandes medios y las curiosidades de las ruedas de prensa de altura están perdiendo chispa. El Papa Francisco es muy consciente de los líos que ha creado con sus improvisaciones e intenta hacerse el simpático sin entrar en temas espinosos y saliendo por la tangente. Es curioso que en las páginas de información bajo la sombra, y los dineros, de la secretaria de estado nos ofrecen amplias informaciones sobre el viaje de Parolin a los Balcanes. No queremos ser mal pensados pero nos da la sensación que el amigo de Bilderberg está preparando la sucesión. Demasiado Parolin el candidato como para que no nos demos cuenta.

Bulgaria es un país pequeño con unos siete millones de habitantes y en su mayoría son ortodoxos. En el último decenio se han visto obligados a abandonar Bulgaria casi dos millones de sus habitantes. A los ortodoxos no les ha gustado la presencia del Papa Francisco y todo se ha reducido a un fría visita protocolaria. Tantas alabanzas a los hermanos protestantes y tantos juegos con la Eucaristía y el sacerdocio no son muy bien vistos en las tierras de la ortodoxia. Los compadreos musulmanes de Su Santidad levantan ampollas en quienes los tienen de vecinos y han estado sometidos al imperio otomano. Aunque cueste creerlo, el Papa Francisco, también aquí, vuelve a insistir en la acogida a los inmigrantes. Los que se han tenido que ir y sus familias parece que no interesan en su propia patria solo cuando están en otra. Algo extraño es todo esto y quizás nos explica la falta de interés del viaje al continuar ofreciendo argumentos que poco tienen que ver con la fe católica y mucho con los intereses políticos del momento.

La hija de Aldo Moro le pide al Papa Francisco, en una carta que ha hecho pública, que interrumpa el proceso de beatificación de su padre. Piensa que está siendo utilizado políticamente para una guerra entre bandas. Estamos llegando al descrédito de los procesos de beatificación. Con casos como el del reciente martirio de Angelelli no es de extrañar que entren dudas sobre cómo se están haciendo las cosas. Mal estamos para que a una hija le parece mal que su padre suba a los altares. La congregación de los Santos es un agujero de intereses en donde lo único claro es que los dineros agilizan los tramites. Su actual cardenal, el funcionario Becciu, solo está interesado en Becciu, lo demás le importa poco.

Estamos ante los preámbulos del Sínodo de la Amazonia que parece interesar mucho más en la agonizante iglesia alemana que a los aborígenes amazones. La iglesia alemana se muere, lo confiesan los propios interesados, y nos intentan vender su muerte a los demás. Se quieren convertir en los referentes intelectuales de la cristiandad y llevar a todos a la perdición a la que ellos ya han llegado. 
Tendremos que soportar todo tipo de locuras en estos meses. Todo apunta a querer aprovechar a los aborígenes para terminar con la eucaristía y el sacerdocio católico que tanto obstaculizan la implantación de la religión universal. Esperemos que el sufrimiento de estos meses termine en un documento que a nadie interesa y que no entremos en la dinámica de ruptura que se intenta imponer. La homosexualidad parece ser otro tema muy propio del amazonas y que centrará las reflexiones. Con una ingenuidad pueril se pretende una especie de fidelidad, o algo así, para dar cierta aprobación al marimonio. Los problemas del Amazonas parece que pasan por Berlín.

Hoy tenemos interesantes artículos sobre el silencio de los obispos católicos ante la matanza de cristianos. No se puede estar repartiendo abrazos y firmando acuerdos con chinos y musulmanes y callarse ante las persecuciones a tus propios hijos. Esto está provocando en que empecemos a considerar a la jerarquía católica en su conjunto, bien por acción o bien por omisión, cómo traidora. Los cristianos perseguidos no pueden esperar nada de sus obispos ni del Papa Francisco. Triste situación que nos está llevando a una deserción sin precedentes.

La Inmaculada de plaza España en Roma se puede admirar con una nueva iluminación nocturna de gran belleza. Confiamos en que esto aumente la devoción a Nuestra Madre en este rincón de la Roma de siempre y no se quede en una atracción mas para los turistas.

«La obra de Dios es ésta: que creáis en el que Él ha enviado».

Buena lectura.

Papa Francesco al campo profughi di Sofia, migranti croce dell’umanità

Clima di diffidenza di “paura e di spionaggio” nel Vaticano di Bergoglio

Balcani, Parolin: per la riconciliazione è necessaria una “purificazione dei ricordi”

Maria Fida Moro scrive al Papa: “Su mio papà beato è una guerra tra bande”

SPECOLA

Jesuita español participa en el desfile del Orgullo Gay de Japón (Carlos Esteban) [comentario]



Juan Masiá Clavel, padre jesuita y teólogo, ha participado en el desfile del Orgullo Gay de Tokio, donde reside, y ha bendecido a una pareja de homosexuales en el acto, al frente de un grupo de ‘católicos LGTB’.

El padre Masiá Clavel es un jesuita del gusto y las hechuras de nuestro afamado padre James Martin, el hombre que construye puentes -no muros- con las comunidades de orientaciones sexuales alternativas y asesora al Vaticano en materia de comunicación. Pero va un poco más allá que el jesuita americano redactor jefe de America, ya que predica directamente con el ejemplo y se ha sumado al desfile del Orgullo Gay, ese evento universalizado en el que la Iglesia católica suele ser ridiculizada, la obscenidad es la consigna y la blasfemia una ocurrencia habitual.

Como no podría ser de otro modo, Masiá lo tiene todo en pensamiento teológico a la última: se ha pronunciado a favor de la eutanasia y del aborto -caso por caso, discerniendo- y ha puesto en duda la virginidad de María y la abstinencia carnal de San José.

Carlos Esteban


COMENTARIO

¿Cómo un hombre así no ha sido expulsado del sacerdocio? No lo entiendo. La Iglesia Jerárquica está haciendo una dejación clara de obligaciones con respecto al pueblo fiel. Y Dios pedirá cuenta de ello a los pastores responsables de que el padre Juan Masiá siga haciendo de las suyas, pues "de Dios nadie se burla" (Gal 6, 7)

José Martí

«Los mayores científicos del mundo son profundamente religiosos»



Reproducimos la entrevista concedida en junio de 1932 por Max Planck* al también científico James Murphy en la casa de Einstein en Caputh, a 25 km. de Berlín, bajo el título jocoso de Einstein de Nein, das kann Man nicht Sagen("No, esto no se puede decir") y título oficial posterior de Murphy de Where is Science Going?, en base a las notas taquigráficas que su propio secretario fue tomando.
Entrevista seleccionada y traducida del inglés por el equipo de Mercabá. Ofrecemos también la versión completa y original inglesa, para todo el interesado en profundizar más.

E.P: ¿Qué valoración haría Ud. del mundo actual?

            Creo que vivimos en un momento singular de la historia, en todas las ramas de nuestra civilización. No sólo respecto al estado actual de los problemas públicos, sino también respecto a los valores fundamentales en la vida espiritual y social. Algunos dicen que estos síntomas marcan el inicio de un gran renacimiento, pero yo veo en ellos el reflejo de una decadencia, a la cual está destinada nuestra civilización.

E.P: ¿Dónde podríamos encontrar un cimiento firme, para basar en él nuestro mundo actual?

            En lo contrario al escepticismo. Pues esta situación es muy grave, y el escepticismo está ensombreciendo todos los campos de la actividad humana. Nuestras aportaciones científicas pueden, en ese sentido, aportar algo de luz al mundo actual.

E.P: ¿eso satisfaría las necesidades del mundo actual?

            Sí, en muchos casos. Porque el único objeto de la ciencia física no es describir el orden de los fenómenos naturales, como mantiene cierta escuela de filósofos positivistas, seguidores de Augusto Comte.

E.P: ¿Y qué es eso del Positivismo?

            La filosofía positivista afirma que una mesa no es más que un complejo de percepciones sensoriales, y que no podemos conocer más allá de los sentidos. Pero eso no es así, e ignora que lo que compone esa mesa por dentro es medible y conocible, lo vean los ojos o no.
            Supongamos, con Ptolomeo, que la Tierra es el centro fijo del universo, o supongamos, con Copérnico, que la Tierra es una pequeña partícula de materia que se traslada alrededor del Sol. Basados sobre el principio positivista, la primera teoría sería tan buena como la segunda, y sin embargo ambas son antagónicas y contrarias.
            Lo más que el principio positivista permite decir de un bastón es que parece "como si" estuviera curvado. Imagínese explicar positivamente el fenómeno de los rayos de luz que se reflejan en el aire, desde el ejemplo positivista del bastón. Pues acabaríamos diciendo que las ondas son "algo que parece curvado".
            Existen dos teoremas estructurales de la ciencia física: 1º Hay un mundo real externo que existe independientemente de nuestro acto de conocer; 2º El mundo real externo no es directamente cognoscible.

E.P: Háblenos de su Teoría Cuántica. ¿Podría decirse que ha dado una nueva faz a la física teórica?

            Los diversos aspectos que una imagen oscilante y radiante posee son entidades en sí mismas, y la diferencia entre los aspectos de la imagen se caracteriza por una constante universal definida, el cuanto elemental de acción.
            El establecimiento de esta teoría implica una ruptura fundamental con la opinión hasta ahora mantenida en la ciencia física, pues hasta ahora se consideraba que el estado de una imagen física podía ser indefinidamente alterado.
            Esta ley explica la distribución de la energía en el espectro, y proporciona un medio para determinar los pesos absolutos de moléculas y átomos. También atañe a la emisión de los cuantos de luz, y a los electrones, átomos y moléculas. Así, la variación del estado físico microscópico no tiene lugar gradualmente, sino en forma de saltos.
            Los cuantos de luz, considerados desde el punto de vista de la energía, actúan como partículas distintas y divisibles. Esto es, son cuantosconcentrados o fotones. Pero si los examinamos desde el punto de vista electromagnético, son comparables a una onda esférica o vibración que se extiende en todas direcciones.
            Por otra parte, indica que carece de sentido hablar del estado de una partícula en cuanto se refiere a su posición y velocidad. A lo sumo, se podría hablar de un cierto espacio fundamental, para el desarrollo de la ordenación dimensional de los cuantos.

E.P: Entonces, ¿qué ruta es la que sigue la luz en sus movimientos?

            En términos generales, no puede ser la línea recta, pues cuando la luz pasa de un medio a otro, su dirección se aparta de la dirección de la línea de entrada. La línea de luz que marcha desde un bastón hacia nuestros ojos, por ejemplo, se dobla en el punto en que cambia de medio. Así, la línea de transmisión de un rayo de luz que procede de una lejana fuente irá desviándose en cada uno de los diferentes medios transparentes que vaya traspasando. Es decir, su movimiento marchará en zig-zag.
            Así, pues, hay que eliminar el principio de la "llegada más rápida". Pues la luz viaja a través de caminos alternativos.

E.P: Y los rayos catódicos ¿son portadores de cargas eléctricas, o son movimientos ondulatorios?

            El hecho de que los rayos X no puedan ser desviados por la acción de un imán parecía indicar su carácter eléctrico. Pero Hertz se decidió en favor de la opinión contraria. Llegó a esta conclusión después de numerosos experimentos consistentes en hacer actuar los rayos catódicos sobre una aguja magnética, y observar que en todos los casos la aguja permanecía en su posición de equilibrio. En consecuencia Hertz se inclinó a identificar los rayos catódicos con las ondas de luz.
            Estos resultados permitieron seguir en esa dirección, desde que Wien descubriera la carga eléctrica en los rayos, y Wiechert su velocidad. De este modo quedó fundada la teoría electrónica.

E.P: Háblenos de la imagen del universo físico en la ciencia.

            Cuando Arquímedes observó en Siracusa la pérdida de peso experimentado por su propio cuerpo en la bañera, llegó a determinar la relación entre cuerpos sumergidos y fluidos desalojados. Newton, al ver el movimiento de una manzana que se desprendía de un árbol de su huerto, relacionó esa observación con el movimiento de la Luna con respecto a la Tierra.
            Por esa razón, la física clásica consideraba que las mediciones por sí mismas proporcionaban una visión directa de los sucesos de la naturaleza. Pero estaba equivocada sustancialmente, por un error de corte positivista, al prestar atención únicamente a las mediciones sensoriales, y despreciar la realidad interna de los procesos naturales.

E.P: ¿Y cómo deben hacerse esas mediciones?

            Analizando los procesos internos y abstractos de las cosas, como se ve en el ejemplo de la transmutación de algunos metales corrientes, como la plata y el oro.

E.P: ¿Debe considerarse, entonces, que el principio de la causalidad ya no tiene validez?

            La ley de la causalidad, de que todo efecto tiene su causa, era unánimemente aceptada hasta tiempos muy recientes. Pero ahora se libra en torno a ella una batalla de opiniones.
            Entre las dos opciones, yo me decanto por la causalidad dinámica en el gobierno del universo, por la aceptación de un universo gobernado por leyes. Pero es obvio que esta cuestión no puede ser resuelta a través de mediciones experimentales. Permítame, por ejemplo, dejar caer la pregunta de si la voluntad humana es libre y espontánea, o está determinada de una forma estrictamente causal.

E.P: ¿Y eso de la voluntad humana?

            Se han realizado ensayos para resolver este dilema. En mi opinión, el problema de la voluntad humana nada tiene que ver con la física. Pero, ¿qué significaría que la voluntad humana estuviera causalmente determinada?, ¿que está dotada de visión divina?, ¿que ve con la claridad con que ven los ojos de Dios, y comprende con la claridad con que el Espíritu Divino comprende?
            Esta cuestión de la voluntad humana pertenece al campo metafísico. Pero es verdad que los fenómenos espirituales desempeñan un papel importante en los procesos internos de las cosas físicas.

E.P: Entonces, ¿la volición humana es parte integrante del universo físico?

            A primera vista ambos aspectos parecen inconciliables. Pero los fenómenos naturales no ocurren invariablemente de acuerdo a la rígida seriación de causa y efecto. Por otro lado, existe una fuente de conocimiento que es la conciencia, no sometida al orden causal.
            La voluntad humana tiene la posibilidad de elegir entre dos alternativas, cuando llega el momento de tomar una decisión.

E.P: ¿Quiere Ud. decir que una parte de la creación está sometida a las leyes de la naturaleza, y otra parte no?

            Debo reconocer que esta controversia ha penetrado en mi campo científico de la física cuántica, del mundo microscópico que escapa a la física sensorial, y es clave para los procesos naturales e internos de las cosas.

E.P: Pero eso nunca lo ha reflexionado la humanidad.

            No quisiera inmiscuirme en los aspectos filosóficos de este problema, pero sí citarlos.
            En el caso de Aristóteles y los filósofos escolásticos, Dios era la Causa Suprema del universo y el Creador del mundo, y sólo podíamos deducir su naturaleza mediante el estudio de su obra. Coincidía así el Dios racional de Aristóteles con el Dios bíblico de los judíos.
            En el caso de Descartes, Dios hizo todas las leyes de la naturaleza y del espíritu humano por un acto de su propia voluntad, y sus propósitos eran tan recónditos que el pensamiento humano era incapaz de penetrar en su total significación. Por tanto, deberíamos admitir la posibilidad de acontecimientos cuya comprensión estuviera fuera de nuestro alcance.
            En el caso de Leibniz, el mundo responde a un plan de la suprema sabiduría de Dios Creador, que en cada cosa implantó su propia ley de funcionamiento. De modo que cada ser en el mundo es independiente, y se desarrolla sin interrelación causal respecto a las restantes cosas.
            En mi opinión, nuestras mentes no son capaces de abarcar todas las leyes que guían el universo, y debemos contentarnos con considerar los misteriosos caminos de la Divina Providencia de Dios. Para la ciencia cuántica, por supuesto, hay que admitir la existencia de interrupciones en la cadena causal de los fenómenos físicos.

E.P: ¿Y qué diría de ello el mundo actual?

            El escepticismo respondería que esto sucede debido a la enorme utilidad del concepto causal y a la fuerza de la costumbre.
            Ciertamente, la costumbre desempeña un importante papel en la vida. Pero hasta hace 100 años, tan sólo los hombres y los animales eran capaces de moverse por libre voluntad de un lugar a otro. Desde que nació la física cuántica, todo por dentro se mueve, tiene movimientos improvisados e imprevisibles, y siguen un proceso abstracto que está fuera de la lógica sensorial.
            Para el empirismo, la respuesta sería que no existe la realidad de la conciencia. Pero la conciencia sí existe, y los procesos abstractos e internos de las cosas físicas también.
            Con esto no quiere decir que las cosas existen únicamente en la mente de Dios, y que el mundo exterior sólo puede ser comprendido cuando nuestra mente alcanza a entender la mente de Dios. Ese era el extremo equivocado de Berkeley.

E.P: ¿Debe la ciencia ocuparse exclusivamente de las impresiones sensoriales, o ir más allá?

            Yo creo que no hay duda al respecto. La primera alternativa es desechada, mientras que la segunda debe ser aceptada obligatoriamente en el caso de la ciencia especial, y posiblemente también en el caso de la mecánica.
            La teoría cuántica ha demostrado que cualquier paso que se da en la investigación especializada, consiste en un salto a la región de lo abstracto. El hombre de ciencia actual ha comenzado a dar saltos hacia lo trascendental, está empezando a investigar los diversos acontecimientos a través del mundo de la naturaleza y a través del reino del espíritu humano, de una manera totalmente independiente de las percepciones sensoriales.

E.P: Pónganos un ejemplo.

            En la dinámica clásica, de la gravitación de Newton y de la electrodinámica de Maxwell, se pueden conocer los sucesos predecibles si se conoce el estado inicial y las influencias que del exterior actúan sobre el objeto físico.
            Con la teoría de la relatividad de Einstein, todas las dimensiones de espacio y tiempo tienen únicamente una significación relativa, determinada por el sistema de referencia del observador. Es lo que llamamos massbestimmung, tensor que para todos los observadores y para todos los sistemas de referencia tiene valores autónomos, y por tanto es de carácter trascendental.
            En el mundo de la biología, por entrar en otro campo, el problema es mucho más oscuro, y los biólogos todavía se resisten a admitir la existencia de excepciones en las interrelaciones biológicas.

E.P: Luego la ciencia actual se mueve más por acciones espontáneas que mecánicas.

            Yo no trazaría límites definidos a ningún campo de la ciencia, pero hay que saber decir hasta aquí, y de momento nada más. Es lo que han pensado los más grandes genios de la humanidad: que hay una ley todopoderosa que gobierna el universo, y ese es el límite. El lector medio quedará sorprendido por tales juicios, pero también mis físicos cuánticos son completamente incapaces de descubrir los mecanismos invisibles de los fenómenos naturales.
            En el campo de la la química, la idea del átomo significaba para los griegos lo que no puede ser dividido. Y hasta hace poco, el principio estequiométrico decía que un gramo de hidrógeno se unía con 8 gramos de oxígeno para formar agua, y si un gramo de hidrógeno se unía con 35.5 de cloro, formaría como compuesto el ácido clorhídrico. Pero algunos elementos químicos no son constantes en su valencia, y Avogadro tuvo que explicar que los elementos se combinan entre sí no sólo en relación de pesos, sino en ocasiones en relación de volúmenes.

E.P: ¿Existen, por tanto, elementos internos que la ciencia no llega a alcanzar?

            Existe un solo punto en el mundo de la materia y del espíritu, donde la ciencia y todo método causal de investigación es inaplicable: el ego individual. Ese es el verdadero punto de referencia físico y espiritual, sobre el que ningún agente externo puede tener dominio. Laplace mantenía que si hubiera una superinteligencia situada completamente fuera de los hechos que ocurren en el universo, esa inteligencia sería capaz de ver las relaciones causales en todos los fenómenos físicos, menos las que alberga cada persona humana en su interior, dada su absoluta libertad.
            Yo creo que Dios, esa Suprema Sabiduría que creó el universo, puede ver la sucesión de causa a efecto en todo lo que hacemos. Pero, en último término, no puede invalidar nuestra libertad, ni las propias acciones que hacemos. Quizás porque a lo mejor así mismo lo quiso Él.

E.P: ¿Existe unanimidad en el mundo científico sobre estos resultados?

            En el campo de la ciencia siempre hay conflicto entre puristas y pragmáticos, los primeros afirmando que siempre hay una perfecta coordinación entre los axiomas de la ciencia, y los segundos intentando ampliar los principios aceptados mediante la introducción de nuevas ideas.
            Durante mi época de Munich, recuerdo haber quedado muy impresionado por la polémica que el curso de 1880 se desencadenó en la universidad. Por un lado estaban los químicos puritanos, con su líder Rermann Kolbe, de Leipzig, lanzando anatemas contra la interpretación atómico-mecánica de las fórmulas químicas. Hasta que Von Bayer guardó silencio y esperó resultados, y éstos finalmente coronaron sus esfuerzos.

E.P: ¿Y de dónde surgen esas diferencias?

            Veámoslas en el concepto de energía, que representa el trabajo que puede ser hecho por fuerzas que actúan sobre la materia. El principio de la conservación de la energía establece que nunca hay pérdida absoluta de energía, sino que la pérdida sufrida por un tipo de energía, la potencial, es compensada por la ganancia del otro tipo, la cinética.
            Pero la energía de un campo electromagnético neutro es igual a cero, mientras que la energía de un cuerpo mecánico en reposo no es igual a cero. Y si el cuerpo electromagnético se pone en movimiento, su valor de energía pasa a ser enorme, y sin embargo no se hace sentir por sí mismo, ya que el fenómeno de movimiento surge de una diferencia de energía.
            La problemática entre lo diferencial y lo integral está patente en cualquier rama de la investigación física

E.P: ¿Habrá entonces algún camino por el que la ciencia pueda ofrecer valores absolutos?

            No creo que la cuestión pueda encontrar una respuesta. Si queremos mantener un camino clarividente hacia ello, hay que ser siempre muy cuidadoso en lo que se puede o no se puede deducir de una definición.
            Lo absoluto representa una meta que va siempre por delante de nosotros y que nunca podremos lograr. Podrá ser un pensamiento desalentador, pero debemos aceptarlo. Como decía Lessing: "No es la posesión de la verdad, sino el esfuerzo por alcanzarla, lo que produce el goce al investigador".

E.P: Entonces, ¿ya no es la ciencia un sustitutivo de la religión?

            En modo alguno, pues la ciencia exige también espíritus creyentes. Cualquiera que se haya dedicado seriamente a tareas científicas de cualquier clase se da cuenta de que en la puerta del templo de la ciencia están escritas estas palabras: hay que tener fe. Ésta es una cualidad de la que los científicos no pueden prescindir.
            El orden, además, no puede surgir del caos, ni para puristas ni para pragmáticos. Los racionalistas y materialistas puros están de más en la ciencia.

E.P: Luego ¿deberían ser religiosos todos los científicos?

            Kepler es un ejemplo magnífico de fe. En religión fue siempre un hombre inflexible, y esa fue la fuente de sus energías, cuando tuvo que mendigar su sueldo al Reichstag de Regensburgo, o ver cómo su madre era acusada por el vulgo de brujería. Su fe inextinguible en Dios iluminó y alentó su árida vida, y le hizo ser el fundador y padre de la Astrofísica.
            Otro nombre que se me ocurre es el de Julius Mayer. Sus descubrimientos fueron atacados por el escepticismo imperante, pero él se mantuvo firme gracias a sus férreas creencias en Dios. Hasta que finalmente la Sociedad de Físicos y Médicos Germanos, con Helmholtz a la cabeza, tuvo que reconocer sus descubrimientos, en 1869.

E.P: ¿Qué diría al hombre de hoy, para terminar?

            Que la ciencia no puede resolver los misterios de la naturaleza, pero sí aportar alguna luz. Nuestros investigadores forman parte de los métodos de medición, y por tanto son más parte del misterio que de la solución. Cuanto más progresos hacemos, mayores misterios salen a la luz. Y eso sirve para mejorar la armonía entre los científicos y el resto de seres humanos.


* Max Ludwig Planck (Kiel 1858-Gotinga 1947) fue el principal de los científicos del s. XIX y el gran referente científico del s. XX, junto a su inseparable amigo Einstein. Doctor en Física por la universidad de Munich, fue Max Plank profesor de Física en más de 15 universidades europeas, así como director perpetuo del Instituto Alemán de la Física. A nivel científico, en 1900 inventó y fundó la Física Cuántica, la desarrollada a escalas microcósmicas, y movida toda ella bajo la fórmula E=hf, siendo E la energía fotónica, f la frecuencia de onda electromagnética y h la constante de Planck, inspirando con ello la ley de la Relatividad de 1915 de Einstein, para espacios macrocósmicos y bajo fórmula E=mc2. A nivel personal, fundó el emblemático Instituto Max Planck para la ciencia, motor científico nº1 del mundo (con 16 Premios Nobel en 70 años), perdió a su esposa Marie e hijo Erwin en una represalia nazi por su oposición al régimen, y animó al resto de científicos a seguir su línea de descubrimientos. A nivel religioso, sus enemigos le veían como un fanático religioso con el que no se podía hablar, pero él imprimió con enorme delicadeza su espíritu cristiano a su obra más importante: los Institutos Max Planck del mundo entero.