Continuamos con el análisis, más que de los resultados electorales, de algo muchísimo más importante, la deriva de España como país.
Hay que entender que todo lo que aflora ahora, este camino al precipicio, tiene un origen. Renunciar a estudiarlo y entenderlo impide combatirlo. Exactamente igual que en la Iglesia. En España ha pasado lo mismo; determinados épocas, aparentemente más estables, escondían los graves problemas que no sólo no habían acabado sino que se incrementaban sin que fuésemos conscientes de ello.
Así se ha llegado a la actual situación.
Ahora se echa de menos a quienes empedraron este camino al infierno.
Otra muestra más nos la cuenta, extensamente documentada, Botifler4ever en su twitter.
Antes, rescatamos una pregunta de la entrevista de Pedro Jota Ramirez al presidente de entonces, José Luis Rodriguez Zapatero, sobre el Estatuto de Cataluña, que este impulsaba para acabar con la crispación, integrar a los nacionalistas catalanes y finiquitar los movimientos nacionalistas.
¿Se sentirá responsable si dentro de 10 años Cataluña inicia un proceso de ruptura con el Estado?
Dentro de 10 años España será más fuerte, Cataluña estará más integrada y usted y yo lo viviremos.
Ahora sí, vamos con el hilo.
La noche del 20 al 21 de mayo de 1981 la banda terrorista Terra Lliure secuestró y disparó al profesor Federico Jimenez Losantos al salir del instituto de Santa Coloma en el que trabajaba. En el siguiente hilo cuento las causas, consecuencias y significado de este acto criminal.
Se podría decir que esta historia empezó el 25 de enero de aquel año, cuando una serie de profesores e intelectuales, entre los que se encontraba Federico, redactan el Manifiesto por la Igualdad de Derechos Lingüísticos en Cataluña, conocido como Manifiesto de los 2300.
La mayoría de sus firmantes eran maestros militantes del sindicato FETE-UGT y en la órbita de la federación catalana del PSOE, que veían con preocupación su futuro laboral debido a las políticas nacionalistas en educación que estaba implantando Pujol desde su victoria en 1980.
El curso 80-81, los profesores interinos son obligados a firmar un documento conforme a su no renovación en caso de no aprobar los cursos de reciclaje de lengua catalana, y con el nuevo sistema de baremos el catalán se vuelve en la práctica indispensable para profesores nuevos.
Era una forma amable de enseñarle a los profesores hispanohablantes el camino hacia otras comunidades autónomas, y de asegurarse de que los puestos en educación son copados por licenciados en filología catalana, los únicos que entonces tenían el nivel adecuado.
Estos profesores agraviados lograron el apoyo de intelectuales como el catedrático de la UB Amando de Miguel, el Premio Nacional de Poesía Carlos Sahagún, el escritor Santiago Trancón, el traductor Alberto Cardín y el teniente de alcalde de Santa Coloma Jesús Vicente (PSC-PSOE).
En su manifiesto, denunciaron el intento por parte de los nacionalistas de intentar imponer una lengua por encima de otra, reivindicando el bilingüismo desde el respeto por ambas lenguas y en reconocimiento a la realidad social y cultural de Cataluña.
El manifiesto fue publicado en el madrileño Diario 16 que por entonces dirigía Pedro J. Ramírez ante la censura de la prensa catalana, y no se hizo público hasta el 12 de marzo debido a que los firmantes no querían que los nacionalistas los relacionasen con el 23-F.
Esta publicación supuso un auténtico terremoto para el pujolismo, incapaz de aceptar que se pusiera en duda su política lingüística. Rápidamente salieron a desmentir lo que denunciaban los firmantes con su habitual tono falsamente conciliador.
La directora general de política lingüística, Aina Moll, convocó a los firmantes a una reunión (que apenas duró cinco minutos) para exigirles explicaciones y entregarles un cuestionario con 23 preguntas redactadas a modo de comisaria lingüística.
No tardó en impulsarse desde el poder político un contramanifiesto, firmado por los habituales intelectuales orgánicos del nacionalismo y miembros de asociaciones satélite del pujolismo como Omnium Cultural o el Institut d’Estudis Catalans, hecho público el 16 de marzo.
El 14 de marzo, el presidente del parlamento regional, el reconocido racista Heribert Barrera (ERC) publicó una editorial en La Vanguardia considerando “inoportuna” la publicación e instando a “despreciar la actitud de esta gente”.
La prensa catalanista se lanzó a una brutal campaña de acoso y derribo contra el manifiesto, dirigida a satanizar y desacreditar a los firmantes con las acusaciones a las que ahora nos tienen acostumbrados: Anticatalanes, lerrouxistas, campaña orquestrada desde Madrit…
Lo peor estaba por llegar. El 18 de marzo se creó la Crida a la Solidaritat en Defensa de la Llengua, movimiento nacionalista radical en defensa de la política lingüística pujoliana que fue presentado en público el 24 de junio en un acto multitudinario en el Camp Nou(1).
Nacida originalmente como reacción al Manifiesto de los 2300, esta organización se dedicará a lo largo de los años 80 a denunciar a multitud de entidades y empresas por no usar el catalán, iniciando el acoso a los comercios que rotulaban en español.
Una de sus acciones vandálicas más espectaculares tuvo lugar el 20 de abril de 1985, cuando ochenta individuos ocuparon la estación de Sants para eliminar la rotulación en español. Dieciocho de ellos fueron detenidos y cuatro encarcelados por el fiscal Carlos Jiménez Villarejo.
La Crida puede ser considerada como una antecesora de la ANC como organización dedicada a la movilización callejera del nacionalismo, y de ella salieron algunos de sus líderes como Àngel Colom (ERC), Jordi Sànchez (ANC) o Carles Riera (CUP).
así como asociaciones chupasubvenciones como la Plataforma per la Llengua o la Coordinadora d’Associacions per la Llengua Catalana (CAL), consideradas herederas directas de La Crida.
Ya por entonces la Generalidad desviaba fraudulentamente el dinero público destinado a causas sociales como la lucha contra el desempleo a subvencionar el nacionalismo radical y violento, como destapó Albert Montagut en 1988. Como veis, poco ha cambiado.
Pero volvamos a 1981. En ese clima de crispación creado por la prensa catalanista dedicada a señalar sin piedad a los atrevidos disidentes, no tardaron en surgir voces más radicales que creían que había que dar un escarmiento a esa “panda de fachas”.
Los terroristas de Terra Lliure decidieron coger a uno de los firmantes para darle un “castigo ejemplar”. El elegido fue Federico Jiménez Losantos. No fue una elección casual. El joven maestro oriundo de Orihuela del Tremendal llevaba tiempo en el punto de mira del nacionalismo.
En concreto desde la publicación en 1978 de su ensayo “Lo que queda de España”, en el que criticaba la asunción por parte de la izquierda de la política cultural del nacionalismo y reivindicaba la figura de Azaña, entre otros.
Este texto ganó el I Premio de Ensayo de El Viejo Topo, por entonces revista de cabecera de la izquierda, que se comprometieron a publicarlo si Federico lo alargaba, por lo que le añadió algunos artículos más sobre la situación del español en Cataluña.
Sin embargo, a la editorial que presumía de pluralismo y libertad le parecieron impublicables los nuevos capítulos, al considerarlos un ataque a la lengua y la cultura catalanas. Ahí empezó la polémica y las descalificaciones contra Losantos.
Apareció entonces un manifiesto en su apoyo titulado “Contra cualquier censura”, entre cuyos firmantes destacan nombres como Gustavo Bueno, Labordeta, Antoni Tapies, Manuel Lara, Santiago Trancón, Jaime Gil de Biedma y José Manuel Broto.
Por ironías de la vida, el manifiesto contra la censura fue firmado incluso por algún nacionalista furibundo como Isabel-Clara Simó y Lluís Llach.
Finalmente, “Lo que queda de España” fue publicado por la editorial libertaria Ajoblanco, la competencia de El Viejo Topo, y presentado en Madrid (ante el miedo a sufrir un boicot violento si se presentaba en Cataluña) por Francisco Umbral.
El hecho de presentarlo en la capital dio la excusa perfecta a la prensa catalanista para acusar a Losantos y compañía de pertenecer a un complot contra Cataluña urdido desde Madrid, la misma cantinela que se ha repetido desde entonces cada vez que alguien les ha contradicho.
La feroz campaña de desprestigio que sufrió Federico por Lo que queda de España se puede considerar una antesala de lo que sufrirían los firmantes del Manifiesto de los 2300, y ya incluía todos los topicazos a los que aún hoy recurren para desacreditar a los disidentes.
Irónicamente se acusaba de franquista y anticatalán a alguien que había dirigido dos revistas, Diwan y Revista de Literatura, en las que siempre se habían publicado textos en catalán, y de hecho Diwan era la única revista editada fuera de Cataluña que publicaba textos en catalán.
No acabó ahí la cosa. A finales de 1979 Losantos volvió a protagonizar otra polémica con el catalanismo a raíz de su malograda aventura política con motivo de las elecciones regionales que iban a celebrarse en marzo de 1980.
Todo comenzó con el anuncio de Alejandro Rojas Marcos, líder del Partido Socialista de Andalucía (futuro Partido Andalucista), de su intención de presentarse en Cataluña para poder representar al millón de andaluces que vivían en Cataluña.
Eso suponía un peligro para el PSC, ya que podría perder a muchos votantes del PSOE descontentos con la deriva catalanista, así como al PSUC, cuyo caladero de votos eran los barrios obreros mayoritariamente andaluces, a pesar de sus coqueteos con el nacionalismo.
También para el pujolismo era un peligro, no porque fuera a quitarles votos (en los barrios obreros no rascaban nada, obviamente) sino porque suponía un desafío a su doctrina asimilacionista oficial.
Federico decidió apoyar al PSA de Rojas Marcos fundando un partido con las mismas siglas (Partido Socialista de Aragón) que iría en coalición con él. El objetivo final era crear un frente de defensa de la “emigración” hispanohablante frente a la política lingüística pujolista.
Nuevamente las terminales mediáticas del catalanismo y la izquierda servil los atacaron recurriendo al manido tópico de acusarlos de lerrouxistas (el que Lerroux y Rojas Marcos compartieran nombre dio mucho juego) y de querer dividir y enfrentar a la sociedad catalana.
Por desavenencias personales con Losantos, Rojas-Marcos se presentó finalmente en solitario. Obtuvo algo más de 70.000 votos y dos diputados.
Por todo esto, Jiménez Losantos se había ganado a pulso el título de “Enemigo de Catalunya” por el cual los terroristas eligieron darle un escarmiento la noche de aquel 20 de mayo, cuando lo esperaron a que saliera del Instituto Puig Castellar, en el que daba clases de lengua.
Los dos pistoleros siguieron en un Simca 1000 a Federico y a su compañera, Ángela, hasta Barcelona, donde a la altura de la calle Guillermo Tell pararon y les obligaron a subir a punta de pistola, para llevarlos Diagonal arriba hasta un descampado en Esplugas de Llobregat.
Ahí les ataron a un algarrobo, le pegaron el famoso tiro en la pierna a Losantos y se fueron dejándolo para que se desangrase. Por suerte Ángela logro librarse de sus ataduras y huir para avisar a la policía y a una ambulancia, que llegó a tiempo para salvar la vida de Federico.
En ambulancia salió Federico de esa Barcelona a la que había llegado años atrás en moto buscando libertad, y que ya no era la ciudad que conocía. Ningún partido ni ninguna institución nacionalista condenó el atentado que llevaban tiempo alentando desde sus medios.
Desde el entorno del PSUC llegaron al colmo de la indecencia tergiversando sus palabras para insinuar que el atentado lo había buscado el propio Losantos. ¿Os suena?.
La única excepción digna de elogio fue la del ex presidente Tarradellas, que condenó el atentado y afirmó que era el resultado de meses de demagogia, y se puso en contacto con Losantos vía carta ya que su estado de salud le impedía ir a visitarlo personalmente.
Los autores materiales del atentado fueron Pere Bascompte Carbonell y Jaume Fernàndez Calvet (sobrino de la diputada del PSC Anna Balletbó). Bascompte fue detenido, pero puesto en libertad por un error administrativo, que aprovechó para huir a Francia.
Calvet fue uno de los detenidos en 1985 junto a Carles Sastre, autor del atentado contra Bultó, como ya expliqué en este hilo.
Bascompte y otros terroristas, cínicamente autoproclamados “exiliados” (¿Os suena?) intentaron pedir asilo en Francia, mientras en Cataluña el nacionalismo radical se movilizaba en su apoyo.
Bascompte fue finalmente detenido en 1989 en Perpiñán. Sin embargo, las autoridades francesas negaron la extradición, y el terrorista se quedó en el país galo, de donde no volvió hasta 1999, una vez habían prescrito todas sus causas pendientes con la justicia española.
Bascompte fue uno de los terroristas de Terra Lliure que en 1991 pasaron a engrosar las filas de ERC tras las negociaciones con su secretario general Àngel Colom, veterano de la Crida a la Solidaritat como ya hemos visto más arriba.
Pero el ataque contra los firmantes del Manifiesto de los 2300 no cesó con el atentado contra Losantos. Durante los siguientes meses muchos de ellos recibieron amenazas de muerte telefónicas, pintadas amenazantes en sus domicilios…Hasta el punto que la mayoría abandonó Cataluña.
No fueron los únicos. En aquellos años, unos 16.000 maestros hispanohablantes abandonaron Cataluña, bien “voluntariamente” por no aguantar el ambiente cada vez más asfixiante, bien forzosamente al no haber pasado la criba lingüística impuesta por el pujolismo.
Fue una victoria aplastante del pujolismo, que no habría sido posible sin la agitación violenta. Después de lo que pasó con los firmantes del Manifiesto de los 2300 casi nadie se atrevió a plantar cara al proceso de “normalización” (imposición) lingüística.
Se iniciaba una década oscura en la que los vándalos de La Crida campaban a sus anchas cometiendo chantaje y saboteo contra empresas simbólicas españolas y cualquier comercio que rotulase en español, vendido como “acciones directas no violentas” por una prensa a su servicio.
Mientras la administración imponía la inmersión lingüística ya sin oposición más allá de alguna anecdótica apelación en los tribunales. Los maestros que no se fueron aceptaron que no les quedaba más remedio que agachar la cabeza ante el nacionalismo hegemónico.
Y así es como se impuso el falso “consenso social” pujoliano: Mediante la violencia, física y simbólica, y el avasallamiento del que no pensase igual. Mediante la derrota humillante de una parte de la sociedad. Por eso se tienen que dar a conocer estas historias. Fin del hilo.
Poco más que añadir, el Estado desapareció de Cataluña, el PSC hizo lo que siempre han hecho los socialistas con España; traicionarla, y España entró sin saberlo en un callejón sin salida del que todavía desconocemos las consecuencias.
Hay que decir que, por ejemplo, el PSC ha gobernado años Barcelona, Lérida e, incluso, la Comunidad Autónoma de Cataluña sin que la mayoría de sus votantes, de origen andaluz, hayan podido estudiar en la escuela en su lengua materna, el español.
Muchos políticos catalanes han colaborado de diversas maneras con los grupos terroristas ETA y Terra Lliure, y la Iglesia se ha entregado al nacionalismo permitiendo, entre otras cosas, la profanación periódica de sus templos.
Vuelvo a repetir; con estos “chicos” el obispo de Solsona, Xavier Novell, y el nuevo Arzobispo de Tarragona, el profanador Joan Planellas, flamante nombramiento de Francisco. Su particular contribución a la paz en esta tierra.
Pues sí, parece que tenemos problemas muy serios, y que vienen curvas.
Sólo la oración puede darle la vuelta a esto.
Capitán Ryder
- Conozco multitud de españoles aficionados al Barcelona. Cada acción de este club deportivo en aras de la destrucción de España sólo arranca gemidos en el sentido “no hay que mezclar política con deporte”. Da igual que sea este club el que lo haga constantemente, en el peor sentido de la palabra.