El nuevo documento pastoral de la Santa Sede en el que ‘recomienda’ a los sacerdotes fieles de China a ‘registrarse’ como pide el Gobierno ha alarmado al obispo emérito de Hong Kong, quien ha advertido que la actitud vaticana podría llevar a “la muerte de la fe verdadera”.
El mes pasado, el Gobierno chino dio instrucciones para que el clero católico se registrase en la asociación patriótica, es decir, la oficial, como requisito para poder desarrollar sus labores pastorales. El Vaticano respondió con un documento pastoral -sin firma- en el que se pedía a Pekín que respetara la libertad de los fieles, al tiempo que daba razones por las que convendría a los mismos someterse a tal registro.
El anciano cardenal Zen, obispo emérito de Hong Kong muy crítico hasta la fecha con los pactos secretos firmados por la Santa Sede con el gobierno comunista, ha reaccionado entregando al Papa y al secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin, durante una reciente visita a Roma, un documento en el que, en nueve puntos, critica duramente la última iniciativa vaticana.
“Se ha firmado un texto contra la fe y se afirma que la intención es promover el bien de la comunidad, una evangelización más adecuada y la gestión responsable de los activos de la Iglesia”, escribe Zen. “¡Esta regla general se opone evidentemente a toda la teología moral fundamental! ¡Si se la considerara válida, justificaría incluso la apostasía!”.Zen, que cuando surgieron las primeras noticias sobre el acercamiento del Vaticano a la entonces todavía cismática Iglesia Patriótica creada y gestionada por el Partido Comunista optó por pensar que el Papa actuaba por ignorancia sobre la situación china, asegura que su carta que
“este documento ha invertido radicalmente lo que es normal y lo que es anormal, lo que correcto y lo que es penoso. Quienes lo escribieron quizá esperen que la minoría despreciada morirá de muerte natural. Con esta minoría me refiero no solo a los sacerdotes clandestinos, sino también a los muchos hermanos de la comunidad oficial que han trabajado con gran tenacidad para lograr un cambio, confiando en el apoyo de la Santa Sede”.Y añade:
“Cuando los hermanos de China me preguntan qué hacer, siempre les he dado esta respuesta: respetad las decisiones de los otros y manteneos firmes en la convicción de vuestra propia conciencia. Eso es porque carezco de autoridad para imponer mis opiniones sobre otros acerca de lo que es bueno o malo. Pero, ¿no tiene la Santa Sede la autoridad y, por tanto, el deber de aclarar con precisión este extremo a los miembros de la Iglesia? ¿Es eso lo que hacen estas directrices pastorales?”Y concluye exhortando:
“No permita el Señor que se cumplan los deseos de aquellos que quieren la muerte de la verdadera fe en mi querida patria”.
Carlos Esteban