El Papa ha tenido un recuerdo durante el Ángelus del pasado domingo para lamentar la situación en Venezuela que ha provocado cierta incómoda estupefacción entre muchos fieles al equiparar el régimen con sus víctimas, como ‘partes’ en un conflicto.
“Una vez más, quisiera expresar mi cercanía al amado pueblo venezolano, particularmente extenuado por la prolongada crisis”, ha declarado el Papa en el curso de su homilía de su habitual Ángelus dominical, añadiendo: “Pidamos al Señor que inspire e ilumine a las partes en causa, para que puedan llegar lo antes posible a un acuerdo que ponga fin al sufrimiento de la gente por el bien del país y de toda la región”.
No es la primera vez que el Pontífice habla de la dramática situación en Venezuela, no como lo que es, un régimen con todos los resortes del poder en sus manos que ha llevado a la miseria al que fuera uno de los países más ricos de América y donde se reprimen las libertades y se encarcela y tortura a los disidentes, sino como si se tratara de un ‘conflicto’ que separa a dos partes de influencia equivalente, y la tragedia viniera provocada por su incapacidad para llegar a un acuerdo.
Este empecinamiento en ignorar la responsabilidad del chavismo en la tragedia venezolana ya llevó a un grupo de exmandatarios latinoamericano a enviar a Su Santidad una encendida carta de protesta en la que explicaban con contundente claridad la realidad de la situación, de la que el régimen es culpable exclusivo, y en la que no existen en absoluto ‘dos partes’, salvo en el sentido en que hay una parte que victimiza y otra, el pueblo, que es victimizada. Recordemos que han escapado de Venezuela más de cuatro millones de personas.
Es difícil no preguntarse por el tono tan distinto que usa para referirse a sus causas políticas favoritas, en las que no hay dos partes equipotentes que deban ponerse de acuerdo. No recordamos que, con motivo del debate en torno a la inmigración ilegal masiva que divide Italia -las élites económicas y culturales contra el gobierno y la mayoría del electorado-, haya pedido jamás el Papa que las ONG acerquen posturas con el ministro Salvini, a quien se niega a recibir en audiencia (a Maduro ya lo ha recibido varias veces). Tampoco caemos en este momento en ningún mensaje papal invitando a los apóstoles del Cambio Climático a llegar a un compromiso con los cada vez más numerosos escépticos.
Los matices, las equivalencias morales, la existencia de ‘dos partes’ y de un área gris donde hay que alcanzar un diálogo sólo parecen existir para el Santo Padre en aquellos casos en los que la abrumadora mayoría tiene muy claro qué parte es responsable de la situación.
Carlos Esteban