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THE WANDERER
MILENIO
INFOCATÓLICA
Massimo Faggioli, profesor de Historia de la Iglesia en la Universidad Villanova de Filadelfia, ha calificado de “devotos cismáticos” a tres obispos norteamericanos -Charles Chaput, de Filadelfia, Joseph Strickland, de la diócesis texana de Tyler, y Salvatore Cordileone, de San Francisco, a quienes acusa de promover la oposición al Papa.
“Son devotos en el sentido de que despliegan públicamente su preferencia por una Iglesia tradicionalista y sus devociones, como el rosario”, explicaba Faggioli en un reciente artículo en La Croix. “Son cismáticos porque promueven abiertamente la oposición al obispo de Roma entre los fieles católicos”.
Faggioli, uno de los más expresos y locuaces defensores de los nuevos aires eclesiales, defiende sus tesis a partir del arzobispo Carlo Maria Viganò y su celebérrimo testimonio sobre el encubrimiento desde el Vaticano de las andanzas homosexuales del depredador ex cardenal Theodore McCarrick. El arzobispo, en paradero desconocido, termina su testimonio-denuncia pidiendo al Santo Padre que abdique y, así, en la retorcida lógica de Faggioli, cualquier obispo que reaccionara con la menor duda ante la infamia cometida por Viganò se hacía cómplice de ese acto de rebeldía.
Desde la publicación del citado testimonio han abundado las informaciones que parecen, en todo caso, confirmar todas las afirmaciones del arzobispo y, en cualquier caso, ninguna de ellas ha sido desmentida por los hechos y por prueba documental alguna. Uno pensaría que citar la conducta hasta entonces impecable del ex nuncio vaticano en Estados Unidos, como han hecho estos obispos, o exhortar vivamente para que se aclare de una vez este enojoso asunto con la apertura de los archivos vaticanos correspondientes no tendría que significar en absoluto solidarizarse con su recomendación final.
Carlos Esteban
El año pasado, la Iglesia alemana perdió 216.078 fieles, la cifra más alta desde el final de la Segunda Guerra Mundial y un número similar al de fieles que han perdido los luteranos en el país, según datos publicados por la Conferencia Episcopal Alemana y por la Iglesia Evangélica.
En total, casi 23 millones de alemanes siguen siendo católicos en un país de 83 millones de habitantes. Junto con su principal ‘rival’, la iglesia luterana, representan ligeramente más de la mitad de la población.
Las denominaciones religiosas tienen un modo fácil y automático de contar a sus fieles: los impuestos. Por ley, los contribuyentes tienen que especificar su religión a efectos del Kirchensteuer o impuesto religioso, para dejar de pagar el cual tienen que apostatar registralmente.
Los números se reducen año tras año desde hace décadas, con una fuerte aceleración en los últimos años, mientras el episcopado y su clero se embarcan en ‘experimentos’ litúrgicos y doctrinales en dirección a una fe más acomodaticia con las costumbres del mundo. Son precisamente los pastores y teólogos alemanes los que lideran la vanguardia de una renovación que se aleja a marchas forzadas de la tradición.
La paradoja es que, siendo esta la causa más evidente del abandono masivo de fieles, la jerarquía nacional, en lugar de tratar detener esta sangría -que también lo es para sus arcas- volviendo a la tradición, invocan esta misma crisis como excusa para acelerar el proceso de acercamiento a las ideologías mundanas de moda.
Así, Katholisch.de, la página oficial de la Conferencia Episcopal acaba de publicar un artículo del padre Nikodemus Schnabel en el que el monje benedictino propone, como compromiso si del Sínodo de la Amazonía no sale el diaconado femenino, que haya mujeres presentes en el santuario junto al sacerdote en las misas, y que mientras éste celebra el Santo Sacrificio, ella se ocupe de predicar la homilía.
Carlos Esteban
Invocar dramáticamente una “hambruna eucarística”, supuestamente causada por falta de sacerdote célibes, no es más que un “truco” para abolir el celibato, escribió el 16 de julio monseñor Athanasius Schneider en una declaración.
Él explicó que recibir la Santa Comunión no es necesario para la salvación, a diferencia de tener fe, rezar o cumplir los mandamientos. Un ejemplo: muchos padres del desierto vivieron durante años sin la Santa Comunión y sin embargo estuvieron profundamente unidos con Cristo.
Schneider, quien creció en la Unión Soviética entre alemanes, solo muy rara vez recibió los sacramentos, porque los sacerdotes solo podían ir muy raras veces.
Señala también a los católicos japoneses, que sobrevivieron más de dos doscientos años sin sacerdotes o sin contacto con Roma. Para ellos, el celibato se convirtió en lamarca distintiva de su Iglesia.
Cuando los predicadores protestantes llegaron a Japón en el siglo XIX fueron rechazados porque estaban casados. Cuando llegaron los sacerdotes católicos lo primero que se les preguntó era si estaban casados.
Sólo después que lo negaran ellos fueron aceptados como sacerdotes de la verdadera Iglesia.