“Serios motivos religiosos, educativos y administrativos” han determinado la supresión de la hermandad sacerdotal Familia Christi, de Ferrara, en Italia, después del habitual y tortuoso camino iniciado con su comisariamiento.
El pasado mes de diciembre, la hermandad se convirtió en la asociación religiosa tradicional y rica en vocaciones del momento en ser intervenida por los nuevos aires de renovación, en este caso en forma de Monseñor Daniele Libanori, obispo auxiliar de Roma, nombrado ‘comisario plenipotenciario’ de la hermandad por orden de la Santa Sede.
Siete meses después se publicó el esperado decreto: Libanori ordenó a todos los postulantes y novicios que abandonaran la sociedad. No se permitía a la orden recibir nuevas vocaciones. Como viene siendo tristemente habitual en estos casos, no se ofreció razón alguna que justificara la drástica decisión.
La comunidad religiosa fue fundada en el 2014 por el arzobispo de Ferrara, monseñor Luigi Negri, a quien Francisco removió rápídamente apenas llegó a su edad de jubilación. Fue reemplazado por Gian Carlo Perego, que veía con muy malos ojos a Familia Christi.
El grupo fue puesto bajo la custodia del obispo auxiliar de Roma, monseñor Daniele Libanori SJ.
En una entrevista de marzo de 2019, Negri dijo que “no estaba preocupado” por el destino de Familia Christi, porque “cuando la fundé la confié al Señor y a la Virgen”,
La sentencia de muerte fue firmada el 13 de diciembre por el cardenal Ladaria, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y fue confirmada por Francisco. Los cinco jóvenes sacerdotes de Familia Christi, los padres Riccardo Petroni, Matteo Riboli, Lorenzo Mazzetti di Pietralata, Emanuele Lonardi y Enrico D’Urso están ahora en la calle. Hasta tanto no encuentren un obispo que los acepte con el permiso de Ladaria, están suspendidos de facto.
Carlos Esteban