La Santa Sede, que siempre ha confiado en la autoridad judicial australiana, acoge con satisfacción la sentencia unánime dictada por el Tribunal Supremo en favor del Cardenal George Pell, que lo absuelve de las acusaciones de abuso a menores, revocando su condena.
El Cardenal Pell – al someter su caso a la magistratura – defendió siempre su inocencia, entendiendo que la verdad sería aceptada.
El Cardenal Pell – al someter su caso a la magistratura – defendió siempre su inocencia, entendiendo que la verdad sería aceptada.
La Santa Sede se vale de esta ocasión para reafirmar su compromiso en la prevención y persecución de cualquier tipo de abuso a menores.
Esto es todo lo que la Santa Sede, cada vez menos ‘santa’ y menos ‘sede’ tiene que decir de todo lo que ha sucedido en torno al ‘proceso Pell’.
Esto es todo lo que la Santa Sede, cada vez menos ‘santa’ y menos ‘sede’ tiene que decir de todo lo que ha sucedido en torno al ‘proceso Pell’.
El cardenal Pell no nombró al Vaticano, ni al misericordioso Papa Francisco en su primer comunicado después de su liberación. Es simplemente vergonzoso y criminal todo lo que estamos viviendo. Suponemos que el carácter fuerte del cardenal se ha fortalecido en estos meses y ha tenido tiempo para poner en orden sus ideas. La tortura de estos meses le habrá ayudado a comprender serenamente dónde se ha encontrado y dónde se encuentra en este momento. Por lo comedido de sus palabras entendemos que ha aprendido la lección, deja las formas rudas del jugador de rugby y entra en formas mucho más ‘vaticanas’ para estar a la altura de sus perseguidores.
Sus colegas de la curia disfrutaron con su detención, esperemos que sólo disfrutaran y no colaboraran; y vemos la indiferencia, y en algunos casos la ‘perplejidad’ ante su puesta en libertad. Los bien pensantes creen que el viejo cardenal debe dedicarse a sus labores y dejarse de toda actividad pública porque esta ‘desacreditado’. Es lo que todo este proceso buscaba y piensan que lo han conseguido. Se ha destruido la imagen pública del cardenal, apareciendo en el imaginario colectivo como el ejemplo más sublime de abusador a menores y, en paralelo, se le ha sometido a una tortura personal inhumana para minar su estabilidad mental.
Sus colegas de la curia disfrutaron con su detención, esperemos que sólo disfrutaran y no colaboraran; y vemos la indiferencia, y en algunos casos la ‘perplejidad’ ante su puesta en libertad. Los bien pensantes creen que el viejo cardenal debe dedicarse a sus labores y dejarse de toda actividad pública porque esta ‘desacreditado’. Es lo que todo este proceso buscaba y piensan que lo han conseguido. Se ha destruido la imagen pública del cardenal, apareciendo en el imaginario colectivo como el ejemplo más sublime de abusador a menores y, en paralelo, se le ha sometido a una tortura personal inhumana para minar su estabilidad mental.
Nada nuevo bajo el sol; es un proceso sobradamente conocido en la historia y sobradamente utilizado en los organismos del Vaticano: ejemplos tenemos, y no pocos, en este pontificado, por no ir más lejos.
El Misericordioso Papa Francisco evitará todo contacto con el apestado cardenal a pesar de su inocencia. Aquí no estamos para defender la verdad sino que nos movemos por pura estrategia de imagen y de utilidad política. No escucharemos de los misericordiosos y fraternos labios de Su Santidad jamás el nombre maldito de Pell. Escucharemos generalidades, vaguedades, que pueden ser interpretadas pero que no serán nunca claras y nítidas.
El Misericordioso Papa Francisco evitará todo contacto con el apestado cardenal a pesar de su inocencia. Aquí no estamos para defender la verdad sino que nos movemos por pura estrategia de imagen y de utilidad política. No escucharemos de los misericordiosos y fraternos labios de Su Santidad jamás el nombre maldito de Pell. Escucharemos generalidades, vaguedades, que pueden ser interpretadas pero que no serán nunca claras y nítidas.
Del comunicado oficial podemos deducir que el cardenal Pell quiso este proceso en el colmo de la complicidad criminal más desvergonzada. De su encarcelamiento y aislamiento prolongado e injusto no vemos una sola palabra, ni una, ni antes, ni en el proceso, ni después. Es evidente que deducir la complicidad del Vaticano en el proceso de Pell, no solo por omisión, que también, no es muy complicado y hasta un ciego lo ve. Los comentarios de hoy van en esa línea. Para el Vaticano es un tema cerrado y Pell no existe.
Specola