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jueves, 14 de mayo de 2020

La infección masiva de virus masónico, el Papa Francisco reza al señor de la pandemia, la profunda quiebra del Vaticano, el informe McCarrick.



 
En Roma las iglesias se están preparando para la llamada ‘fase 2’ desinfectando los espacios que recuperan en lunes día 18 las celebraciones religiosas, el ayuntamiento de Roma está realizando la primera limpieza. El Papa Francisco celebrará el lunes 18 en el altar de San Juan Pablo II en la Basílica de San Pedro y dará por inaugurada está nueva fase y por terminadas las retransmisiones de la Misa diaria de Santa Marta. Entramos en una fase en que el Papa Francisco pierde la presencia diaria, y la posibilidad de lanzar mensajes en su homilía y se retoma una cierta normalidad absolutamente anormal. Se ven cada día más lejos las celebraciones con un número consistente de fieles y la realidad que hemos conocido como normal puede quedarse para los recuerdos de un tiempo histórico que fue y ya no será.

La percepción de que la iglesia se ha quedado sin alma es muy profunda. En estos meses estamos escuchando como altos eclesiásticos repiten hasta la saciedad las consignas acrisoladas durante siglos por la masonería y que hoy se concretan en el llamado ‘nuevo orden mundial’, que tan poco tiene de nuevo. Causa desprecio la prostitución que se hace del evangelio para justificar lo injustificable y no deja de sorprender la desfachatez de quien ha dedicado su vida presuntamente a algo sagrado y se pone al servicio de lo más villano. Vivimos inmersos en un llamado proyecto ideológico que ha infestado hasta el tuétano la esencia de la vocación cristiana. Tenemos que purificar con urgencia la fe cristiana de este virus que la está parasitando , haciéndole perder su vitalidad y mutando su naturaleza. La imagen de la desinfección sanitaria de nuestras iglesias nos tiene que ayudar a entender que el problema es mucho más profundo de lo que creemos y que nos enfrentamos a momentos muy difíciles en los que tendremos que luchar para mantener derechos que hemos disfrutado y por los que poco hemos hecho.

Hoy es la jornada de oración convocada por el ‘Alto Comité para la Fraternidad Universal’ en la que, con expresión del Papa Francisco: » le pedimos al señor que salve al mundo de la pandemia». En este lío monumental en el que nos encontramos ya no sabemos muy bien a qué señor, o señora, hemos de dirigirnos, ¿Alá?, ¿la pachamama?, ¿Buda? para pedirle que pase una epidemia que habíamos quedado en que nada tenía que ver con Dios. Si Dios nada tiene que ver en la epidemia no tiene sentido pedirle que la pare, porque al fin es una pataleta de la pachamama y ya se le pasará. Aquí estamos perdiendo el oremos; mejor rezar el rosario a la Virgen de Fátima, que es mucho más útil y seguro que no perdemos el tiempo. La jornada solo aparece en los medios adeptos al régimen.

Ha tenido que salir el prefecto SJ de economía del Vaticano para tranquilizar el rebaño y decirnos que las cosas están muy mal, pero que no hay riesgo de quiebra. Todo esto lo afirma sin aportar ni una pequeña prueba que atraiga a los incrédulos. Los pocos que van quedando en los sacros palacios se enfrentan a una situación de la que desconocen casi todo. La realidad es terca y solo tenemos que esperar. Los números que se filtraron estos días son terribles y, podemos asegurar, incompletos a peor. La realidad es mucho más terrible de lo que le han contado al SJ y ahora firmaríamos por la peor de las opciones presentada. El nerviosismo se nota demasiado y las decisiones serán muy duras y no fáciles de vender. No se puede estar predicando el derecho al salario universal y dejar a los tuyos sin nada. La apertura programada de los museos les hará entender que esto se ha terminado y que el mana ya no existe. Lo veremos en pocos días y tendremos que informar de muchas decisiones incómodas. Entendemos que en una situación así los que se encuentran en el centro del problema están sonados, tiempo habrá.

Del prometido informe sobre McCarrick nada sabemos y nada esperamos. Se anunció para finales del año pasado o, a lo más, primeros de este, y ya lo vemos mediando sin noticias a las vista. Lo grave de todo esto es que tendremos que terminar defendiendo a McCarrick al que se le ha privado de la mínima defensa con el deseo de evitar toda investigación sobre el caso. El caso McCarrick tiene demasiados implicados que han ocultado y tolerado durante decenios sus asquerosas extorsiones. No olvidemos que muchos de sus pupilos siguen con mando en plaza y sin ánimo alguno de propósito de la enmienda. Intuimos que tendremos mucho antes el funeral de McCarrick que el informe del Vaticano.

El Santuario de Lourdes retoma una cierta actividad evitando concentraciones. Hay mucho más peligro en el metro o en supermercado de la esquina. Los aireados espacios del Santuario no son los más propicios para contagios, pero está visto que antes los museos que las iglesias, porque hay que hacer caja.

El caso de Silvia Romano sigue muy presente. Es una joven italiana raptada por terroristas islámicos que acaba de regresar después de pagar un cuantioso rescate. Nos ha vuelto convertida al islam y hablando maravillas de sus asesinos raptores. Esperemos que superado el terror inicial recupere la cordura.

103 años de las apariciones de Fátima y 39 de atentado a Juan Pablo II. Nuestro Dios es el Dios de la historia y se hace presente entre nosotros. Son tiempos en que tenemos que aprender a leer los signos de los tiempos que nos hablan, nos gritan, y debemos estar con los oídos bien abiertos.

«Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor…»

Buena lectura.
 
Specola